"El problema no es la deuda, es salvar empresas". El economista Oriol Amat lo tiene claro. A pesar de que la deuda pública "es un problema grave", lo que es urgente es no dejar morir negocios porque serán ellos quienes nos harán hacer vía hacia la recuperación. Sin empresas, el paro se eleva, el bienestar queda relevado a un segundo plano y cae el consumo y la inversión. Pero para minimizar los cierres, el papel de las personas y de los gobiernos se vuelve básico y esencial. Así lo ha puesto de manifiesto durante un encuentro digital organizado por Pimec, donde ha querido subrayar la importancia que tienen en esta crisis los gobiernos. O paran ellos el golpe, o lo tenemos difícil.
Es precisamente por eso que Amat considera que ahora no es momento de pensar en la deuda pública, sino en "rescatar la economía" porque, a diferencia de la crisis anterior, esta "no es consecuencia de una burbuja" y, por lo tanto, "no se tiene que hacer una reconversión de empresas que están endeudadas y de bancos". Esta crisis va de que si los positivos por covid-19 se convierten en casos graves, el sistema sanitario se colapsa, las medidas cada vez vuelven a ser más restrictivas y el PIB vuelve a caer. En definitiva, y como dice el también decano de la Barcelona School of Management, "lo que pueda pasar con la economía depende totalmente de lo que pase con el virus".
De hecho, recuerda Amat, durante la crisis de 2008, "los economistas recibimos por todas partes por los errores de previsión", pero ahora, admite, "tenemos limitaciones de las previsiones porque dependen de las previsiones sanitarias". En aquella crisis, la diferencia la marcó la actuación de los gobiernos. Si bien es cierto que durante el crack de 1929 "los estados no sabían que tenían que intervenir y dejaron que lo arreglara todo el mercado" -y es por eso que cayó tanto la economía-, también lo es que en la crisis de hace 12 años, "en los países que actuaron enseguida, les costó muchos menos dinero" en forma de subsidios de paro o de recaudación de impuestos, entre otros. En cambio, en España, por ejemplo, "las medidas tardaron mucho a tomarse" y en el Estado no se recuperó el PIB hasta 2016, después de que el Banco Central Europeo "decidiera hacer un rescate importante".
Amat: "El problema no es la deuda, es salvar empresas"
Y esto se tendría que tener muy en cuenta en estos momentos. "El consumo privado está cayendo mucho y lo que está aguantando el golpe es el consumo público", motivo por el cual, insiste Amat, "es muy importante que el sector público pare el golpe". Y es que, el hecho de tener una actividad económica que cae se traduce en "morosidad y cierre de empresas". ¿La solución? "Que las iniciativas para ayudar a las empresas continúen e, incluso, aumenten".
Gobiernos que dan, gobiernos que esperan
Ejemplos hay y, mientras que la economía española no se recupera, hay otros países que sirven de espejo a la hora de aplicar medidas más contundentes que hagan vía hacia el camino de la recuperación. Lo más importante para salvar empresas es "reducir papeleo, los plazos y que el dinero llegue antes", así como que haya "muchas más subvenciones a fondo perdido". En Suiza está dando préstamos a cinco años y sin intereses, en Alemania subvencionan por la pérdida de resultados y los Estados Unidos vuelven a recuperar el nivel de la economía de antes de la pandemia.
"España, sin embargo, está bastante por debajo" porque, según apunta Amat, "hay una distancia muy grande entre el liderazgo político de los gobernantes y la población y esto dificulta mucho la recuperación". Pero, mientras las administraciones no se espabilan, todavía hay cosas que se pueden hacer. Entre otras, la solidaridad en todos los sentidos y direcciones, el alma indiscutible de esta crisis.
Además, "las personas también tenemos retos importantes". Recuerda Amat que, como decía Mossèn Ballarín, "la vida no es como te la dan, sino como te la tomas". Esto quiere decir que "estamos ante una botella medio llena y medio vacía" al mismo tiempo, en que "las personas podemos hacer mucho". Se trata de centrarnos en la cara optimista de la moneda. Y es que en esta crisis también hay ganadores y "una gran oportunidad para aquellas empresas que puedan ponerse en actividades" vinculadas al sector TIC, al comercio electrónico, a la logística, a la producción del kilómetro 0, a la salud, a la ciencia, a la sostenibilidad o a la Responsabilidad Social Corporativa, entre otros. "En medio de una revolución industrial, muchas empresas tienen que cambiar", sostiene el economista.
Amat: "Hay una distancia muy grande entre el liderazgo político de los gobernantes y la población y esto dificulta mucho la recuperación"
Justamente con todos estos argumentos, Amat apunta que, mientras esperamos que los gobiernos hagan vía, empresas y personas también juegan un papel importante. Las primeras, en "el mantenimiento de puestos de trabajo, en dar confianza y proteger sus activos estratégicos, en concentrarse en crecer y en no recortar gastos". Las segundas, en "controlar las emociones, evitar la sobre-reacción y ser solidarios en todas las direcciones".
Lecciones aprendidas
Lo que está claro es que, ocho meses después del estallido de la pandemia, ya no somos nuevos en esto, por mucho que muchas de las situaciones que nos vienen impuestas se vayan imponiendo sobre la marcha por el todavía desconocimiento que provoca el virus en administraciones y sociedad, pero, de momento, y como aplaude Amat, ya nos ha dejado muchas lecciones que no podemos ignorar.
- La ciencia es el mejor plan de contingencia.
- Sin personas no hay respuestas.
- Optimismo consciente para tener un impacto útil.
- Flexibilidad industrial frente a inercias sistémicas.
- Sin autoconocimiento, se nos hará todo mucho más difícil.
- Más colaboración público-privada.
- La economía del aislamiento estimula el comercio electrónico.
- Sin la nueva mirada impuesta por la covid, nuestras empresas están tocadas de muerte.
- La economía es cíclica: las crisis empiezan y acaban.
- Adaptación activa como respuesta a una demanda transformada.
Sea como sea, avisa Amat, si finalmente salimos rápido de esta crisis "será por la ciencia", motivo por el cual es indispensable "invertir en ciencia y en salud más de lo que hicimos antes de la covid". Y no sólo esto. Tal y como hace él mismo, es muy importante "ver y juzgar las cosas por su lado más favorable, pero sin esconder la parte más negativa", cosa que quiere decir "reconocer que muchas cosas tienen que mejorar, pero nos concentramos en aquello en que podemos influir". Porque, a pesar de que los gobiernos tienen la sartén por el mango, las personas y las empresas también juegan un papel muy importante en la salida de esta crisis y, sobre todo, en cómo salimos de ella.