Por un lado, se democratiza la procedencia de los referentes sociales del momento, sustituyendo a los aristócratas por gente originaria de las clases medias. Por otra, aumenta la meritocracia entre estos influyentes sociales, porque cada vez resulta más difícil triunfar en esta profesión. Mientras la sociedad avanza en esta línea, el impuesto de sucesiones queda cada vez desfasado, fuera de lugar, aunque existan comunidades como Catalunya que se empeña en mantenerlo; quería ser el motor del ascensor social y se ha convertido en un viejo anacronismo que nada aporta de todo esto, de lo que toda España se beneficia con la aportación mayoritaria de los catalanes.
Mis padres no nos dejaron herencia alguna. Miento: una borda de cuarenta metros cuadrados y un terreno adjunto de cien en un pueblecito de interior a repartir entre los siete hermanos. Nos fue de perlas cuando recibimos el fruto de la venta. Me emociona todavía hoy y me siento satisfecho al recordar como dos funcionarios de las capas más bajas fueron capaces de encauzar a una familia con estudios y ahorrar para dejarnos algo como prenda y recuerdo. ¿Era justo pagar otra vez después del esfuerzo realizado por ellos dos?
En los programas populares de las televisiones generalistas, están perdiendo influencia los hijos de las familias aristócratas, esta pléyade de príncipes y nobles, históricos o por prebenda franquista que han recibido la fama por linaje y la pretenden transmitir a sus hijos. Mientras aguardan la herencia, muchos de ellos dedican su tiempo a usar el renombre familiar al servicio de los pelotazos más ilustres, entendidos como el enriquecimiento rápido mediante la especulación y el amiguismo. Su pérdida de poder contrasta con la nueva casta que se abre paso. Siempre los ha habido a lo largo de la historia de juglares, trovadores, mantenedores. Probablemente, nunca las cunas habían condicionado tanto una profesión como en las tres o cuatro últimas décadas.
La gran mayoría de los hijos de clase rica de Catalunya se preparan en las mejores universidades y escuelas de negocio para conseguir un buen día suceder a sus padres o para desarrollar emprendedurías particulares
Si tuviéramos que averiguar la psicopatología de los Nepo Babies en España, diríamos inmediatamente que los aristócratas han perdido la batalla y que han sido desbancados por una masa de procedencia diversa. Son gente proveniente de las clases medias que han revolucionado el escenario público, han aportado ideas y formas innovadoras, polémicas, nuevas habilidades y entretenimiento. Es verdad que entre estos segundos también hay nepotismo: hijos de cantantes, actores, toreros..., que reproducen modelos parecidos a los de los aristócratas, pero la mayoría de ellos o sonidos padres lo han trabajado. ¿Qué aportan? Estos personaje son fruto de una mezcla de baile, canto, diseño, parodia, chistes, desfiles, pinchar discos... La sociedad y sus medios de exposición los proyectan y ellos la influencian de mutuo acuerdo. En ese sentido, uno de los ascensores sociales funciona.
Mi nieta quiere ser influencer; no sabe que es, pero la ha adoptado estos días como profesión preferida para cuando sea grande. No le he dicho que aunque en menos de cinco años, este personaje al cual aspira requerirá una formación, unos conocimientos superiores al resto, y su rol social no será tan deslumbrante y fulgurante que se diluirá como pasa con los comisionistas de cualquier cosa, los representantes, los programadores informáticos, los contables, los secretarios, los auditores, los abogados, los bibliotecarios y otras muchas profesiones que la era digital destruye. Claro que tendrá el apoyo de la familia, pero se lo tendrá que ganar ella, no hay dinero público para estudiar para influencer.
A nadie le gusta pagar, pero soy de los que creen que una sociedad más rica y próspera solo puede construirse reduciendo las diferencias entre unos y otros; dicho el cual, me parece espléndido pagar impuestos equitativos
En Catalunya, esta historia del nepotismo es bastante diferente que en el resto del Estado. La aristocracia se ha expuesto muy poco públicamente y el acceso a la influencia social ha sido históricamente más democrática. La gran mayoría de los hijos de clase rica aquí se preparan en las mejores universidades y escuelas de negocio propias o foráneas para conseguir un buen día suceder a sus padres -cierran o no la empresa en tercera generación-, o para desarrollar emprendedurías particulares lejos de la protección familiar; vaguean menos.
Hablar de ricos
Hablar de ricos y de impuestos es bastante complicado. Hay muchos tipos y medidas para referirse a la riqueza de las familias y de las personas y al que deberían cotizar; no es fácil. Ni todos buscan cohetes para irse a otro planeta cuando esto pete o usan los paraísos fiscales, ni todos son santos varones que dedican su fortuna a la mejora del planeta y de la igualdad entre las personas. Lo que sí está más definido es que esta parte de la sociedad aumenta el grueso del dinero que maneja, al igual que el resto se empobrece. Desgraciadamente son vasos comunicados.
Pues bien, mucha gente que tiene dinero se queja de todos los impuestos; ya que según ellos no deberían existir y de ese modo crearían más riqueza, dicen. Desde esta visión, todavía estaríamos en el capitalismo salvaje de la Revolución Industrial, como el que quiere reimplantar el gobierno conservador de griego de Nueva Democracia con jornadas de trece horas de trabajo seis días a la semana. A nadie le gusta pagar, pero soy de los que creen que una sociedad más rica y próspera sólo puede construirse reduciendo las diferencias entre unos y otros; dicho el cual, me parece espléndido pagar impuestos equitativos, y muchos estamos en esa visión, ricos, más ricos y clases medias. Ahora bien, ¿es racional el impuesto de sucesiones? Tres reflexiones. La primera, es posible que el motivo fundamental de muchas comunidades autónomas que lo están erradicando sea para enfrentarse al gobierno central. Ahora bien, cuando la tendencia marca una dirección, no es necesario seguirla ciegamente, pero sí tenerla en cuenta. La segunda, España es el país de la Unión Europea que más recauda en ese concepto; esto es, está cayendo en desuso. Y la tercera, por este concepto acaban pagando más las clases medias que los verdaderos sujetos de este impuesto, las capas más altas. Si además se trata de una partida irrelevante aportada al erario público, que coopera poco a impulsar la movilidad del ascensor social, no parece lógico cargar sobre las espaldas de los catalanes casi la mitad de todo el importe recaudado en este concepto. Mientras no se inicia una reforma en profundidad del sistema fiscal, bueno sería suprimir alguna de las anomalías como esta y hacer pagar efectivamente los impuestos a los que le tocan pagar.