Los supermercados de proximidad, las fruterías y verdulerías, los establecimientos de manicura y belleza, los bazares a precio barato, las tiendas de móviles, los autoservicios híbridos de comida -bares, cafetería, restaurante, catering, delivery-, las tiendas de comida y servicios para animales, las peluquerías, las que venden souvenirs -junto a los monumentos-, o los coworkings han desplazado a las tiendas de ropa, los estancos, los quioscos, las librerías, las floristerías, las tradicionales de objeto regalo, las tintorerías, las mercerías...
En los pueblos, con una mayor lentitud, pero en las grandes poblaciones ya se ha producido un cambio radical en las calles. El ritmo de cierre de tiendas tradicionales no disminuye: 5.000 más en 2024 en España, según UPTA, 14 cierres definitivos al día. El pequeño comercio no ha sido capaz de adaptarse al nuevo entorno competitivo, avasallado por el brutal aumento de las rentas antiguas con las que vivían históricamente, aunque los alquileres no son la causa fundamental del declive, por lo que otros continúan alquilando o adquiriendo los espacios tradicionales a los nuevos precios. La razón fundamental del cambio de la perspectiva urbana es la digitalización que han impuesto nuevos modelos de negocio; no solo hace indispensable la multicanalidad, sino que además exige un cambio de dimensión económica, la implantación de diferentes economías de escala, porque las cadenas de suministro no tienen nada que ver con el pasado. Así es efectivamente lo que impide la supervivencia de los establecimientos individuales. Los valores que ofrece la tienda tradicional continúan siendo extraordinarios, pero con eso no es suficiente. Los comerciantes no se han adaptado al nuevo entorno competitivo y, lamentablemente, ningún poder público se ha tomado en serio ayudarles en esta transición.
El ritmo de cierre de tiendas tradicionales no disminuye: 5.000 más en 2024 en España
Decae el modelo de negocio tradicional. Las consecuencias sociales y económicas que comporta son enormes y parece como si las administraciones públicas tuvieran poco que ver. Tan importante es encontrar una solución para el coche eléctrico, pongamos por caso, como evitar un desequilibrio en el abastecimiento de las poblaciones, y vamos irrevocablemente hacia eso.
El comercio físico sigue vivo
El comercio presencial sigue vivo, muy vivo. Más aún, respira un momento espectacular; aquellos adivinos que lo enterraron creyendo que la pandemia era el funeral se han quedado con un palmo de narices. Lejos de borrarlo, el comercio en línea, como decían, se ha convertido en un gran atractivo, una vez se aplican las soluciones adecuadas para la última milla. En Europa, los municipios avanzan más rápidamente que en muchas poblaciones catalanas: centros logísticos cerca de los núcleos comerciales, uso de vehículos eléctricos para reducir el impacto medioambiental en el centro de la ciudad, descongestión radical de la circulación...
No solo se han recuperado las calles como lugar de compra, sino que la ratio de atracción supera este año el nivel más elevado de antes de 2020, según detalla el último Retail Intelligence de 2024, elaborado por TC Group. La gente, más aún en la Mediterráneo, y en los lugares con afluencia turística, el comercio se convierte en un componente clave de la felicidad de la gente. Aunque se han desplazado determinados centros o ejes comerciales, algunas zonas se han envejecido, por lo que son sustituidas por otras; cabe decir que el turismo ha acabado homogeneizando todo.
Las transformaciones más destacadas se han producido en el modelo de negocio. Aparecen dos polos. Por una parte, los resistentes del pequeño comercio, con escasas variaciones respecto al sistema tradicional, con la incorporación masiva de inmigrantes que ocupan el espacio que estos abandonan. Se trata de servicios relacionados con la alimentación -fruterías, verdulerías-, venta de móviles y telefonía, reparaciones, estética o belleza y souvenirs; operan con una estrategia defensiva, de brazo de espacios e inversiones menores y pequeños márgenes.
Por otra parte, los grupos empresariales con tiendas propias o franquiciadas, que ocupan cada vez más espacio comercial, penetran en todas las zonas donde haya suficiente número de compradores; demuestran una estrategia de expansión en busca de la proximidad con los clientes. Su espíritu es francamente expansivo, con grandes inversiones y establecimientos, buscando el volumen, aunque los márgenes no sean elevados.
Las transformaciones más destacadas se han producido en el modelo de negocio
En el caso concreto de la alimentación, cuando hace tiempo que se ha producido el declive de los hipermercados y el comercio especializado apenas representa el 12% del total, los supermercados con formatos más grandes o más de bolsillo ya significan el 64,7% de la cuota de mercado, según datos de Mercasa.
Las cortinas de la Mallorquina
Pocas tiendas adquieren suficiente dimensión y reestructuran su modelo de negocio para adquirir la dimensión para competir en el nuevo entorno. Ahora bien, hay excepciones. El próximo día 13, Gabriel Jené, propietario de la Mallorquina Textil para el Hogar y Decoración, abre una nueva tienda de Cortinas; será la tercera de esta especialidad dentro del grupo de ocho que tiene expandidas por Barcelona y alrededores. La apertura de un nuevo establecimiento comercial autóctono es una buena noticia. Aún más si esto significa la consolidación de pasar de un modelo de negocio mono-tienda a una dimensión adecuada para poder competir con cualquiera en el nuevo entorno.