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Cuando las personas siguen siendo un factor clave

Los procesos de cambio tecnológico en una empresa no pueden hacer que nos olvidemos de las personas que la integran. Una buena comunicación es esencial para garantizar el bienestar de todo el equipo

Cuando las personas siguen siendo un factor clave | iStock
Cuando las personas siguen siendo un factor clave | iStock
profesor de ESIC Barcelona
Barcelona
31 de Octubre de 2022

Dentro del proceso de cambio continuo en el que estamos sumergidos, me gustaría dedicar unas líneas a aquellos que se encuentran inmersos en la adopción de nuevas tecnologías en las organizaciones. En concreto, de aquellas que tienen que ver con la industria 4.0 y la transformación digital de las operaciones.

 

El término industria 4.0 (muy amplio y con un punto de confusión generalizada respecto a lo que significa realmente) implica incorporar tecnología inteligente en los procesos de la organización y conectar todos los elementos de la cadena de valor. Para su adecuado funcionamiento son necesarias nuevas capacidades y formas de trabajar e interactuar. Tal como relatan muchos profesionales que han pasado por estos procesos de transformación, la cuestión no es tanto aprender cómo manejar la tecnología, sino conseguir que todos los implicados la adopten con una actitud de cambio positiva. Es decir, que, al igual que en otros procesos de cambio anteriores, las personas continúan siendo el quid de la cuestión.

Me gustaría hacer referencia a algunos aspectos clave vinculados a la gestión del cambio. No pretendo, en ningún caso, ser exhaustivo. La intención es que estas observaciones puedan ser de ayuda a aquellos que se encuentren en el transcurso de alguno de estos procesos.

 

¿Qué implicará? ¿Qué sacaré de todo esto? ¿Qué se espera de mí? Para dar respuesta a estas inquietudes, los responsables deben realizar un buen trabajo de comunicación

Esta clase de proyectos pueden representar una buena oportunidad para explicar hacia dónde va la empresa (con el horizonte que sea posible dada la incertidumbre del escenario presente) y el papel que juega el proyecto en este plan. Se generará la sensación de proyecto “seta” si no se hace explícita una coherencia con la estrategia de la organización y, a partir de aquí, todo puede ser muy complicado. Vamos bien cuando las personas entienden que con este proyecto estamos intentando construir un futuro más sólido y que, dado el entorno y nuestra apuesta competitiva, se trata de una idea con sentido. ¡Atención! Es importante saber que para llegar a este punto es fundamental haber definido previamente una estrategia de operaciones que vaya de la mano del negocio.

Por otro lado, hay una cuestión “existencial” que surge en este escenario en la mente de cada persona de la organización. ¿Qué va a implicar? ¿Qué voy a sacar de todo esto? ¿Qué esperan de mí? Para dar respuesta a estas inquietudes, los responsables tienen que hacer un buen trabajo de comunicación para asegurar, antes de nada, que el proyecto no es ninguna amenaza para los puestos de trabajo actuales. Se deben transmitir claramente los beneficios que estos cambios traerán a los implicados: la eficiencia que suponen, la mejora en la coordinación de toda la cadena de valor, la capacidad de adelantarse a los acontecimientos y el paso a un modelo de negocio más sólido y sostenible.

Puede ayudar que el primer paso en estos proyectos sea resolver algún problema “doloroso” cuya solución se resiste. La elección de este piloto es clave, pues un reto factible hará que generemos una credibilidad de cara a los siguientes pasos. Algunos ejemplos de estos pilotos podrían ser problemas vinculados a la reducción de plazos o a la calidad, que afectan a la satisfacción del cliente o que suponen un esfuerzo “frustrante” para la organización.

Otro aspecto relevante es valorar las skills a potenciar de las personas en este proceso de cambio. Es lógico que el primer paso sea cubrir las carencias que tengamos en las llamadas hard skills, asociadas al manejo de la nueva tecnología, asegurando que somos capaces de conducir los procesos con los resultados deseados. Lo que hará falta es valorar también las soft skills vinculadas a las nuevas formas de proceder. Analizar qué cambios suponen estas adaptaciones digitales puede constituir una de las claves para el éxito del proyecto: ¿Qué cambios habrá en el proceso de toma de decisiones? ¿Podremos anticipar más los sucesos?, ¿Cuáles serán ahora los problemas más habituales y cómo los gestionaremos? ¿Cómo desarrollamos una mejora continua en el nuevo entorno? ¿Qué aspectos del ámbito de la inteligencia emocional deberemos dominar?

Es conveniente que el liderazgo del proyecto lo lleve a cabo alguien "neutro" para evitar así que la percepción sea que sus intereses tendrán prioridad

Es conveniente que el liderazgo del proyecto lo lleve a cabo alguien “neutro” para evitar así que la percepción sea que sus intereses van a tener prioridad. En todo este proceso de cambio debemos asegurar también la alineación de todos los responsables y compartir los mensajes y tempos en su implementación. Dentro del project management, compartir los riesgos del proyecto y su seguimiento puede ser también un elemento esencial de esta coordinación consciente y responsable.

La tesis de fondo en todo lo comentado es que no podemos quedarnos deslumbrados por el efecto tecnológico y olvidarnos de lo más importante: las personas. Ellas serán siempre el centro de cualquier proyecto. Tengámoslo siempre muy presente en nuestros planteamientos de cambio: cambios para las personas, con las personas y desde las personas.