Mujeres y jóvenes son punta de lanza de la precariedad y los colectivos con más dificultades a la hora de ganar una renta mensual con cara y ojos. Y más en una situación en que los salarios continúan aparentemente estancados desde antes de la crisis, pero el precio de la vida no para de subir. Por un lado, el 49,9% de los jóvenes de entre 16 y 24 años cobran menos de 1.046,9 euros brutos mensuales en 12 pagas, mientras que la mediasalarial para este grupo de edad es de 1.091,7 euros en todo el Estado. Por el otro lado, el 51,2% de las mujeres cobran menos de 1.453,6 euros al mes. Así se extrae del Decil de salarios del trabajo principal de la Encuesta de Población Activa (EPA) publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que también señala que Catalunya gana un 6,3% más de sueldo que el resto de España y se planta como el tercer territorio de todo el Estado con un mejor salario medio para un trabajo principal, sólo por detrás de la Comunidad de Madrid con 2.264,6 euros y del País Vasco con 2.241,8 euros.
Con 2.067,6 euros brutos mensuales divididos en 12 pagas, Catalunya incrementa un 3,75% el salario medio respeto a 2017, mientras que la media estatal se sitúa, este 2018, en 1.944,4 euros. Las comunidades autónomas con una media más baja son Extremadura con 1.612,3 euros, seguida de Canarias con 1.679,3 euros y de Andalucía con 1.749 euros. Si se compara la media entre Catalunya y el resto del Estado, en la serie histórica desde 2006, el territorio catalán siempre supera al resto de España.
Pero una cosa es el salario medio y la otra la mediana salarial. Según el profesor de Economía de la UOC Josep Lladós, el salario medio se eleva porque suben los salarios más altos, pero hasta 2018, los nuevos trabajadores que entran en el mercado laboral no han recuperado el salario que había antes de la crisis. "El problema es que ya ha cambiado el ciclo y ahora el mercado de trabajo se está ajustando a la baja", destaca Lladós, que recuerda que hay que tener en cuenta que esta encuesta es del año pasado, pero este 2019 el panorama ya ha cambiado.
Salario medio vs. mediana salarial
Además, si bien es cierto que el salario medio se incrementa por los aumentos en los tramos más altos, también lo es que "la mediana, donde está el 50% de la población, ha subido mucho menos e, incluso, algunos años estaba bajando".
De hecho, mientras que entre 2013 y 2018 el salario medio sólo ha caído una vez -un 0,82% en 2016-, la mediana salarial lo ha hecho todos los años menos en 2013 y en 2018, cuando se incrementa en un porcentaje bastante superior al resto de años, un 3,27%. Además, si miramos la diferencia entre 2013 y 2018, la media salarial sube un 4,03%, mientras que la mediana lo hace un 2,63%.
Estos "desajustes" en el mercado laboral se producen justamente en el "punto álgido de la creación de empleo", explica el profesor de la UOC, que también pone de relieve que, a pesar de que "es cierto que invertir en educación es fundamental y da rendimiento porque la mitad de los puestos que se han creado después de la crisis los está ocupando gente con titulación universitaria", también lo es que "cada vez hay más presencia de universitarios en los trabajos menos remunerados o de tiempo parcial, que evidentemente tienen un salario inferior".
Un modelo productivo (y cultural) arcaico
Si a esto se suma el hecho de que "los salarios de los ocupados en niveles educativos inferiores han crecido más rápidamente que los que tienen títulos universitarios por la presencia creciente de universitarios en tiempo parcial", así como que la distancia entre salarios de personas con formación a trabajadores que no tienen "se va reduciendo", queda claro, según Lladós, que "esto tiene que ver con el modelo productivo, que no es muy diferente del que teníamos antes de la crisis".
Lladós: "Están contratando a universitarios, pero no para aprovechar sus conocimientos"
"Ofrecemos cada vez más al mercado laboral trabajo muy calificado y la demanda que hay no reclama estos requerimientos formativos", sostiene, al mismo tiempo que subraya que "están contratando a universitarios, pero no para aprovechar sus conocimientos". Todo ello desemboca en "una polarización cada vez más grande en la demanda de habilidades", es decir, que los empleos que requieren conocimientos más complejos como los trabajos científicos aumentan considerablemente sus salarios, pero crecen todavía más los trabajos vinculados a los sectores de los servicios personales y comerciales, a la restauración o al turismo, entre otros, y los incrementos salariales de estos trabajos que requieren menos conocimientos son superiores a los de las que demandan habilidades. "Este es el modelo productivo, son los puestos de trabajo que creamos aquí", lamenta Lladós.
Diferencias territoriales y de conocimientos a parte, los más malparados con esta situación son justamente los jóvenes -sobre todo los que tienen entre 16 y 24 años- y las mujeres. Si bien el 41,1% de las mujeres obtuvo en 2018 un salario inferior a 1.206,9 euros, sólo fue así en el 19,7% de los casos en hombres. De hecho, mientras que el 15,6% de las mujeres cobran menos de 748,7 euros brutos mensuales, sólo el 4,8% de los hombres cobran esto. En la otra cara de la moneda, hay un 12,4% de hombres que ganan más de 3.441,9 euros brutos mensuales por un 7,4%.
Y no sólo esto. La media salarial para las mujeres este 2018 es de 1.708,39 euros, mientras que la de los hombres es 2.161,31 euros brutos al mes. A pesar de que hay muchos más hombres que mujeres trabajando a jornada completa, el salario medio para ellos para este tipo de jornada es de 2.273,61 euros mensuales, mientras que para las mujeres es de 2.045,81 euros. En el pico de la crisis, sin embargo, el salario de los hombres continuó aumentando y creció un 1,25%, mientras que el de las mujeres se rebajó un 0,35%.
Empleos (todavía) con género
Esto tiene que ver, por un lado, con el hecho de que "le hemos puesto género a determinados empleos y culturalmente los hemos identificado como empleos que tienen que ser ocupados por mujeres y éstos que hemos identificado así los pagamos a un salario más bajo". Y, por el otro, con que las mujeres ocupan más trabajos de carácter temporal y a tiempo parcial, "además del sesgo de género que hay que no se explica por elementos económicos, sino culturales". Ejemplo de esto es "la prima positiva que recibe la paternidad y la negativa que recibe la maternidad: mientras que algunos empresarios ven que la paternidad es una señal de estabilidad, que querrán progresar y que querrán mantenerse en la empresa porque buscará seguridad, en el caso de las mujeres se transforma al decir que será una persona que fragmentará su atención y su interés", relata Lladós.
Pero dejando los elementos culturales a parte, también es cierto que 39.243.000 hombres trabajan a jornada completa delante de 26.744.800 mujeres, mientras que sólo 2.884.400 hombres tienen trabajo a jornada parcial frente a las 8.438.200 mujeres. Ahora bien, si nos fijamos en la jornada parcial, la cosa no varía tanto y, de hecho, con el paso de los años se ha ido equiparando: 747,68 euros mensuales de media para los hombres delante 745,62 euros mensuales para las mujeres. Pero, según destaca la EPA, las mujeres también son las que más contratos temporales tienen así como las que trabajan en ramas de actividad menos remuneradas.
En este sentido, la jornada parcial es la peor pagada en todo el Estado. El 56,2% de los españoles a jornada parcial cobran menos de 748,7 euros brutos al mes, pero el 52,6% de los españoles a jornada completa cobran menos de 1.871,3 euros, cifra que representa una diferencia de más de 400 euros brutos mensuales si se calcula lo que supondría cobrar el sueldo de jornada parcial por jornada completa.
Así, mientras que un 18,6% de los trabajadores a jornada completa cobran menos de 1.260,9 euros, el 88,8% de las personas que trabajan a jornada parcial ganan una cifra inferior a esta, mientras que un 35,6% de los empleados a jornada completa ganan 2.187,2 euros mensuales, salario al que sólo llegan el 1,3% de los contratados a jornada parcial.
Nueva generación de empresari@s, una transición necesaria
La precariedad tiene cara de mujer, pero también de jóvenes, sobre todo aquellos que tienen entre 16 y 24 años, que cobran menos de 1.046,9 euros brutos mensuales distribuidos en 12 pagas. Este tramo de edad es el que menos cobra de todos los contemplados, mientras que el que mejor se gana la vida es el de mayores de 55 años que, además, es el que cuenta con más contratos indefinidos, más antiguedad en el puesto de trabajo y más experiencia laboral. La diferencia salarial es clara: los más jóvenes cobran de media 1.091,7 euros brutos mensuales y los más grandes 2.205,6 euros.
"Básicamente es la juventud quien coge este tipo de trabajo porque tienen menos experiencia y el salario es mucho más bajo", explica Lladós, que añade que, además, "la reforma laboral favoreció la reducción salarial". Esto no quiere decir, sin embargo, que se tenga que desmotivar a la juventud a la hora de estudiar, al contrario, a juicio del profesor de la UOC "se tiene que invertir en educación porque es la manera de optimizar tus oportunidades de encontrar trabajo y además de tener un salario bueno, pero mientras tanto la transición no es esta", lamenta.
La radiografía es clara y habla por sí misma, pero, para hacer un cambio de guión y avanzar hacia la desprecarización del mercado laboral, hay que tener "una nueva generación de empresarios y, sobre todo, de empresarias". Porque quizás sólo así se conseguirá la igualdad, se acabará con la inestabilidad laboral y se podrá cambiar el modelo productivo, pero también cultural. Una transición completamente necesaria para el futuro de todxs.