Unos pactos para qué?

Primero se descolgó pidiendo en Europa un Pla Marshall. Ahora, quien sabe si como contrapartida, quiere unos nuevos pactos de la Moncloa

El presidente Pedro Sanónchez se reúne por videoconferencia con los presidentes autonómicos. | EP
El presidente Pedro Sanónchez se reúne por videoconferencia con los presidentes autonómicos. | EP
Enric Llarch | VIA Empresa
Economista
Barcelona
07 de Abril de 2020

Lo que es seguro seguro es que Sánchez no invoca un hito mítico de la transición, como lo hizo al bautizar el aeropuerto de Barcelona con el nombre de Tarradellas, para intentar apropiárselo. Seguro que no quiere hacer como Adolfo Suárez -otro con nombre de aeropuerto- y lograr la cumbre de la prestidigitación cuando esta no le sirvió para evitar que sólo al cabo de cuatro años sus correligionarios le tomaran la silla, que de esto Sánchez ya tiene experiencia.

 

Seguro, seguro...

Seguro seguro que Sánchez, como Suárez, no pretende neutralizar la supuesta fuerza de la izquierda transformadora y sustituirla por un gobierno de concentración nacional, aunque sea con apoyos externos del PP y el apéndice de Cs, porque esto ya estuvo pidiéndolo durante meses y lo obligaron a lanzarse a los brazos de un Iglesias del que nunca se ha refiado, a pesar de que haga tanta bondad ahora como Santiago Carrillo entonces.

"Seguro seguro que Sánchez no pretende que los costes de la crisis económica a que nos aboca el coronavirus queden diluidos entre todos los partidos y no le pase como Zapatero, negando la realidad, reaccionando tarde y mal"

Seguro seguro que no pretende combinar la moderación en la política económica con un apartado de implantación de medidas democráticas, que en los Pactos de la Moncloa Fraga no firmó. Por eso se ha hartado de decir que España es uno de los países más democráticos del mundo, como repiten los organismos de la ONU, el Consejo de Europa o Amnistía Internacional, por ejemplo.

 

Lo que también es seguro del todo que Sánchez no quiere una nueva oleada recentralitzadora, como la de cuatro años después de los pactos de la Moncloa, con la LOHAPA. Ahora ya tiene bastante con la brillante gestión del ministerio de Sanidad centralizando competencias y compra de material, después de 30 años de hibernación.

Y para acabar, seguro seguro que Sánchez no pretende que los costes de la crisis económica a que nos aboca el coronavirus queden diluidos entre todos los partidos y no le pase como Zapatero, negando la realidad, reaccionando tarde y mal y pagando electoralmente la desesperación de la ciudadanía

Un rescate para la reconstrucción económica y social

Por lo tanto, es seguro seguro que Sánchez no pretende nada de lo que se ha dicho hasta ahora, para que pueden servir unos nuevos pactos de la Moncloa?

He aquí, humildemente, un par de propuestas para si efectivamente ha rechazado todas las ideas anteriores. Un pacto político tendría que servir para ahorrarse el miedo a las críticas que atenazó Rajoy y pedir un rescate en Europa. Con este dinero -200.000 millones de euros quizás- se podrían condonar cuotas e impuestos de pymes y autónomos durante los meses de la pandemia y se podría implantar una moratoria impositiva a tres o cuatro años para el resto. Todo con el objetivo de evitar la consolidación de los despidos temporales de los actuales ERTO, que sólo en Catalunya afectan más de 6000.000 personas.

Se podría ensayar la implantación de una renta básica de amplio alcance para los sectores más golpeados por la crisis, como el mismo de Guindos, exministro de economía del PP y ahora el BCE, propone. Y todo ello sin morosidad añadida en los pagos de la Administración.

Esto en el corto plazo, para evitar que la rueda de la economía se pare después de una sacudida de meses y prestando atención especial a los sectores más afectados por la pandemia: comercio turismo, restauración, medios de comunicación -como ya se ha hecho con los dos grandes grupos televisivos privados- y servicios personales.

"Se podría ensayar la implantación de una renta básica de amplio alcance para los sectores más golpeados por la crisis, como el mismo de Guindos, exministro de economía del PP y ahora el BCE, propone"

Estos recursos también tendrían que servir para financiar el sobreesfuerzo realizado en materia sanitaria y, sin mantener necesariamente las dimensiones ahora logradas en tratamientos intensivos, redimensionar el sector de forma adecuada. Tendrían que servir también para reforzar el paso que tantas empresas y servicios han dado, algunos de ellos muy improvisadament, en el teletrabajo. Incluyendo la educación.

Y en segundo lugar, los recursos del rescate tendrían que servir para comenzar un proceso de reconstrucción y reorientación de la economía. En el ámbito de las políticas públicas, la reconstrucción exige que incorpore el principio de subsidiariedad como base de actuación de toda política fiscal, de inversión y de prestación de servicios y de gasto, porque es la más eficiente de las formas de actuar como la misma crisis sanitaria ha demostrado.

En el ámbito de la economía general, la apuesta por la educación, la cultura, la ciencia y el conocimiento tienen que ser capitales para moderar nuestra dependencia externa, desde los flujos turísticos hasta suministros básicos -como por ejemplo el material sanitario- que después es muy difícil de improvisar. Repensar nuestra posición en un mundo globalizado -que no desaparecerá como tal- y en un economía cada vez más oligopolista es un objetivo a largo plazo pero en el que hay que empezar a trabajar enseguida. En este reposicionamento, abandonar las prácticas especulativas, mejorar la calidad de puestos de trabajo como fórmula central para ser competitivos y afrontar la transición ecológica y la revolución del 5G -con las múltiples oportunidades que ofrecen- tendrían que ser nuestros hitos principales.

Todo ello, es obvio que es muy difícil acordar con la mayoría de partidos españoles, pero tendría que ser también la divisa de la sociedad catalana para cuando no haya que pactar con ellos.