Toda tradición que se celebra en familia implica, en un momento u otro, sentarse em la mesa y llevarse a la boca un plato típico o un dulce arraigado en aquella época del año. Más allá de los barquillos, turrones, polvorones, escudelles y canelones, en Catalunya tiene que haber a la fuerza un buen roscón de Reyes rellenado de nata, trufa o mazapán para despedir como es debido la Navidad , sea de pastelería o de supermercado .
El pasado 2018 se vendieron cerca de 900.000 piezas artesanas en el territorio catalán, según el Gremio de Pastelería de Barcelona, una cifra que reconocían que se situaba "muy por debajo" de la de dulces industriales que se venden en los supermercados. La venta de roscones hechos por profesionales especializados cayó en picado durante los años de crisis, un consumo que fue directamente a engordar las ventas de los que se pueden encontrar en los lineales del supermercado debido a su precio más bajo.
La crisis elevó las ventas de los roscones industriales e hizo tambalear el negocio de las pastelerías
Una década después, y con una leve remontada del poder adquisitivo, el gremio ha podido captar de nuevo aquel consumidor que prefiere gastar algo más y adquirir un producto "sin conservantes, colorantes ni elementos artificiales".
Para este 2019, la previsión de ventas se sitúa en el mismo umbral. Volverán a reinar los roscones de mazapán, seguidos de los de nata, trufa y crema, a pesar de que cada vez son más los pasteleros que dan lugar a la innovación con fórmulas que incluyen frutos rojos, vainilla y otros sabores que los permiten diferenciarse.
Detrás de la marca blanca
Adquirir el roscón de Reyes en un obrador conocido permite al cliente saber que se trata de una compra de proximidad, al comercio local y totalmente artesanal. El precio puede oscilar entre los 20 y los 45 euros según la medida del dulce, una cuantía que puede duplicar, e incluso triplicar, el ticket si se compara con el precio que tiene el producto en el supermercado.
Un roscón de pastelería, acabado de hacer y sin conservantes ni colorantes, puede triplicar el precio del dulce comprado en un supermercado
La mayor parte de los roscones industriales que se encuentran en la gran distribución están hechos por BMI Ibérica (Madrid) y La Tahona de Utiel (València). La primera es proveedora de Carrefour y Día, entre otros, mientras que la segunda trabaja con Mercadona. Ambas están especializadas en la fabricación de productos de panadería y bollería bajo la fórmula de la marca blanca. A la lista de operadores también se suma Vircar Panificación (Madrid).
Si durante los años de crisis la venta de roscones industriales llegó a lograr cerca del 60% de la cuota de mercado, actualmente el negocio de las marcas blancas en cuanto al dulce ha disminuido. El año anterior las piezas artesanas recuperaron su atractivo y se llevaron el 60% de las ventas. Aún así, las productoras y comercializadoras de bollería y dulces tradicionales saben que la marca blanca es un sector que se puede continuar explotando.