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Las anfetas financieras y el Mediterráneo

Una mujer contempla una puesta de sol en la playa llevando mascareta | iStock
Una mujer contempla una puesta de sol en la playa llevando mascareta | iStock
Barcelona
30 de Junio de 2020
Act. 01 de Julio de 2020

Para España e Italia, la llegada del SARS-CoV-2 ha supuesto más aspectos negativos que para otros países porque el punto en el que sus economías se hallaban en el momento en el que el virus llegó era mucho más problemático. Desde otoño del 2018 el efecto estimulador de las anfetas financieras inyectadas por los Bancos Centrales se hallaba en retroceso en todas partes, pero en España la situación era mucho peor debido a las particularidades de la economía española.

 

 

España cerró el año 2019 creciendo un 2,0%, una tasa claramente insuficiente para hacer frente al déficit del -2,8% en claro incumplimiento con los compromisos de reducción acordados con Bruselas, y con un nivel de deuda pública del 95,5%; y a pesar de todos esos estímulos proporcionados por el BCE, el desempleo total se situó en el 13,8%, el paro juvenil en el 32% y la tasa de pobreza entre las personas con contrato laboral en el 14%. Con este decorado llegó la pandemia a España.

 

 

 

Esta pandemia ha supuesto el parón absoluto de la economía de los países a los que iba llegando que se ha visto agravado por el confinamiento de sus poblaciones. Las últimas previsiones publicadas por el FMI a finales de Junio muestran un decorado tremendamente negativo para el 2020 y una recuperación que va ser lenta durante los próximos años.

 

 

Pero son Italia y España, y más en concreto España las economías en las que más negativamente van a afectar las consecuencias del virus, alcanzando niveles de tragedia en el caso de que se cumpla el supuesto que el propio FMI introduce: la llegada de una 2ª ola de la pandemia en enero del 2021.

 

Uno de los principales problemas de España es su dependencia del turismo: genera el 13% de su PIB, el 45% en Baleares. El aislamiento genera inactividad, pero cuando aeropuertos e instalaciones turísticas han vuelto a abrirse, ¿dónde se halla el nivel de confianza de los posibles clientes?. Y ¿cuál es su nivel de renta y las expectativas de mantenimiento de sus empleos tras los cambios que la pandemia traerá?. Lo dicho es extensible al comercio: 13% del PIB, a la restauración y el ocio: 10% e, indirectamente, a la construcción: 8%.

 

“Ahora que se han reabierto (parcialmente) los aeropuertos, ¿dónde se halla el nivel de confianza de los posibles clientes?”

 

Todo lo anterior afectará a la recaudación fiscal en una atmósfera de gasto público al alza a fin de mitigar y paliar los efectos de la pandemia; de hecho en sus proyecciones de junio, el FMI estima que España cierre este año con un déficit del -13,9% y con un nivel de deuda del 123,8%; un empeoramiento espectacular respecto al cierre del 2019.

 

Un rescate “necesario”

Pienso que España no va a poder hacer frente a tal degradación económica y que entre septiembre y octubre del año en curso será rescatada por la Comisión Europea. No lo llamarán ‘rescate’ porque tal concepto arrastra connotaciones negras, pero en el fondo será eso: dar facilidades financieras y conceder aplazamientos en los compromisos a cambio de cosas: incremento de los ingresos públicos, reducción de ciertos gastos que puede producirse de forma indirecta, como introduciendo una tasa para la circulación por autovías y un copago sanitario, así como reformas en procedimientos, como el cómputo de toda la vida laboral para el cálculo de las pensiones; cambios que de llegar, jamás se irán, como suele suceder en estos casos. ¿Italia? Muy mal y también será objeto de ‘sugerencias’, pero Italia se halla en una situación mucho menos negativa que España: su nivel de deuda exterior es mucho más reducido que la española.