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No-capitalismo: las fusiones que están matando la competencia

El mito del capitalismo en un partido de consultoría e intermediación de seguros

Un entrenamiento del Manchester United con AON como espònsor. | EP
Un entrenamiento del Manchester United con AON como espònsor. | EP
Barcelona
04 de Agosto de 2020
Act. 12 de Agosto de 2020

Hace pocos días ha salido la versión en castellano del último libro del economista anglosajón Jonathan Tepper, a quien quizás recuerdan por sus intervenciones en los programas televisivos de Jaume Barberà. Bajo el título de El mito del capitalismo, la obra pone el foco sobre cómo determinadas dinámicas de mercado están menguando en muchos sectores de la economía aquello que conocemos como competencia. A pesar de que la importancia del siguiente dato es relativa, no querría dejar pasar por alto el parecido físico entre Tepper y el portero del Barça de balonmano Pérez de Vargas, un asunto que hace años que me fascina. Hecha esta digresión, demos un vistazo a las reflexiones del economista. Según Tepper, durante las últimas décadas la economía americana se ha embarcado en viaje, de momento sin regreso, hacia la formación compulsiva de oligopolios que menguan la capacidad de decisión de los consumidores.

 

Los ejemplos que menciona el libro son contundentes, y sirven para poner el capitalismo ante el espejo deformado de las ineficiencias. Cómo recuerda el mismo Tepper, la economía de mercado se basa en dos pilares, la propiedad privada y la libre competencia, y uno de ellos está carcomido y muy cerca del colapso. Sería de ingenuos pensar que esto que explica sólo pasa en los Estado Unidos, porque ya sea por la influencia de las multinacionales -como veremos a continuación- como por las mismas dinámicas locales, aquí también estamos deslizando por la peligrosa pendiente que conduce la economía hacia estos grumos indeseables que son los oligopolios y los monopolios, formados por empresas capaces de expulsar del mercado a la competencia, a menudo con el apoyo incondicional de los reguladores.

Este año, una noticia sobre fusiones ha pasado muy desapercibida, en parte a causa de la pandemia que lo ha minorizado todo, y en parte porque no afectaba un sector de la economía vinculado al gran consumo. Días antes de confinarnos, se supo que uno de los gigantes de la consultoría y la intermediación de seguros, Aon Hewitt, acababa de hacer pública la adquisición de uno de los colosos del sector, la firma Willis Towers Watson por la cifra de 26.360 millones de euros. El segundo broker mundial (Aon) se comía de golpe el tercero (Willis), y como consecuencia la partida en el tablero mundial se reduce ya sólo a dos jugadores, el mencionado Aon Hewitt Willis Towers Watson (esperemos que recorten el nombre), y el hasta ahora líder mundial, Marsh & McLennan. Cómo hemos indicado, estas firmas hacen trabajo para grandes empresas y no para consumidores finales, y por eso la mayoría de ciudadanos no estarán familiarizados con sus nombres.

 

"La fusión Aon-Willis podría parecer anecdótica, pero en realidad es una alarma de todo aquello que comenta Tepper sobre la concentración de operadores de un determinado mercado hasta extremos difícilmente soportables"

La fusión Aon-Willis podría parecer anecdótica, pero en realidad es una alarma de todo aquello que comenta Tepper en su libro, en el sentido de la concentración de operadores de un determinado mercado hasta extremos difícilmente soportables. Para entender esto, hay que hacer un poco de historia y viajar atrás en el tiempo. De entrada, si miramos el ranking de consultoría e intermediación de seguros de 1990, comprobaremos que de las diez compañías más grandes del mundo, cinco han sido absorbidas por Aon y las otras tres por la también mencionada Marsh & McLennan. En otras palabras, lo que hace treinta años eran diez jugadores, ahora sólo son dos.

Si abrimos el angular para contemplar un periodo más largo de la historia, lo que vemos es una corrua de fusiones que en los últimos años se ha intensificado de manera muy considerable. Sin abandonar el mercado que estamos analizando, vemos como el 1986 la firma Tillinghast, Nelson & Warren se fusiona con su competidor Towers, Perrin, Forster & Crosby -no es ningún conjunto musical- para formar Towers Perrin Tillinghast. En 1995, en un movimiento idéntico, la firma centenaria Watson & Sons se integra a The Wyatt Company para formar Watson Wyatt. Pero aquí no acaba la cosa, porque en 2010 se fusionaron las dos resultantes, es decir, Towers Perrin Tillinghast con Watson Wyatt, para crear un gigante de 14.000 empleados llamado Towers Watson.

La tranquilidad en el mercado no duró mucho, porque sólo seis años más tarde, una firma líder del sector y con 175 años de historia, denominada Willis, se unió a la fiesta mediante su fusión con Towers Watson. El resultado fue un grupo de 39.000 trabajadores y unos ingresos de 8.200 millones de dólares. Por el camino ha ido quedando la libre competencia y, como no, muchos puestos de trabajo que con tanta fusión han sido considerados redundantes. Hay que tener en cuenta que estas firmas transnacionales establecen sus propias barreras de entrada en el mercado para evitar la competencia de las firmas locales de cada uno de los países donde operan. La más destacable son los llamados "programas internacionales", en virtud de los cuales las grandes empresas multinacionales que tienen que ser sus clientes pactan acuerdos a nivel de casa matriz para trabajar con el mismo consultor -estos de quiénes hablamos hoy- en todos los países donde sus filiales operen.

Antes de analizar el mordisco definitivo al mercado, la compra de Willis Towers por parte de Aon Hewitt, hacemos un repaso a la trayectoria de esta segunda, de momento el gran triunfador del mercado. La multinacional Aon, con sede en el Reino Unido, surgió en 1982 como resultado de la unión de dos grandes brokers de seguros, Ryan Insurance Group (fundado el 1960) y Combined Insurance Company (con orígenes el 1919). El gran salto de Aon en el mercado español vino en 1998 de la mano de la correduría de seguros Gil y Carvajal, la más tradicional del país y que había sido creada por la familia Gil de Biedma. Precisamente, el fundador de Gil y Carvajal fue José Gil de Biedma y Becerril Oñate y García, abuelo de la expresidenta de la comunidad de Madrid Esperanza Aguirre Gil de Biedma y tío del poeta catalán Jaime Gil de Biedma y Alba. Los británicos de Aon, con los años, han acabado siendo los propietarios absolutos del broker español, hasta hacer desaparecer la marca original. Con todo, la denominación actual todavía no ha conseguido hacerse un lugar en el imaginario popular y, como mucho, a algunos les suena porque hace no muchos años fue el espònsor que lucía el Manchester United en la camiseta.

Tepper: "En muchos sectores los monopolios exprimen los trabajadores, suben los precios, retardan la economía y controlan legisladores y reguladores"

Así pues, la operación corporativa que nos ha servido de argumento principal para este artículo significa rematar la clave de control de los mercados por parte de determinados oligopolios, que con su presencia provocan una drástica reducción de opciones para los consumidores y un empobrecimiento del mercado laboral porque cada fusión implica, como decíamos, despido de trabajadores y también una consiguiente reducción del número de ofertantes de trabajo. Cómo dice Tepper en el apartado de conclusiones de su libro, "en muchos sectores los monopolios exprimen los trabajadores, suben los precios, retardan la economía y controlan legisladores y reguladores". Hace falta, como mínimo, ser conscientes.