Como probablemente sabréis, Taiwán produce más del 60% de los chips del mundo. Se trata de la industria más sofisticada del planeta, con un crecimiento próximo al 20% anual - y acelerándose. Pero no es solo un tema de market share. Las foundries taiwanesas son las únicas capaces de producir los chips más sofisticados. Si tienes un Mac M1 de última generación, el chip está hecho a Taiwán, y chips como los que incorporan la tecnología de 3nm, de hecho, solo se pueden hacer a Taiwán.
Este es probablemente el caso de éxito más importante de la innovation policy a Taiwán. Un caso que nos enseña la enorme importancia de la a menudo despreciada innovación incremental, y que desbanca muchos mitos sobre Venture Capital y la importancia de estar conectados con los centros de talento internacional. Un caso del que podemos aprender mucho.
Taiwán tiene dos agencias de innovación, Institute for Information Industry (III) que está a Taipeh, e ITRI, Industrial Technology Research Institute, en Hsinchu, al norte de la isla. La historia de los semiconductores es, en buena medida, la historia del ITRI. El instituto fue creado por el gobierno Taiwanés en 1973, por el que entonces era ministro de economía, y que posteriormente sería primer ministro, Sun Yun-suan. La localización parece extraña, pero no es casual: está próximo a las dos mejores universidades de ingeniería de Taiwán, Chiao Tung y Tsing Hua.
La idea inicial era muy clara y explica lo que pasó posteriormente. Se trataba de hacerse responsable de actualizar la tecnología industrial de la zona, transformarla en innovación y difundirla. Es decir, el gobierno se hacía responsable de la investigación industrial que transfería a la industria de forma que esta se pudiera concentrar en el desarrollo y la producción. Una división del trabajo que funcionó muy bien, porque la industria de la época estaba formada por pequeñas y medianas empresas que no tenían capacidad de asumir la investigación y las partes de desarrollo e innovación más complicadas.
El reinado de los semiconductores
Los semiconductores son un buen ejemplo de cómo esto se produjo. Solo un año después de la fundación de ITRI, Sun se encontró con amigos de RCA, la compañía americana líder en semiconductores de la época, y juntos imaginaron las políticas de innovación necesarias para crear la industria de semiconductores a Taiwán. Una parte de este plan consistía en la creación de un grupo de expertos constituido por chinos americanos que trabajaban en la industria de semiconductores en los Estados Unidos, que elaborarían recomendaciones y harían un seguimiento de las actuaciones.
Gracias a la influencia de este grupo se consiguió que RCA transfiriera el 1976 al ITRI tecnología que ya estaba obsoleta. De hecho, RCA ya había decidido salir del mercado de los semiconductores, y para ellos esta era una oportunidad de ingresar royalties en base a la tecnología de 7 micrones que estaba a punto de ser reemplazada por la de 2 micrones.
El siguiente paso fue desplazar un grupo de ingenieros taiwaneses a RCA durante cerca de un año para adquirir y formarse en la tecnología. Este grupo sería posteriormente el embrión del futuro dominio taiwanés en el campo de los semiconductores. Los taiwaneses fueron mejorando su tecnología hasta conseguir mejores resultados que los americanos. Como resultado, estos empezaron a comprar semiconductores a Taiwán para complementar su producción y conseguir ingresos adicionales. Esto fue clave!
Los taiwaneses fueron mejorando su tecnología hasta conseguir mejores resultados que los americanos, que empezaron a comprar semiconductores
Paralelamente, el gobierno de Taiwán empezaba a establecer la infraestructura tanto física como empresarial necesaria para la industria de los semiconductores. Fue en aquel momento, en 1978, cuando se creó el Science and Technology Development Program, con dos objetivos: Primero, la creación de un grupo de asesoramiento sobre ciencia y tecnología que reportaba directamente al presidente de Taiwán. El segundo, la creación de una infraestructura que diera respuesta a las demandas de ciencia y tecnología de las industrias avanzadas. Este último fue liderado por el rector de la universidad de Tshing Hua, la mejor universidad tecnológica del país, y condujo a la creación del parque tecnológico de Hsinchu, imitando el modelo de la universidad de Stanford. Por suerte por Taiwán Hsinchu fue justamente en la dirección contraria.
El resultado de este parque fue concentrar tres segmentos de la industria electrónica que iban desde el semiconductor al componente listo para montar ordenadores. Encontrar capital privado para crear la primera empresa de semiconductores (hasta aquel momento era un grupo del ITRI) no fue fácil. Nadie se quería arriesgar. Finalmente el director de este grupo y algunos ingenieros propusieron un plan al Ministerio de Industria, y este forzó a empresas privadas a que invirtieran. Así nació UMC, hoy en día la segunda empresa de semiconductores del mundo. Poco después se produjo otro spinoff de este grupo del ITRI. Este último dio origen a TSMC, la empresa que hoy en día tiene más del 50% del mercado mundial de semiconductores. El resto es historia.
Cómo establecer un clúster
El grupo saliente del IRTI ejemplifica las características definitorias de la evolución de este tipo del cústers de innovación tecnológica locales. En primer lugar, su inserción en redes globales, a menudo redes logísticas o de producción. En este caso se aprovecha la apertura de la outsourcing como estrategia competitiva a los EEUU para insertarse en estas redes. Por eso es imprescindible estar conectados, no solo a un nivel superficial, sino a un nivel profundo. Sin los chinos americanos que trabajaban en RCA, ahora probablemente Taiwán no sería una potencia en semiconductores. Estas conexiones se han estructurado en los últimos años, y ya tenemos redes de embajadores y Diplomacia Tecnológica con organizaciones cómo SciTechDup.
El ITRI cogió la responsabilidad de arrastrar la industria local a altos niveles de competitividad global
En segundo lugar una alta capacidad de innovación incremental que permita igualar o superar los niveles de la industria existente. Sin que el grupo del ITRI hubiera conseguido hacerlo mejor y avanzar la tecnología obsoleta que heredó de RCA, la industria de semiconductores Taiwanesa no existiría. Esta innovación incremental, sin descanso, es la que mantiene una industria competitiva a nivel global. Por eso son imprescindibles organizaciones que releven a las pequeñas y medianas empresas de esta investigación y lo hagan con una alta competitividad global. La excelencia de estas organizaciones es vital para que las industrias que dependen de ellas tengan éxito. Si no son excelentes, no competirán globalmente, y tampoco lo hará la industria. El ITRI cogió la responsabilidad de arrastrar la industria local a altos niveles de competitividad global.
En tercer lugar, el liderazgo adaptativo al más alto nivel. No hay un master plan! Estamos ante un caso de coevolución de la industria local que intenta conseguir un hueco en las cadenas globales de producción. De una manera pragmática y aprovechando todas las conexiones posibles y capital local – si no estas capacidades serán fácilmente absorbidas por los hubs establecidos cómo veremos en otros casos – las políticas coevolucionan con la industria.
La innovación del lider
La gran tentación de la industria es situarse en una zona de confort, un nicho de mercado específico con menor intensidad competitiva. En el caso de Taiwán vemos cómo las políticas de innovación han sido capaces de arrastrar la industria hacia mayores ambiciones y sacarla de esta zona de confort. El resultado no ha sido otro que el liderazgo mundial.
El caso de los semiconductores de Taiwán es ejemplar de un tipo de innovación: la innovación tecnológica de productos y componentes, que predomina en países cómo En Alemania, Corea o Taiwán; ya sea en industrias extremadamente complejas como los semiconductores o más simples como mecanismos de bicicleta de Shimano o los accesorios de automóvil de Bosch.
Ahora llega la ambición de China para superar el middle income trap de los países que generan productos o servicios de bajo valor añadido pero son competitivos y se ven atrapados en una situación de éxito pero con salarios bajos - os suena? Sí, también es en buena parte nuestro caso. Ahora bien, la mayor parte de la innovación es innovación de mercado, no tecnológica, que sigue dinámicas muy diferentes, pero esto será otro artículo. De momento, sin embargo, un mensaje: No hay varita mágica. No es fácil, pero merece la pena y es necesario si queremos ser un país próspero, lleno de oportunidades para su gente y que pueda aspirar a ser justo e igualitario.