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El poder del vecino del norte. Las grandes multinacionales francesas

Las inversiones del Estado francés en empresas estratégicas y sus relaciones con España

La cultura empresarial de Francia. | iStock
La cultura empresarial de Francia. | iStock
Barcelona
22 de Octubre de 2020

El pasado 7 de octubre, en un artículo sobre la constructora española ACS hicimos mención a la venta de una parte del negocio controlado por la compañía de FlorentinoPérez a la multinacional francesa Vinci. En el texto aprovechábamos para recordar la presencia muy destacada de empresas galas en el sector de la construcción y las infraestructuras en España (Engie, Eiffage, Veolia o la misma Vinci). Con todo, esto sólo es la punta del iceberg del poder que tiene Francia en sectores estratégicos gracias a sus multinacionales, algunas de ellas con presencia estatal en el accionariado.

Para seguir con el sector de las infraestructuras, echamos un vistazo a dos empresas muy interesantes, como son Engie y Vivendi, que tienen un origen bastante similar. La primera de ellas quizás es más conocida por su anterior denominación (cambió hace un par de años) que era GDF Suez, el resultado de la fusión de dos gigantes, Gaz de France (GDF) y la histórica Suez, que tenía sus orígenes en la compañía que fundó Ferdinand de Lesseps para construir el Canal de Suez.

La fusión se produjo en 2006, e implicaba que se juntaran una empresa básicamente pública (el Estado francés poseía el 80% de Gaz de France) y Suez, que a su tiempo era la unión de Compagnie universelle du canal mafins el ritime de Suez (la firma de Lesseps) y Lyonnaise des Eaux, una empresa muy vinculada con Catalunya. Este vínculo nace en 1881 cuando Lyonnaise des Eaux adquiere Aigües de Barcelona, fundada en 1867 y hasta la fecha con capital belga. Los franceses ya no abandonaron nunca el capital de la distribuidora catalana de agua, hasta el punto que en la actualidad poseen el 100% (en los últimos tiempos, "la Caixa" le vendió su participación).

El cambio de denominación de Suez a Engie, pero, no ha afectado a todas las empresas del grupo porque la división de aguas (aquella que tiene el control de Agbar) se continúa llamando Suez, y precisamente estos días está de actualidad porque su principal accionista (Engie, que tenía el 30%) acaba de vendérsela a otro grupo de gran volumen llamado Veolia, que más adelante veremos de donde proviene.

"El segundo máximo accionista de Suez es "la Caixa", que conforme vendía las acciones de Agbar a Suez, iba comprando acciones de la misma Suez"

Por cierto, el segundo máximo accionista de Suez es "la Caixa", que conforme vendía las acciones de Agbar en Suez, iba comprando acciones de la misma Suez. Un poco lío, todo. 

Hoy en día, el conglomerado Engie (recuerden, la denominación final de la cadena de fusiones Lyonnaise, Suez y Gaz de France) factura 60.000 millones de euros y el Estado francés es el máximo accionista con mucha diferencia con aproximadamente un tercio del capital. Para ponerlo en contexto, esta cifra de ventas es superior a 10.000 millones de euros a la facturación de Repsol, la empresa española de más volumen.

El agua de Canal+ y Mediaset

Volvemos atrás para recuperar la otra empresa que habíamos mencionado, Vivendi. Su historia corre en paralelo a la de Engie, porque el origen es también el de una compañía de aguas, y no una cualquiera sino la principal rival de Suez durante muchas décadas, pero Vivendi se ha diversificado hacia otras actividades que no tienen nada que ver con las infraestructuras.

En 1853 el Estado francés creó la firma Compagnie Générale des Eaux (CGE), que no empezó a diversificar en sectores diferentes de los del agua hasta la década de los ochenta. Como dato curioso, en 1983 fue uno de los socios fundadores de Canal+, la empresa de televisión de pago. No sería la última inversión en los medios de comunicación y entretenimiento, porque con los años acabarían adquiriendo la Universal (una de las tres grandes discográficas del mundo) y un paquete importante en Mediaset.

El año 1998 se produjo el cambio de denominación, apareciendo por primera vez la marca Vivendi. Como resultado de la crisis financiera de 2000, la compañía se dividió en dos, por un lado las inversiones en industria del entretenimiento, bajo la marca Vivendi Universal, y por otra los negocios de agua y residuos con la marca Vivendi Environnement (que con los años cambiaría de nombre para ser Veolia Environnement).

"Las dos grandes rivales seculares en la gestión del agua (Compagnie Générale des Eaux y Lyonnaise des Eaux) han acabado en manos del mismo accionista"

La crisis mencionada acabó para llevar Vivendi a la suspensión de pagos, en medio de un gran escándalo por la poca fiabilidad de las valoraciones de los analistas (en dos años las acciones de la compañía pasaron de valer 145 euros a valer poco más de ocho, cuando los analistas publicaban un valor teórico de más de 200 euros). A pesar de la crisis y los sucesivos redimensionamientos del grupo, continúa siendo un conglomerado muy grande, con una facturación anual de 27.000 millones de euros (más que Mercadona, por ejemplo). El Estado francés tiene el control sobre el 10% del capital, por encima de cualquiera otro accionista.

Esta compañía llamada Veolia que acabamos de mencionar no es otra que la que había sacado la nariz un buen puñado de líneas atrás cuando hablábamos de la venta de Suez por parte de Engie. Así pues, lo que son las cosas, las dos grandes rivales seculares en la gestión del agua (Compagnie Générale des Eaux y Lyonnaise des Eaux ) han acabado en manos del mismo accionista.

De la compañía Vinci, ya hablamos con cierto detalle en el artículo sobre ACS, pero vale la pena que recordamos algún dato básico. Es uno de los grandes jugadores continentales en el mundo de las infraestructuras, con una facturación que sube hasta los 48.000 millones de euros y tiene como máximos accionistas sus mismos trabajadores, que atesoran casi un 9% del capital, por encima de la autocartera y del fondo soberano del Qatar.

En el ranking de constructoras francesas, tras Vinci encontramos a Bouygues (que pertenece a un grupo industrial que factura 38.000 millones de euros anuales y que tiene a la familia homónima como máximo accionista) y a Eiffage (19.000 millones de euros de facturación y el colectivo de trabajadores como máximo accionista).

La energía francesa va sobre ruedas

Pero el peso de las grandes compañías francesas en el ámbito de la construcción y las infraestructuras es sólo una pequeña parte de su relevancia en la mayoría de sectores. En paralelo a este ámbito hay el de las energías, donde destacan Areva (energía nuclear y propiedad del Estado) y Électricité de France (tercera compañía del mundo en energía eléctrica y también de titularidad estatal).

Otro sector clásico por su importancia estratégica es el de la telefonía, donde encontramos France Telecom, actualmente conocida como Orange. Tiene una facturación superior a los 42.000 millones de euros y su máximo accionista es el Estado francés. Donde los vecinos norteños sobresalen es en un sector clave cómo es el de la automoción. Pueden presumir de proporcionar al mundo las marcas Citroën, Peugeot y Renault (las tres con el Estado como uno de los principales accionistas) y son, en buena medida, propietarios de la japonesa Nissan, a través precisamente de Renault. Vinculado al mundo de los coches, hay la producción de neumáticos (Michelin, primer fabricante mundial) y de petróleo (Total, cuarta petrolera del mundo, con una facturación de 200.000 millones de euros y donde los trabajadores tienen uno de los principales paquetes accionariales).

Vinculado a la movilidad, encontramos a Alstom (8.000 millones de euros de facturación), que es uno de los proveedores habituales del Metro de Barcelona. Para ir cerrando esta lista densa, pero no exhaustiva no podemos olvidarnos del sector farmacéutico, uno de los más importantes del mundo por su aportación en investigación y valor añadido, donde los galos pueden presumir de tener la compañía Sanofi Aventis, que con sus 35.000 millones de euros de facturación a menudo figura entre las cinco grandes del mundo de este sector. Su máximo accionista es otra empresa francesa, L'Oréal, que tiene casi un 10% del capital.

"La potencia industrial francesa no puede ser comparada de ninguna forma con la raquítica estructura española"

Estos últimos son uno de los grupos emblemáticos del mercado mundial de la cosmética, que factura 27.000 millones de euros y tiene como propietarios a la familia Bettencourt (33%) y la multinacional suiza Nestlé (23%). Precisamente en esta lista no podemos pasar por alto a uno de los principales rivales de Nestlé, como es la firma excatalana Danone (25.000 millones de euros de ventas anuales). Y vinculado a la alimentación, por supuesto, hay que tener en cuenta el gran póquer de la distribución: Carrefour, Auchan, Intermarché y E.Leclerc, que consiguen facturaciones entre los 32.000 y los 80.000 millones de euros. Y para cerrar, ahora sí, esta compilación hay que hacer mención a Saint Gobain, una empresa dedicada al vidrio con cerca de cuatrocientos años de historia que cada año vende por valor de 43.000 millones de euros.

Visto todo esto, la primera reacción es el sentimiento de derrota sin paliativos que tiene que tener cualquier ciudadano español en cuanto a sus vecinos del norte. La potencia industrial francesa no puede ser comparada de ninguna forma con la raquítica estructura española, donde sólo encontramos un par de anomalías (Inditex, Mercadona), algunos exmonopolis públicos o empresas reguladas (Repsol, Telefónica, Gas Natural o Iberdrola) y obviamente, el clan de la obra pública (ACS, Acciona, FCC, Ferrovial). Con un acto de generosidad, se podría considerar españolas a Endesa y Cepsa para mirar de engrandar un poco la nómina.

Y la segunda derivada es constatar como el Estado francés está presente en un buen puñado de empresas estratégicas, mientras que España optó por venderse todas las participaciones a empresas públicas en un ataque repentino de liberalismo del que quizás ahora muchos se arrepienten.