Este año asistimos a la extraña sensación de cerrar el Mundial de fútbol y pasar a los turrones navideños sin solución de continuidad, un hecho que no había pasado nunca en el casi un siglo de existencia del campeonato del mundo del deporte más popular del planeta. Así pues, dejamos la pelota en el armario y cogemos los turrones de la despensa porque hoy toca hablar de ello. Eso sí, después de absorber durante un mes ingentes dosis de fútbol por ósmosis, es inevitable que al elegir las marcas de las que hablaremos en el presente artículo el número de seleccionadas sea de once, en un pequeño homenaje al deporte de la pelota.
Hace pocas semanas, el 10 de septiembre pasado, traspasó el alma mater de Torrons Vicens, el emprendedor Àngel Velasco Pérez, que coincidiendo con el cambio de siglo había adquirido la veterana empresa de Agramunt, justo cuando ésta hacía aguas y estaba a punto de bajar la persiana después de más doscientos años de actividad turronera. Su entrada en la firma supuso una gran revolución porque cambió la empresa y la convirtió en una de las marcas más conocidas hoy en día, con la apertura incluida de tiendas propias en ubicaciones muy selectivas. Dos décadas después de aquellos momentos comprometidos para su supervivencia, Torrons Vicens se acerca a los 50 millones de euros de facturación, con unos beneficios sólidos y consolidados.
El fabricante suizo Suchard ha conseguido que su producto sea uno de los más esperados de la Navidad
Si hablamos de turrón de chocolate, sin duda el gran campeón es el fabricante suizo Suchard, que ha conseguido a base de años que su producto sea uno de los más esperados de la Navidad. Aunque en la formulación haya la dosis de frutos secos necesaria para que sea considerado turrón con todas las de la ley, lo que más destaca de las baldosas de cacao Suchard es la presencia del arroz hinchado que le confiere la singularidad tan valorada por sus consumidores. En los últimos años han añadido nuevas variedades perversas, como el turrón de galleta Oreo y el de Chips Ahoy.
Para encontrar el origen de la empresa hay que viajar en el tiempo hasta 1826, momento en que Philippe Suchard puso en marcha su negocio. Desde entonces hasta el 1970 sufrió varios cambios de manos, el primero de ellos con la fusión con Tobler (el fabricante del famoso Toblerone), que dio a la firma Interfood. Después vendrían las adquisiciones por parte de Jacobs, Kratft y, finalmente, Mondelez, el gigante de la repostería con sede en Chicago (Illinois, Estados Unidos). Se podría pensar que Mondelez es un apellido castellano, pero nada más lejos de la realidad, porque esta es una palabra sintética creada de la nada a partir de los conceptos "mundus" (mundo, en latín) y de una grafía peculiar de la palabra "delicious", que quiere decir delicioso en inglés.
Dentro del mundo de los turrones peninsulares, hay un grupo de compañías que podríamos etiquetar como "el clúster de Jijona", por su ubicación geográfica en esta localidad de la comarca de Alicante. Una de ellas es Turrones Picó, con orígenes en los años veinte del siglo pasado, cuando el emprendedor Antoni Picó Mira puso en marcha su negocio de dulces de almendra. Si es conocida por algo por el gran público, es por la maza de desmenuzar el caparazón de las almendras, el elemento primordial de su publicidad durante muchos años, donde usaban el parecido del verbo "picar" con el apellido del fundador y a la vez marca de la empresa. Hoy en día, Turrones Picó continúa mayoritariamente en manos de la familia originaria y consigue unas ventas anuales próximas a los 15 millones de euros.
Sin salir del clúster de Jijona, visitamos ahora una de las grandes marcas del sector, como es Antiu Jijona, propiedad de la empresa Sanchís Mira (que también explota la firma La Fama). No solo es una de las empresas más grandes en este ámbito, sino que es una de las más antiguas, con raíces que llegan hasta el año 1863. A pesar del paso del tiempo, continúa siendo una compañía de carácter familiar, que tiene como máximo accionista a la empresa vinícola Antonio Velasco, SL (familia Velasco), seguido por las familias Sanchis y Soler. Su facturación alcanza los 116 millones de euros, con unos beneficios superiores a los 10 millones.
En el clúster jijonenco se encuentran Antiu Jijona, La Jijonenca, Almendra y Miel, y El almendro
También dentro del clúster de Jijona, pero con unas características muy especiales, hay la popular La Jijonenca. En realidad es una empresa que siempre ha tenido la sede en Catalunya y el principal producto de la cual no son los turrones, sino los helados. Además, su modelo de propiedad también es singular, porque a pesar de ser una sociedad anónima, funciona como un tipo de consorcio donde se van agrupando productores y distribuidores, que pasan a ser accionistas de la empresa. El origen de todo hay que buscarlo en 1968 en la localidad penedesenca del Vendrell, cuando un grupo de heladeros provenientes de Jijona se instalaron para comercializar su producto de manera colectiva. La cifra global de ventas se sitúa alrededor de los 13 millones de euros.
Otra de las empresas de la localidad alicantina es Almendra y Miel, SA, que quizás por el nombre no sonará mucho, pero que si decimos que sus marcas principales son 1880 y El Lobo, quien más quien menos sabrá de que hablamos. Si miramos antigüedades, quienes se llevan la palma con mucha diferencia es precisamente Almendra y Miel, SA, que fue fundada el 1725 y que ya va por la décima generación de propietarios, un hecho excepcional en el mundo empresarial. Los accionistas continúan siendo la familia Sirvent, que se puede otorgar haber creado dos de los eslóganes más conocidos de los anuncios del Navidad -probablemente solo superado por otro que veremos a continuación- como son "el turrón más caro del mundo", para su marca 1880, y "El Lobo, qué buen turrón" o "qué gran turrón", porque hay dos versiones. Sus ventas superan ya los 17 millones de euros anuales.
Y cerramos el hub jijonenco con una de las marcas más míticas y reconocidas del mercado: El Almendro. Si hace un momento hablábamos de los exitosos reclamos de los turrones 1880 y El Lobo, hay que tener presente que la firma de la que hablamos ahora creó una de las frases que más han arraigado a la cultura popular de los españoles, porqué... ¿quien no recuerda aquello de "Vuelve en casa miedo Navidad"?. A pesar de sus orígenes alicantinos, hoy El Almendro pertenece a uno de los gigantes de repostería estatal como es Delaviuda, que adquirió esta empresa el 1996, cuando formaba parte de la multinacional Kraft -de la que hemos hablado a comienzos de este artículo- que lo había comprado cuatro años antes.
Hablando de Delaviuda, el primero que llama la atención de esta empresa es su denominación social, porque no es un apellido, sino que es el apelativo con que se conocía la fábrica de confitería que dirigía María Rojas al acabar la Guerra Civil. ¿El motivo? Su marido, Manuel López, que es quien había iniciado el negocio, fue asesinado durante el conflicto bélico, de forma que los habitantes de Sonseca (Toledo) -la localidad donde estaba ubicada la factoría- rebautizaron el negocio como "el de la viuda". Hoy en día es una de las principales empresas de repostería de todo el Estado, con unas ventas que superan los 70 millones de euros. Los propietarios continúan siendo la familia López.
La firma Lacasa se atribuye ser el creador del primer turrón de chocolate del Estado
A pesar de que ellos se atribuyen ser los creadores del primer turrón de chocolate del Estado (1943), la firma Lacasa es conocida y reconocida popularmente por otra razón: fueron los creadores de los Lacasitos, aquellas grageas de colores que dejaron para la historia otro de los eslóganes más memorables de la historia de la publicidad: "Pim, pam, toma lacasitos". Un lema que trascendió el ámbito para el cual había sido creado para acabar adentrándose -por similitudes estéticas con otro tipo de producto- al mundo de la noche, el desmadre y los consumos clandestinos. No es el primer producto polémico de la firma, porque también son los fabricantes de los Conguitos, unas bolitas de cacahuete recubiertas de chocolate que tenían como imagen corporativa el dibujo de un supuesto congoleño, con lanza y labios sobredimensionados incluidos. Hace una década, y con la voluntad de adaptarse a los tiempos, el logotipo evolucionó hasta perder todas las connotaciones racistas que lo había caracterizado en el pasado. El empresa, con sede en Utebo (Zaragoza), pertenece a la familia Lacasa Echeverría, descendentes directas del fundador, y tiene unas ventas de 35 millones de euros anuales.
El undécimo protagonista del día es Marcona, que es una marca de turrones del fabricante de caramelos Mauri, de origen catalán, pero que el 1992 fue adquirido precisamente por la aragonesa Lacasa, la firma que acabamos de ver. El nombre Marcona proviene del tipo de almendra más valorado del mundo.
Esto no es todo en el mundo de los turrones, porque es un sector donde existe una gran presencia de los productores artesanales, que, por definición, nunca llegarán a producir grandes volúmenes, pero también de las marcas blancas, donde destaca el fabricante francés Cantalou, proveedor de Día y Carrefour.
Y llegados a este punto, solo resta decir que -coman o no coman turrones- felices fiestas a todo el mundo