Se han acabado las dudas, las contradicciones, las dilaciones y los miedos. Hemos convenido que esta Semana Santa es el tiempo del regreso a la normalidad. Se trata de un estado radicalmente diferente del de las excepciones, rarezas, desviaciones o irregularidades que hemos tenido que sufrir durante estos dos últimos años. Cómo los lexicòlegs no se han exprimido demasiado el cerebro al definir la nueva situación, de alguna manera tendríamos que calificar el final (?) de la pandemia. Viva la cotidianidad.
Una de las primeras cuestiones con que nos topamos es cómo ordenar en adelante los horarios, qué hacemos con el tiempo. Entre el teletrabajo, las restricciones sanitarias que disminuían las visitas sociales y la presencia en bares y restaurantes, el traslado de muchas funciones sociales y económicas a la red, y la relajación de los horarios de las comidas y protocolos familiares a los hogares confinados, estos se han descabellado. ¿Volvemos a las agendas del pasado tal como las llenábamos u ordenamos los actos de una manera distinta con un cuaderno diferente?
Interesantes las aportaciones que acaba de hacer al respeto la Agencia Catalana de Consumo con una encuesta sobre la percepción que los consumidores catalanes tienen de los horarios (enero 2022). El objetivo es la propensión de los catalanes hacia la reforma horaria que facilite la conciliación familiar; aunque se trata de una muestra un poco estrechada, hemos encontrado algunas ideas ilustrativas.
¿Volvemos a las agendas del pasado tal como las llenábamos u ordenamos los actos de una manera distinta con un cuaderno diferente?
En el informe se constatan tres cosas interesantes. La primera, que tres cuartas partes de la población vería con buenos ojos acabar de una vez con el desfase horario que nos lleva cada octubre y, ahora hace poco, cada marzo que obliga a retrasar y avanzar el reloj, respectivamente; romper esta dinámica histórica facilitaría unos biorritmos más racionales, como sucede en la mayoría de los países europeos. La segunda, que hay un cierto consenso en el hecho de que los horarios comerciales se sitúen entre las 7 a 19.30h (51,8% a favor), y los escolares, de 8 a 19h, incluyendo actividades extraescolares (42,9%); un acuerdo mucho más amplio ubica las actividades de ocio y cultura entre las 18 a 0.30 h, aunque las discrepancias entre los millenials y los baby-boomers respecto al ocio nocturno son absolutas: los primeros las querrían de 18 a 2.30 de la madrugada, mientras los segundos lo ampliarían sin restricciones. Y la tercera, que consideran más saludable comer y cenar una o dos horas antes.
Más laxitud
Como el teletrabajo perdurará con mayor o menor intensidad, se mantendrán una serie de cambios que se han ensayado con éxito. En cuanto a las compras, el informe Navigating the market headwinds, The State of Grocery Retail 2022: Europe (McKinsey y EuroCommerce, abril 2022) prevé por los años próximos un fuerte crecimiento a España de las compras en linea, sobre todo, en la alimentación; los comercios que no se adapten, especialmente en zonas urbanas, lo tienen negro, dicen los autores. Más todavía en Catalunya, donde los consumidores muestran una mayor propensión a adoptar los nuevos canales de compra digital, en todas las categorías -alimentación, complementos del hogar, complementos personales, y cultura y ocio-, por encima del resto del Estado, según el estudio Rasgos diferenciales del perfil de los consumidores catalanes comparados con el resto del Estado (Valls, Labairu-Trenchs, Colección Estudios UPF-BSM, mayo 2021").
En lo que afecta a los viajes, la desestacionalización de las vacaciones ha aumentado en los dos últimos años: las segundas residencias son más visitadas; las salidas de proximidad de unos días entre semana o en fin de semana, más frecuentes; y volverán con más fuerza que ahora los viajes a media y larga distancia, como se constata en la Semana Santa.
Cenar a las siete
Y con el resto del tiempo, ¿qué haremos? Ha quedado patente que el teletrabajo reduce el número de horas de trabajo real, lo cual beneficia la racionalidad del tiempo disponible. Salir de casa vuelve a ser una actividad de la que se puede volver a disfrutar sin limitaciones; con todas las medidas a tomar, el estallido de estos días solo es el inicio de la liberación definitiva. Los hogares son más confortables y facilitarán las reuniones familiares y amistosas, tanto o más que los bares, restaurantes, hoteles o lugares de encuentro; visto lo visto en el Alimentaria, esta industria tendrá que hacer otro esfuerzo para ofrecer diversificaciones más notorias al cátering y al delivery.
Se necesita una reglamentación comercial, pero más exigente con la venta en linea, con el control de los procesos y el cumplimiento de los mismos parámetros del comercio físico, que no con los horarios de los negocios físicos
En este contexto, ¿por qué tendríamos que comer a las dos o las dos y media, si los biorritmos mejoran haciéndolo a la una? Lo mismo al atardecer, ¿cenar a las nueve o las nueve y media, si se digiere mejor a las siete o las ocho? El Parlamento Europeo es reticente a debatir sobre el desfase horario, aunque el tema está encima de la mesa. En el Estado español, circula un comité de expertos que analiza la cuestión; más pronto que tarde, el Parlamento y el comité se pronunciarán y harán avanzar una legislación que sancione este nuevo estado de cosas. Las leyes llegarán tarde, hecho que no será nuevo, pero coincidirán con amplios estados de opinión favorables.
¿Se debe tender a legislar de forma muy estricta sobre los horarios comerciales, laborales, y escolares? Una: muchas contradicciones de los horarios laborales presenciales los está resolviendo el teletrabajo; una buena legislación sobre este permitirá sumar productividad y flexibilidad. Dos, en la línea de lo que declaran los encuestados de la Agencia Catalana del Consumo, las actividades escolares tienden a no superar las siete del anochecer. Y tres, solo quedaría por resolver la ordenación de los horarios comerciales. Es evidente que se necesita una reglamentación comercial, pero más exigente con la venta en linea, con el control de los procesos y el cumplimiento de los mismos parámetros del comercio físico, que no con los horarios de los negocios físicos; cada uno de ellos tiene que buscar cuál es el más adecuado para su clientela.
La pandemia ha aclarado el panorama y nos encontramos en un proceso de convergencia hacia la racionalización de los horarios. Falta darle una vuelta y presionar a los legisladores para que legislen ya en este sentido.