En estos últimos días hemos sabido que el magnate ElonMusk ha conseguido su propósito de quedarse con la totalidad del capital de Twitter, después de haber puesto un pie a comienzos de abril con la compra del 9% del capital de la sociedad que explota la popular redsocial. Después de amenazar con una opa hostil para conseguir la parte de capital que le faltaba, el consejo de administración de Twitter decidió no poner en circulación la píldora del veneno (poisonpill, cláusula para limitar el número de títulos que puede poseer un único accionista) y abrir los brazos al nuevo propietario.
La operación de compra ha abierto un debate sobre la libertad de expresión en esta red social, que de buen inicio ha sido fomentado por el mismo Musk, después de afirmar que uno de los objetivos con la adquisición de Twitter era potenciar la libertad de expresión. Todo esto puede dar para disquisiciones muy profundas, pero no es el objetivo de este artículo, puesto que los que nos interesa realmente es la naturaleza financiera de la transacción.
De Elon Musk sabemos que está considerado el hombre más rico del mundo, con un patrimonio de unos 256.000 millones de dólares (cinco veces la fortuna de Amancio Ortega, por ponerlo en contexto)
Volviendo a la oferta de Musk, hay que decir que el importe total que desembolsará asciende a 46.500 millones de dólares, o sea, que abonará 54,2 dólares por acción a los actuales propietarios. Por cierto, se habla mucho del nuevo dueño de Twitter, pero no mucho de quiénes lo eran hasta ahora, y este es el primer lugar en que nos pararemos. Como es habitual en la mayoría de grandes empresas, el máximo accionista de la red social es Vanguard, con un 10%, una entidad gestora de fondos de pensiones de carácter mutual y de la que ya hemos hablado a menudo. Detrás de ellos, encontramos al mismo Musk, con el 9% que compró el mes pasado. Los siguientes en la lista son en buena parte los sospechosos habituales (Morgan Stanley, State Street, BlackRock y Fidelity) y solo una persona física: JackDorsey, el fundador de Twitter, que todavía retenía una participación del 2,25%, valorada en unos 885 millones de dólares.
De Musk sabemos que está considerado el hombre más rico del mundo, con un patrimonio de unos 256.000 millones de dólares (cinco veces la fortuna de AmancioOrtega, por ponerlo en contexto), y es sobre esto que queremos hablar. ¿Cómo se ha calculado este patrimonio? En general, el grueso de la fortuna de los magnates es el valor de sus empresas. En el caso de Musk, entre el 55 y el 60% se corresponde al valor en bolsa de Tesla , la firma de vehículos eléctricos de la que es el máximo accionista con un 16% del capital. La empresa de cohetes SpaceX le aporta otro 30% de la fortuna. Calcular el valor de una empresa cuando esta cotiza en bolsa es muy fácil, solo hay que multiplicar el número de acciones por el valor de los títulos, es decir, por el último precio cerrado en el mercado. Esta facilidad en el cálculo es también una debilidad y lo que incorpora cierta falsedad a las cifras de patrimonio de que hablan los rankings. Me explico: Elon Musk (y cualquiera de las figuras que aparecen en un ranking de fortunas) tiene el patrimonio que dicen, pero realmente no dispone de ese dinero. No puede ir al banco y hacer un reintegro por el valor de su fortuna porque este dinero, en cierto modo, no existen. Para que el razonamiento se vea claro diremos que el método valora todas las acciones de Tesla (o de la empresa que corresponda) al precio de la última transacción y esto solo es una ficción. Si Musk quisiera liquidar su patrimonio y vendiera de golpe todas las acciones que posee, el precio de estas caería en picado porque no existiría suficiente demanda para absorberlas y, por lo tanto, nunca llegaría a hacer realidad la cifra teórica de patrimonio.
De los 46.500 millones de dólares que suponerà la compraventa, 25.500 millones los prestarán un grupo de bancos
Si este patrimonio tiene más de teórico que de real, entonces ¿cómo se hacen estas operaciones de tanto dinero, como en el caso del abordaje a Twitter? Pues aunque pueda sorprender por tratarse del hombre más rico del mundo, la operación en cuestión se hará, en grado considerable, yendo al banco y pidiendo un préstamo. En concreto, de los 46.500 millones de dólares que suponerà la compraventa, 25.500 millones los prestarán un grupo de bancos; de este importe; la mitad se la dejarán a Musk con la garantía de las acciones de Tesla y la mitad entrará como deuda a la misma Twitter, que verá cómo de golpe su balance empeora de manera considerable. Parece que los restantes 21.000 millones de dólares los pondrá Musk de su bolsillo, pero no es nada claro, todavía, de dónde saldrán.
En cuanto a las consideraciones puramente de negocio de la firma del pajarito azul, hay que decir que el 2021 consiguió una facturación superior a los 5.000 millones de dólares, un 37% más que el año anterior, de los cuales 4.500 millones procedieron de la publicidad que insertan en el TL de los usuarios. Esta partida se incrementó un 40% respecto de 2020. El negocio internacional crece algo más que el local (37% vs 36%), de forma que las dos partidas ya están cerca del empate (2.240 millones de dólares en el extranjero por 2.840 millones en los Estados Unidos). A pesar de estos niveles de crecimiento, el negocio dio pérdidas de casi 500 millones de dólares, un 10% de la facturación. Justo es decir que las pérdidas del año anterior habían sido más del doble.
Lo que queda por delante son un par de retos: que la oferta de Musk sea masivamente aceptada (equivale a lo que aquí se conoce como Opa de exclusión, porque las acciones dejarán de cotizar en bolsa) y supere los trámites regulatorios; y comprobar si, una vez el magnate sudafricano se sitúe al frente de la red social se cumplen las promesas de libertad que estos días está pontificando a los cuatro vientos. Lo seguiremos atentamente.