La semana pasada el Banco de España rebajó nuevamente la previsión de crecimiento de la economía española para este 2022. Sitúa el crecimiento del PIB en un 4,1%. A su vez, corrigió la estimación de la inflación indicando que, en 2022, alcanzaba un elevado 7,2%.
Unas previsiones de reducción del crecimiento y alta inflación que van en la misma línea que las efectuadas por la Comisión Europea, a mediados de mayo, en las que estimaba que el PIB de la Unión Europea, en 2022, crecería un reducido 2,7%. En febrero, estimó un 4%, y que la inflación llegaría a final de año al 6,1% en la Eurozona (casi el doble del anteriormente previsto, que se estimaba en el 3,5%).
La guerra en Ucrania ha hecho saltar por los aires la prevista expansión después de los estragos causados por la pandemia. Ahora bien, no deberíamos esconder la cabeza e ignorar que la Unión y el Estado siguen inmersos en los mismos problemas que la Covid evidenció con toda crudeza. La UE no cuenta con autonomía tecnológica, ni energética, ni industrial, ni alimentaria y, a la vez, presenta dificultades para convertir el progreso técnico y científico en progreso económico y social mediante la innovación, una disfunción que se arrastra desde hace décadas. De hecho, la Comisión Europea en 1995 la denominó 'Paradoja Europea' al alertar que la potencia en investigación no se trasladaba a innovaciones en productos o procesos productivos.
Se debe actuar con eficiencia y eficacia en el uso de los fondos Next Generation y hacerlo, además, con rapidez
La Unión Europea no puede seguir perdiendo el tiempo. Los fondos Next Generation deberían ser la palanca que permita solucionar estos problemas, adentrándose decididamente en el camino que permita lograr la requerida autonomía tecnológica, desarrollando una potente industria microelectrónica. Impulsando las fuentes energéticas que garanticen las necesidades de la sociedad, reactivando el proyecto encaminado a utilizar la fusión nuclear como una fuente inagotable para generar energía eléctrica. También incentivando la reindustrialización del países tanto en el industria intensiva en conocimiento como en la manufacturera al potenciar el reciclaje y los ciclos de vida circulares de todos los productos. Y, a la vez, recuperar la actividad agraria, con criterios de agricultura ecológica, poniendo de nuevo en producción las miles de hectáreas que progresivamente se han abandonado
Unos fondos, los Next Generation, que al Estado español le aportarán 140.000 millones de euros de los que 60.000 millones son transferencias no reembolsables y, adicionalmente, solo podrá disponer de 80.000 millones en créditos.
Una cantidad de dinero enorme que debería emplearse en reformas profundas, dejando atrás las política paliativas, para acabar con las disfunciones e incapacitados de nuestro sistema productivo entendido en su conjunto, es decir, desde la generación de conocimiento a su aplicación, uso, consumo y reciclaje.
Los fondos Next Generation son, sin duda, una oportunidad para dejar atrás los desajustes sistémicos que sufrimos. Por lo tanto, con la mirada en el presente y el futuro, es necesario enfatizar y priorizar las actuaciones encaminadas a acelerar el desarrollo técnico y científico como motor de futuro. La gestión y uso eficiente del agua al potenciar el sector agrícola y el mundo rural. La mejorara de la movilidad sostenible. La transformación energética potenciando la energía fotovoltaica y el hidrógeno. Se debe fortalecer la reindustrialización con criterios de Industria 4.0 y de economía circular impulsando, a la vez, los componentes tecnológicos que la conforman. Y, lógicamente, alfabetizar digitalmente a la sociedad en su totalidad, porque hoy día ser o no ser digital ya no se pone en duda, la cuestión se hacer las cosas asumiendo la viabilidad económica de las iniciativas, la sostenibilidad y el retorno social.
Un conjunto de actuaciones encaminadas a asegurar un futuro próspero y, también, para disponer de un cierto grado de autonomía, es decir, de capacidad de producción y fabricación de proximidad de aquellos productos que permiten cubrir nuestras necesidades básicas, sin que nos veamos afectados por cierres de fronteras, guerras, especulaciones o nuevas pandemias.
Por esta razón, hay que actuar con eficiencia y eficacia en el uso de los fondos Next Generation y hacerlo además con rapidez, para evitar llegar a un determinado momento en que la situación no se pueda reconducir por no haber afrontado a tiempo los retos y aprovechado las oportunidades