El 9 de junio de 2020, en medio de la pandemia y todavía con el confinamiento fresco en la memoria, publicamos un artículo explicando la gran cantidad de muestras de poder empresarial que se pueden contemplar a lo largo del Passeig de Gràcia de Barcelona, y también de su contrafuerte, Plaza de Catalunya. Ese primer esbozo sobre el peso del sector financiero en esta plaza tan emblemática de la capital del país ahora lo completaremos, añadiendo un viaje en el tiempo. Sí, nos trasladamos un siglo atrás, alrededor de 1924, para comprobar que aquel punto geográfico era el kilómetro cero del sector financiero.
Si comenzamos respetando el orden de la numeración de la plaza, encontramos que en el número 6 tenía su sede el Royal Bank of Canada, una entidad de Quebec que en Barcelona era dirigida por Charles Everett MacKenzie (1877-1960). Este directivo llegó a Barcelona en 1919 y antes había ejercido como agente del banco en Nueva York. Dos años después fue destinado a la oficina de Río de Janeiro. La sucursal catalana era la única de Europa continental (aunque en París había la sede de una filial francesa del banco). Tras la Guerra Civil, y en virtud de la ley de nacionalización voluntaria de la banca extranjera, el negocio de esta entidad pasó a manos del Banco de Aragón (1942). En el mismo edificio donde estaba la oficina barcelonesa también se encontraba la sede de las empresas La Industria Eléctrica (filial de Siemens) y Lámparas Z (filial de Philips), ambas vinculadas a la familia Muntadas, los propietarios de La España Industrial.
Donde hoy encontramos El Corte Inglés, había el Banco de Préstamos y Descuentos, que en el periodo que nos ocupa tenía como presidente a Josep Ferrer-Vidal Soler, miembro de una estirpe muy importante del país
En el número 9 de la plaza tenía su sede el Anglo-South American Bank, que se estableció allí en 1916. Esta entidad había nacido a finales del siglo XIX vinculada a las exportaciones chilenas de nitrato, café y cacao. El fundador había sido el coronel británico John Thomas North, conocido como “el rey del nitrato”. Tuvo marca propia en Barcelona hasta 1936, cuando, tras la quiebra, fue absorbido por Lloyds Bank. En este número de la Plaza de Cataluña es donde en 1919 se levantó la Casa Pich y Pon, propiedad de un conocido empresario y político catalán.
En el número 14, donde hoy encontramos El Corte Inglés, había el Banco de Préstamos y Descuentos, que en el periodo que nos ocupa tenía como presidente a Josep Ferrer-Vidal Soler, miembro de una estirpe muy importante del país. Acabó siendo filial del Banco de Barcelona, pero con la quiebra de este (1920) se desvinculó y continuó su trayectoria como banco independiente hasta ser absorbido, en 1930, por el Banco Comercial de Barcelona. En el siguiente número, el 15 (esquina con la calle de Fontanella), estaba el Banco Español del Río de la Plata, que se instaló allí en 1920. Era una entidad fundada en Buenos Aires (Argentina) en 1887 con la participación de un contingente importante de emigrantes españoles. En el siguiente número, el 16, donde hoy día está el edificio de Telefónica, estaba instalado el Banco di Roma. Esta entidad tuvo una relación estrecha con una multinacional italiana establecida en Cataluña como era Pirelli, que tenía una gran planta de fabricación de cables en Vilanova y la Geltrú (Garraf).
La antigua oficina del Deutsche Bank ahora es sustituida por una tienda de la compañía de telecomunicaciones Orange
Cruzando el Portal de l’Àngel, llegamos al número 19, donde estaba el Banco Alemán Transatlántico (Deutsche Ueberseeische Bank), una entidad verdaderamente importante por su trayectoria que, en cierta manera, llega hasta nuestros días. En el momento de su fundación nació como filial del Deutsche Bank y, como veremos, al cabo de muchas décadas se volvió a integrar. La oficina de Barcelona existía desde 1904 porque consideraban que la capital catalana era el lugar ideal para hacer de puente para los negocios alemanes en Latinoamérica, donde ya tenían oficinas desde 1887. Tras la Segunda Guerra Mundial, por ser una entidad de capital alemán, experimentó cambios drásticos siguiendo la voluntad de las potencias vencedoras del conflicto bélico. La filial española pasó a manos estatales y luego se privatizó, para después, en 1950, convertirse en el Banco Comercial Transatlántico, conocido durante muchos años como Bancotrans, que mantenía en su denominación el recuerdo del banco original. Desde aquella década, el Deutsche Bank fue recuperando la propiedad muy lentamente, hasta que en 1994 lograron la totalidad del capital y lo fusionaron con otro banco, el Banco de Madrid, que habían adquirido poco antes. En la sede primigenia, la de Plaza de Cataluña, ahora hay un hotel llamado Olivia Plaza y hasta hace no mucho también había una oficina del Deutsche Bank (ahora sustituida por una tienda de la compañía de telecomunicaciones Orange).
En el número 20 tenía su sede la Société Générale, cuyo nombre completo incluía el añadido de “pour favoriser le développement du commerce et de l’industrie en France”, pero que en realidad es la entidad que conocemos hoy día con el nombre corto. La entidad había sido fundada en París en 1864 por la familia Rothschild y el industrial Eugène Schneider. Hasta hace no muchos años, este edificio aún lucía un rótulo luminoso de este banco.
En 1982, una banda formada por once personas asaltó el Banco Central a tiros y mantuvo como rehenes a clientes y trabajadores durante 37 horas desesperadas.
Para cerrar esta primera entrega, dedicada a la Plaza de Cataluña propiamente dicha (en la siguiente veremos los alrededores), debemos recordar de manera obligada el número 22, porque también acumula mucha historia. Allí había hace cien años la Banca Arnús, propiedad de la familia homónima que también tenía intereses en la Banca Arnús Garí. La entidad había sido fundada en 1910 por Gonçal Arnús y se mantuvo independiente hasta que en 1947 pasó a manos del Banco Central, que hizo suya la sede de este número 22 de la plaza. El edificio, que hace esquina con la Rambla de Canaletes, no es otro que aquel donde se produjo uno de los atracos más espectaculares y misteriosos de la historia del país. El 23 de mayo de 1981, una banda formada por once personas -la cifra no está confirmada- asaltó el banco a tiros y mantuvo como rehenes a clientes y trabajadores durante 37 horas desesperadas. El acto se resolvió con la detención de los asaltantes, pero siempre ha quedado una sombra de duda sobre las verdaderas motivaciones de aquellos hechos. Por cierto, la figura de Hermes que hay en la puerta principal (por donde entraron los asaltantes) ya está acostumbrada a los sobresaltos, porque además de estos hechos de 1981, ha vivido de cerca las celebraciones de los seguidores del Barça desde hace cien años y también fue testigo de excepción cuando en el verano de 2017 una furgoneta pasó por delante suyo a toda velocidad.