Catalunya continúa siendo el principal núcleo industrial del Estado, dado que concentra el 23% de la industria española, a mucha distancia de los siguientes territorios que son Madrid (12%), Comunidad Valenciana (11%), Andalucía (10%) y el País Vasco (9%). La contribución directa del sector industrial en la economía catalana es el 19,3% el 2019, un porcentaje bastante superior al de la media española (15,9%), idéntico a la del conjunto de la zona euro, pero inferior al de las economías de la Europa central y de Alemania, donde llega al 25% del PIB.
Pero los datos pueden engañar. La contribución de la industria en el PIB es mucho más elevada si tenemos en cuenta todas las empresas clasificadas dentro del sector servicios que prestan servicio directo a la industria. Es decir, que si la industria cierra estos servicios también desaparecen. La industria es el sector con mayor efecto arrastre sobre el resto de la economía, dado que se trata del sector que más consumos intermedios requiere por unidad de producción y esto se traduce en la generación de importantes efectos directos e indirectas en otros sectores productivos. Cómo se explicaría si no que el cierre de Nissan tenga un impacto directo sobre 3.000 puestos de trabajo y 20.000 indirectos?
"La industria no "sólo" representa el 19% de la economía y el 16% de la ocupación en Catalunya. Si le sumamos la servindústria, prácticamente la mitad de la economía catalana dependería del sector industrial"
Según un estudio que publiqué el 2015 en Artículos de Economía Industrial de la Generalitat de Catalunya, en el caso de Catalunya el efecto arrastre de la industria llegaba casi al 50%. Por lo tanto, atención a la hora de pensar que la industria "sólo" representa el 19% de la economía y el 16% de la ocupación en Catalunya. Si le suman la servindústria, prácticamente la mitad de la economía catalana dependería en mayor o menor medida del sector industrial.
Además, es muy probable que este porcentaje haya aumentado los últimos años porque la parte de la producción en masa es cada vez menos importante en favor de la producción a medida o customitzada que se caracteriza por tener una mayor proporción de su valor añadido producido dentro del ámbito de los servicios (innovación, tecnología, robótica, diseño, prototipatge, distribución y logística).
Cómo es la nueva industria catalana?
La industria, con la definición clásica, ha mantenido un peso en la economía catalana alrededor del 19% en la última década, mientras que en términos de ocupación ha ido reduciéndose, una señal de la mayor intensidad tecnológica y productividad de la nueva industria catalana. Esta nueva industria reúne una serie de requisitos diferentes de los de la industria tradicional.
Es más intensiva en servicios (tecnológicos, de I+D, logísticos y de transporte), está más especializada, está necesariamente internacionalizada, y dedica una cantidad constante y significativa de su facturación a invertir en capital, en I+D y en formación de sus trabajadores.
La intensificación de la relación entre industria y servicios ha crecido tanto en las últimas décadas que muchas empresas que supuestamente las ubicaríamos en la industria tienen un CCAE (Clasificación Catalana de Actividades Económicas) que las clasifica en los servicios. Un ejemplo es Siemens que ha pasado de fabricar electrodomésticos a ser proveedor de servicios de tecnología y digitalización con un esfuerzo inversor en I+D de 5.600 millones anuales en todo el mundo. Industria o servicios?
Estamos asistiendo a una desdibujo del concepto tradicional de la industria. La creciente integración industria-servicios hace que los servicios formen parte de la producción industrial y, al contrario, que el nuevo producto industrial genere un flujo continuo de diferentes servicios que pueden ser complementarios en el uso del mismo bien (facilitadors de este uso) o, incluso sustitutivos de este, en cuanto a que permiten nuevas fórmulas de posesión del bien.
Poderes públicos y la columna vertebral de la economía
Esta nueva realidad económica no tiene todavía una clasificación estadística que nos permita cuantificarla y seguimos hablando del 20% de PIB industrial cuando en realidad sabemos que es mucho más. Es importante que desde los institutos de estadística oficiales empiecen a trabajar en una nueva clasificación sectorial que refleje la realidad del tejido empresarial actual porque sólo si somos capaces de medir correctamente la industria y de valorizarla, los poderes públicos actuarán con contundencia para potenciar un sector que es la "columna vertebral" de nuestra economía.
"Ya es hora de que en las escuelas se deje de representar la industria con chimenea y humo, y se la empiecen a dibujar con un robot y un ordenador"
Que la industria es el sector que garantiza una estabilidad más grande de la ocupación y sueldos dignos, y que es el sector más internacionalizado e innovador, ya es conocido. Por eso, la necesidad de una política industrial alineada con los objetivos de la estratégica europea: sostenibilidad y digitalización, tiene que ser una prioridad para volver a fortalecer un sector que ha quedado muchas veces olvidado o incluso arrinconado por la misma administración, especialmente la local. Ya es hora de que en las escuelas se deje de representar la industria con chimenea y humo, y se la empiece a dibujar con un robot y un ordenador.
Si queremos reindustrializar el país empecemos por reindustrializar la escuela porque vemos año tras año como las vocaciones industriales van bajando (tanto entre los estudiantes de FP como los matriculados en grados STEM) y con un déficit de mujeres difícil de concebir y todavía más ahora si queremos hacer el salto hacia la industria sostenible donde las mujeres son claramente las impulsoras y líderes de esta transformación medioambiental.