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Hay que construir pensamiento crítico, pero de verdad

¿Por qué eliminamos la filosofía de las aulas?

La Escuela de Atenas del artista renacentista Rafael Sanzio. | Wikipedia
La Escuela de Atenas del artista renacentista Rafael Sanzio. | Wikipedia
consultora en Ideograma
Barcelona
16 de Febrero de 2022
Act. 03 de Mayo de 2022

El pasado viernes acabé los últimos exámenes del grado de Filosofía, un momento donde se supone que ya has acabado un grado y ya eres el gran temor que sabes que no sabrás cómo explicar: graduada en Filosofía. ¿Quiere decir esto que eres filósofa? ¿Qué se supone que sabes hacer, a partir de ahora? En todos los grados se experimentan sensaciones similares cuando llega el final, pero con el de Filosofía, parece que las expectativas no coinciden con el que la sociedad puede esperar de ti.

 

Hace unos días se anunciaba que en el borrador del decreto de educación básica del Departament d'Educació, una de las noticias más polémicas es la supresión de la materia optativa de Filosofía de cuarto de ESO, así como una clara reducción de las horas de Valores Éticos, otra asignatura que comporta una gran carga de contenido filosófico. ¿Qué significa esta reducción? Y, sobre todo, ¿qué complicaciones comporta por los alumnos de ahora en adelante? A pesar de que todavía sea un borrador, y falte que sea aceptado y publicado, ya ha generado la curva que sucede cada vez que intentamos tocar la Filosofía de los currículums educativos.

Si reducimos materias, estamos difuminando unos contenidos y habilidades que son los que más falta hacen

El debate sobre este borrador (que recordamos, todavía no está aprobado), se ha centrado excesivamente en las horas de reducción y no en un hecho que, a mi parecer, es mucho más profundo y supone un reto mucho más grande: que los contenidos que se dejen de dar en estas asignaturas no se darán en las otras. Si reducimos profesorado, el que en realidad estamos haciendo es precarizad al resto y reducir atención hacia los alumnos. Si reducimos materias, estamos difuminando unos contenidos y habilidades que, quizás, son los que más falta hacen.

 

¿Por qué eliminamos la filosofía?

Es importante no olvidar lo que tendría que hacer la filosofía en la etapa de la educación secundaria. Filosofía tendría que ser aquella asignatura que estimule a los alumnos a pensar, a utilizar su mente de manera creativa. Una disciplina que, más que una acumulación de nombres y anécdotas científicas, tendría que ser una puerta abierta al pensamiento y a la reflexión sobre los principales retos de nuestras sociedades. Una asignatura que comprenda la relevancia de pararnos para volver a arrancar. Una asignatura que claramente no puede consistir en el visionado de varias películas para comentarlas cinco minutos antes de salir al patio, pero a la que tampoco podemos cargar todo el peso de la reflexión para la que no se tiene tiempo a las otras asignaturas.

Filosofía tendría que ser aquella asignatura que estimule a los alumnos a pensar, a utilizar su mente de manera creativa

Una cuestión de expectativas

No sería adecuado pensar que, con una escasa hora o dos a la semana, el alumnado pueda convertirse en un ser de gran complejidad plástica que sepa recitar en verso toda la Crítica de la Razón Pura. No caigamos en los problemas de las expectativas.

Una asignatura con contenido filosófico no puede ser un búnker en el currículum o una maria fácil de aprobar: tenemos que recuperar el valor social que una asignatura llamada Ciudadanía o Ética y Valores debe tener. Tenemos que poner en valor las habilidades críticas de las estudiantes para que vuelvan a ocupar el peso que décadas anteriores, y en otros países, tienen en la enseñanza y la conformación del crecimiento personal del alumnado.

La solución (quizás) está en la transversalidad

Recuerdo que la persona que más me hizo pensar durante mi etapa en el instituto fue la Gemma, mi profesora de catalán. Su asignatura fue la preferida de mi pandilla, y todos decimos que es, junto con Joan Manel, de las mejores profesoras que hemos tenido. La Gemma nos enseñó todo el plan docente, y encima nos hizo pensar. Nos hacía analizar los versos, las palabras y las teorías de todos los personajes que estudiamos. Nos preguntaba, "¿estáis de acuerdo, con esto que dice tal o cual persona?". Podría decir que la Gemma es una de las razones por las cuales ahora somos una pandilla de transformers humanistas alocados.

Si la Filosofía no recibe el valor que pensamos  no es culpa de quien programa, sino más bien de quien valora

Con esta anécdota lo que quiero hacer patente es la capacidad de enseñar pensamiento crítico en todas las asignaturas. Si decidimos eliminar una asignatura centrada en la ciudadanía, la ética o las valores, tenemos que garantizar que estas habilidades se recojan desde las otras asignaturas y se permita el desarrollo de estas herramientas de forma transversal. Si se hace bien, incluso pienso que podría ser más enriquecedor. El problema es que esto se hará en un sistema que ya lleva muchos palos a las ruedas, donde tenemos el profesorado ahogado en relojes de arena que cada vez bajan más rápido y en grupos de alumnos que crecen más deprisa que los gremlins. Si la abuela hacía la mejor salsa de tomate del mundo era porque se estaba seis horas y ponía toda su atención. Si no hacemos el mismo con la educación, pronto los institutos serán guarderías de bombardeo de información desde profesores estrangulados a alumnos estresados.

Objetivo pensamiento crítico

Pero no quiero caer en el catastrofismo de un sistema que ya sabemos que tiene deficiencias. Si la Filosofía no recibe el valor que pensamos desde una sociedad que pulsaba otras habilidades quizás no es culpa de quien programa, sino más bien de quien valora. Poner en valor la Filosofía también es comprenderla no desde la torre de marfil del conocimiento absoluto y moralmente superior, sino como un conocimiento y, sobre todo, unas habilidades mucho más prácticas, tangibles y plásticas. Si orientamos los programas como una mera acumulación de autores y preguntas ya resueltas no conseguiremos nunca potenciar, ni tampoco poner en valor, las habilidades de pensamiento crítico tan necesarias para las nuevas generaciones.

Hay habilidades que se han vuelto más imprescindibles que nunca: razonar, leer, evaluar críticamente y cuestionar

En un mundo extremadamente digitalizado, donde el conocimiento es accesible en la mayoría de casos en cualquier lugar y en cualquier momento, hay habilidades que han quedado obsoletas, como por ejemplo la memorística generalizada. Aun así, hay otras que se han vuelto más imprescindibles que nunca: razonar, leer, evaluar críticamente y cuestionar. No podemos olvidar que una ciudadanía democrática se construye a fuego lento, y que las asignaturas de contenido filosófico son precisamente las que permiten justamente esto. ¿Prescindiremos o empezaremos a ponerlas en valor? La respuesta a esto será, al final, una voluntad política. Cogiendo las palabras de bell hooks, "nos hace falta construir pensamiento crítico", pero de verdad.

Un recurso intelectual

La consultora y colaboradora de VIA EmpresaArancha Ruiz, defiende que se tienen que enseñar unas bases, aunque sean históricas, a los jóvenes que quizás en este momento les interesa estudiar pero que merece la pena que sepan para salir de la escuela a sabiendas de que la filosofía existe y saben cómo encontrarla. De lo contrario, se va creando una brecha cada vez más grande entre la población con y sin recursos intelectuales. En un tabla en Linkedin que ya ronda el millón de visualizaciones, Arancha Ruiz asegura que eliminar la asignatura de Filosofía a la ESO es un punto de inflexión aparentemente irrelevante que causará un mal terrible a nuestra sociedad. "¿Quién enseñará la alegoria de la caverna de Platón a nuestros jóvenes? ¿Quién planteará la duda de Hobbes y Rousseau de la naturaleza malvada y bondadosa del ser humano? ¿Cómo profundizar en el pensamiento de Spinoza, Averroes, Confucio, Tomás Moro y Santo Tomás? ¿Quién les enseñará que los mejores científicos también fueron filósofos como Pitágoras, Kant o Descartas? ¿Cómo aprender a interpretar la realidad social a través de los dilemas existenciales como lo hicieron Sartre, Nietzsche y Hannah Harendt? ¿Cómo sensibilizarlos para que se acostumbren a leer a filósofos contemporáneos como Byung-Chul Han, Chomsky, Javier Gomá o Christine Korsgaard? Algunos afortunados tendrán padres y tutores que se preocuparán de llenar este vacío. Y otros no tanto, ampliando todavía más la brecha de clases. Porque la desigualdad más grande no surge del dinero, sino de la capacidad para cuestionar el status quo con criterio", concluye.