Partamos de una base positiva: la Generalitat Valenciana, ante la posibilidad de escoger entre dos proyectos estratégicos, eligió apostar por la gigafactoría de Volkswagen en Parc Sagunt. Y su impacto será extraordinario, pero no olvidemos que no comenzará a tener incidencia real hasta como mínimo el año 2026.
Pensemos también en términos puramente económicos. El impacto que tuvo la Copa América organizada en 2007 fue negativo si atendemos únicamente al balance de ingresos y gastos. Aunque sería faltar a la verdad no incluir la dinamización de La Marina, el turismo llegado de todo el mundo y la cultura de la vela instaurada en la ciudad desde entonces.
Hablemos ahora de hechos, aunque habrá algunas personas que nieguen algunos de ellos. El primero, que la ciudad era prioritaria para el defensor del trofeo y que tuvo hasta tres oportunidades (la primera aportando únicamente una carta de intenciones, sin pago inicial alguno) de concretar un acuerdo.
El segundo, que el Ayuntamiento desde el primer momento no fue partidario de la idea. Y que la Generalitat Valenciana, más proclive, tenía muchas dudas de si aceptar algo que marcó hace años a su oponente político era pertinente a tan solo un año de celebrarse unas nuevas elecciones.
El tercero, curiosamente a pasar de lo expuesto anteriormente, que Ferraz presionó para que se dijera sí a la propuesta, puesto que implicaría lucir la bandera española y el lema de Turismo España a nivel mundial dentro del acuerdo, arrebatándole una pugna por ser la capital planetaria a este respecto a Emiratos Árabes.
El cuarto, que aun así desde el Consell se realizó un informe para adecuar La Marina con un coste estimado de 200 millones, que rápidamente fue contestado por diversos estudios que señalaban que el precio de esta adaptación no excedería de los 20.
El quinto, que ante cualquier proyecto de esta índole se pide al Instituto Valenciano de Finanzas un informe para conocer si podría ser o no beneficioso. Curiosamente no hay registro alguno de que se haya encargado o haya existido. Por más que haya quien apunte (esto no es demostrable) que fue solicitado, redactado, enviado y…
El sexto, que el Team New Zealand les ofreció algo inédito a día de hoy: convertir la ciudad en su base durante los próximos diez años, establecer un estudio continuo de investigación y desarrollo y, en caso de ganar, celebrar la segunda edición en el mismo lugar.
El séptimo, que los equipos ya trabajan en barcos movidos cien por cien con hidrógeno. Es decir, sin huella de carbono. Es decir, en un alineamiento absoluto con la Misión Climática para ser neutra en emisiones en 2030 que tiene la urbe a día de hoy y donde comparte compromiso con toda Europa.
Y el octavo, aunque mira más a Barcelona que a Valencia, que en 17 días se armó el proyecto desde la ciudad condal, se pagaron a cuenta 10 de los 75 millones del canon y se trabaja ya en cómo impactará en la recuperación de una urbe donde el turismo había caído abruptamente.
En base a estos hechos (comprobados y comprobables), resumamos los cinco aspectos en los que pierde no solo la capital del Turia sino posiblemente parte de la región y hasta la coalición progresista entre PSOE y Compromís:
- Un gran evento no es el diablo si se hace bien. De hecho, esta misma semana se ha presentado en la ciudad un torneo WTA, del que solo existen 74 más en el mundo.
- Hay una dinamización de la economía evidente. Una cosa es lo que pagas por celebrar el acontecimiento y otra cómo actúas para que eso impacte positivamente en ti.
- Valencia es Capital Mundial del Diseño y del Turismo Inteligente, aspira a serlo de la Innovación y Verde Europea y puede ser una de las 100 ciudades que escoja la Unión para ser climáticamente neutra en 2030. Todos estos aspectos confluyen en una renovada Copa América en muchos sentidos.
- Atraes, al margen del lujo (que no significa ostentación sino llegada de perfiles con capacidad adquisitiva para gastar o incluso comprar propiedades), perfiles de inversión y marcas de alto nivel con quienes se pueden alcanzar acuerdos beneficiosos para el futuro.
- En un ámbito directamente político, se pierde la oportunidad de demostrar que en igualdad de condiciones, lo que el PP hizo mal puede hacerse bien. Un golpe tremendo, de haberse dado, para la credibilidad de la izquierda valenciana.