Dicen que los niños nacen con un pan bajo el brazo, que su llegada en el mundo trae fortuna y bienestar para la familia. La expresión tiene su origen en el ámbito rural y está relacionada con la fortuna económica real que significaba tener un niño, barón, para las familias pobres: este nuevo miembro de la familia podría, más adelante, trabajar y convertirse en una nueva fuente de ingresos para la familia. Con el paso del tiempo, la expresión se ha quedado, pero ha cogido otro significado centrándose en la felicidad que genera el nacimiento del bebé. Fortuna económica ya se sabe que no generan, de hecho. Más bien todo el contrario: la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) estima que criar un hijo cuesta, de media, 642 euros mensuales en su primer año de vida. Y la cifra va aumentando año tras año.
Alimentación, higiene, ropa y calzado, educación, sanidad, vivienda, gastos de conciliación, juguetes, muebles, transporte e, incluso, el incremento de los gastos de los suministros. Las familias pueden intentar reducir los gastos por un lado o por otro, pero lo que generalmente marca el coste de estos factores son variables como la edad del niño y el municipio en el que se vive, además de las casuísticas especiales de cada familia.
El coste global de un hijo, desde su nacimiento hasta la mayoría de edad, oscila entre los 115.489 y 354.298 euros
La Confederación Española de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (Ceaccu) se atreve a hacer una estimación global que, de hecho, refleja muy bien el extenso rango de posibilidades. Según la Ceaccu, el coste global de un hijo, desde su nacimiento hasta la mayoría de edad oscila entre los 115.489 y 354.298 euros.
¿Cómo afecta la edad?
Las necesidades de los niños y niñas van cambiando a medida que crecen y, por lo tanto, los gastos prioritarios también. Según un estudio de Save the Children, los gastos de los tres primeros años de vida van dirigidos generalmente a atender las necesidades de alimentación especiales, el cambio de ropa constante, y los muebles y utensilios propios del bebé, como la cuna, el cochecito, la hamaca, la trona y un largo etcétera de gadgets que, según el núcleo familiar, puede no tener fin.
Paradójicamente, la conciliación laboral también puede suponer un gran gasto, en este tramo y en el siguiente, el de cuatro a seis años. En esta segunda etapa, según Save the Children, la alimentación se adecúa a la familiar, pero la ropa y los juguetes continúan siendo un gasto recurrente.
En los años próximos, de los siete a los 12, se incrementa el gasto en la comida, en actividades extraescolares y en los estudios, aunque la escuela sea pública. Según un informe publicado por la OCU, en el actual curso escolar, los padres de los alumnos que vayan a una escuela pública afrontarán un gasto anual de 968 euros, los de escuela concertada 2.794 euros y privada 6.247 euros.
De los 13 a los 17 años, los juguetes pasan a mejor vida, pero el ocio encuentra otras maneras de mantener el agujero en el bolsillo. También cogen peso los aparatos electrónicos y se mantienen el coste de la alimentación y la escuela.
Catalunya es una de las comunidades donde el coste de crianza es más alta, junto con Madrid, el País Vasco y Navarra
Vivir en un lugar u otro: hasta 90 euros de diferencia
Del mismo modo que el coste de vida varía en función del municipio y comunidad autónoma donde se vive, el coste de la crianza también lo hace. Según Save The Children, de hecho, Catalunya es una de las comunidades donde esta cifra es más alta, junto con Madrid, el País Vasco y Navarra. La diferencia entre estas comunidades y las de costes de vida medianos y bajos, puede llegar a ser de 90 euros.
70.000 hogares que no llegan
Las cifras son altas y las ayudas son pocas, hecho que provoca que hasta un 26% de los hogares con niños menores de 18 años se encuentre en situación de pobreza según datos de Save The Children. Este porcentaje, además, es mayor si se trata de familias monoparentales, donde la situación de pobreza representa el 40% de las familias. Son hogares que no consiguen cubrir "el coste mínimo para poder criar un hijo o hija en condiciones dignas y no pueden asegurar un desarrollo adecuado y el bienestar del niño o niña", denuncian desde la ONG. El porcentaje de pobreza infantil en los hogares en España es, además, uno de los más altos de la Unión Europea. En el grupo de países UE-15, por ejemplo, es del 17,9%.
Además, las prestaciones a familias y a la infancia en España son de las más bajas de Europa. En los países de la OCDE, por ejemplo, se destina el 1,2% del PIB a las prestaciones familiares directas y en el resto de Europa el 1,4% del PIB. "En el caso de España, este porcentaje es del 0,5%, siendo el país de la UE que menos invierte en este tipo de prestaciones"; incide el ONG en su informe. En Catalunya el orcentaje es del 0,8% del PIB.
El informe señala que "el sistema español de ayudas a las familias se caracteriza por un reducido gasto en prestaciones y un peso desproporcionado en las ayudas fiscales", modelo muy utilizado en el resto de Europa. En esta línea, la ONG junto con la Plataforma por la Infancia y UNICEF han propuesto una reforma fiscal para facilitar las ayudas monetarias a las familias. El modelo que recomiendan consiste en implementar una deducción fiscal reembolsable y universal que apoye a las familias con hijos. Y quizás no tardará en llegar: el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia elaborado por el Gobierno de España se compromete a elaborar una nueva ley de protección a las familias que pondrá el foco justamente en la revisión del conjunto de beneficios fiscales y transferencias de contactos.
"Es necesario cambiar las cosas para que el coste de tener un hijo o la situación laboral no sean circunstancias que disuadan a las familias", afirma también la OCU en su informe. Y es que quizás no hace falta que lleve pan bajo el brazo el bebé, con algún beneficio fiscal bastaría. Y mucha alegría, por supuesto.