Los pequeños reciben una mona el Lunes de Pascua por parte de su padrino, según manda la tradición. Una costumbre que con los años no se ha perdido y, tal como prevén los pasteleros, no se perderá. Quizás veremos cada vez monas más pequeñas, tanto porque se buscan opciones más económicas cómo porque las familias son cada vez más reducidas, pero el pastel típico no dejará de comerse. Y precisamente esto es lo que han aprovechado los supermercados para hacer la competencia a las pastelerías, que hoy ya son una opción más a la hora de comprar este dulce de Semana Santa.
"El gasto en materia primera y en la producción mecanizada a gran escala" son los elementos que permiten a las grandes superficies vender pastelería industrial abajo coste. Así lo explicaba el presidente del Gremio de Pasteleros de Barcelona, Elies Miró, en un artículo en VIA Empresa, un sector que depende cada vez más de las puntas de ventas de estas fiestas. Quién opta por el producto artesano, acostumbra a ser un consumidor que superpone la calidad por encima del precio y que apuesta por un producto de proximidad. Pero buscar opciones más viables para el bolsillo no siempre significa rechazar el consumo de km 0.
Monas igualadinas en los supermercados
Si hablamos del pastel clásico, Dillepasa es el rey por excelencia de las monas. Carrefour, Alcampo o Bon Preu son algunas de las grandes superficies que intentan llevarse su cuota de mercado el Lunes de Pascua con las monas de esta empresa de Igualada.
Dillepasa, Simón Coll o Pastifred son los proveedores de proximidad de las monas de Pascua de los supermercados en Catalunya
La compañía nació el 1987 ya con el objetivo de cubrir la demanda de pastelería industrial de la gran distribución a través del modelo de comercialitzadora. Sus productos provienen de proveedores como los catalanes Sant Tirs, Horno San Juan, Dulces Orteu, Mdalen o Pelayo, entre otros de todo el territorio español.
En función de la medida del pastel, el precio va de los 14 euros hasta los 27 euros. Un coste bastante por debajo del que acostumbra a ser cuando se compra una mona artesana en una pastelería de barrio. El 2018 el Gremio calculó la venta de unos 700.000 dulces artesanales en Barcelona con un precio que oscilaba entre los 15 y los 40 euros según el tamaño del propio bizcocho y las decoraciones complementarias. Y es que optar por un comercio de barrio permite personalizar el producto, a diferencia de la adquisición en grandes superficies.
El chocolate, también catalán
En el caso de los que optan por monas 100% de chocolate, la cosa también se queda en casa. Carrefour, Lidl o Aldi, con origen de fuera, presentan en sus lineales productos de Alemania y Francia, con el premiso de Simón Coll en el caso de la cadena francesa.
La compañía de Sant Sadurní d'Anoia, conocida especialmente por los paraguas los turrones de Navidad, elabora todo tipo de chocolatinas en forma de huevo, gallinas y conejos que permiten optar por un consumo de proximidad también este Lunes de Pascua. También se pueden encontrar en Bon Preu, donde la valenciana Dekora (Alicante) les hace la competencia.
Este nuevo tipo de mona es una alternativa cuando se busca aligerar el golpe al bolsillo. Las piezas pequeñas, aptas para ponerlas sobre las monas hechas en casa, se pueden encontrar por poco más de 3 euros, mientras que las figuras más grandes tienen precios que se sitúan entre los 10 y los 25 euros.
Mercadona se suma al km 0
A pesar de que la mona típicamente valenciana dista mucho de la que se consume en Catalunya, Mercadona también ofrece a los consumidores del Principat el clásico pastel. Su política también es producto de proximidad, concretamente, de Tarragona. Su proveedor es Pastifred, situada en Montblanc y con más de 100 años de historia.
Junto a las monas también se pueden ver otros pasteles, uno de ellos especialmente pensado para Sant Jordi, y todos ellos son aptos también para los compradores que quieren una cesta con productos de casa.