Caixabank y Bankia quieren fusionarse. Todavía no se ha llegado a un acuerdo. Estos son los únicos dos hechos que sabemos del cierto, de momento. Los interrogantes que aparecen a partir de aquí son casi infinitos, con algunos que ya empiezan a desvelarse, a pesar de no estar confirmados: ¿qué marca prevalecerá enel superbanco que se forme?, ¿quiénes serán los máximos directivos de la nueva entidad?, ¿se ganará eficiencia o sólo tamaño?, ¿será un banco más moderno y digital?... Pero este artículo se centra, sobre todo, en las preguntas que empiezan con un porqué.
¿Por qué una fusión entre estas dos entidades? Por necesidades. El decano del Col·legi d'Economistes de Catalunya, Anton Gasol, lo tiene claro. Por un lado, Caixabank ha visto como la cotización de sus acciones ha bajado en pocos años de cinco a dos euros por título, aproximadamente. El efecto inmediato del anuncio de la posible fusión se ha notado en la Ibex35, con subidas de las entidades financieras en general, encabezadas por las dos protagonistas del día. Bankia rebotaba un 26%, mientras que Caixabank lo hacía un 12,5% al mediodía.
De hecho, Gasol se hace otra pregunta: "¿Por qué no se ha suspendido la cotización de las dos entidades después de presentar un hecho relevante a la CNMV?". El hecho de que las dos entidades sigan cotizando y el valor de sus acciones se haya disparado después del anuncio, hace que "algunos se estén enriqueciendo y la participación que tiene el Estado en Bankia aumente de valor; esto da aire al Gobierno", asegura el decano del Col·legi d'Economistes.
Por su parte, el Gobierno español tiene un problema con Bankia: la titularidad de casi un 62% del capital después del rescate que se produjo durante la anterior crisis. Según Gasol, "el Estado quiere diluir su participación". La única fórmula que no convertiría al Estado en principal accionista del banco resultante es la fusión con Caixabank, y no con cualquier otra entidad. Esto se explica por la participación que tiene la Fundació La Caixa de Caixabank, de un 40%. Después de la fusión, esta se mantendría como mayor accionista de la entidad nueva, con un 30%, mientras que el Estado pasaría a controlar sólo un 14% -aproximadamente- y podría vender su participación de manera más fácil en un futuro.
En la misma línea, el profesor de Banca de la EAE Business School Luis Losantos considera que la fusión "no es real, sino que ha sido impulsada por el Gobierno central". El experto cree que esta puede ser la primera de una nueva oleada de fusiones, con las adquisiciones por parte del BBVA y Santander de Liberbank y el Sabadell, respectivamente, como posibles siguientes pasos. Como Gasol, también lo ve como una oportunidad por parte del Estado de recuperar parte del dinero que costó el rescate de Bankia.
El Estado pasaría de controlar el 62% de Bankia a un 14% de la nueva entidad surgida de la fusión
¿Por qué ahora? El momento en el que llega el anuncio de una futura posible fusión no es cualquiera, ni en cuanto a la coyuntura global ni la del sector financiero en concreto. La covid-19 ha cambiado el panorama y ha enviado a la economía mundial directa hacia una nueva recesión. Todo hace prever que la morosidad aumentará como consecuencia de la crisis. Además, explica Gasol, el sector financiero intenta mantener los monopolios en depósitos y créditos -que en algunos países ya empieza a perder-. "No tardaremos en llegar a una situación en que los bancos centrales de cada país emitan moneda virtual: todo el mundo podrá tener sus ahorros en los bancos centrales", asegura el decano del Col·legi d'Economistes y execonomista de Caixabank cuando todavía era La Caixa. Los bancos, como otros muchos sectores, necesitan transformarse. Y, en este sentido, tienen competencia.
La concentración llevada al extremo
La consecuencia más directa de esta posible fusión es que el sistema financiero estará todavía más concentrado. El proceso de concentración empezó con la desaparición de todas las cajas y la aparición de un panorama que se aguanta con cinco grandes bancos -Santander, BBVA, Caixabank, Bankia y Sabadell, en este orden- que tienen casi el 60% de la cuota de mercado. Esto, si hablamos del sistema financiero español. "¿Tiene sentido hablar de países cuando el objetivo es que la Unión Europea sea un único sistema financiero?", se pregunta Gasol.
"Los catalanes estábamos orgullosos de tener tantas cajas, entre ellas, la más grande, La Caixa", recuerda el economista. Pero su identidad empezó a deshacerse con la llegada de Caixabank. La segunda etapa que desdibujaba los rasgos históricos del -ya a partir de entonces- banco, fue el cambio de sede social. En palabras de Gasol, "los catalanes ya perdimos el banco catalán por excelencia cuando la sede se trasladó a València". Era en 2017, justo después del referéndum sobre la independencia de Catalunya del 1 de octubre y en el contexto de la desbandada de empresas hacia otros territorios del Estado español. Bankia también tiene la sede social en la capital del País Valencià, hecho que hace suponer que la nueva entidad se quedará allí. De hecho, la Generalitat Valenciana ya se imagina tener en sus tierras al nuevo gigante financiero: cree que sería "lógico" conservar la sede social.
A falta de conocer si se confirma y consolida la operación, la Confederación Empresarial de la Comunidad Valenciana (CEV) considera muy positiva la posible fusión entre ambas entidades. "Esta fusión está en linea con lo que el contexto económico requiere y con las recomendaciones que el BCE está trasladando a todo el sector bancario de la Unión Europea", han explicado desde la CEV. “Para las empresarias y empresarios de la Comunidad Valenciana, el hecho de que la primera entidad bancaria de España tenga su sede en nuestro territorio sería un hito histórico”, ha asegurado el presidente, Salvador Navarro. Además, la CEV quiere transmitir todo su apoyo a los presidentes de ambas entidades, asociadas a la Confederación, con los que mantiene "una estrecha relación", han explicado.
"Los catalanes ya perdimos el banco catalán por excelencia cuando la sede social de Caixabank se trasladó a València", según Anton Gasol
Lo que ya comparten las entidades es su origen, que se encuentra en los dos casos en las cajas. Pero seguramente esta coincidencia es de las cosas que menos peso ha tenido en la decisión, asegura Gasol. La estrategia de cerrar oficinas y prescindir de parte de la plantilla que trabajaba también es común, a pesar de que compartida con la mayoría de bancos. Según Gasol, "hay que ver si los ERE continuarán" en un futuro banco que, sumando los empleados de las dos patas, tendrá unos 51.000 trabajadores (casi 35.600 de Caixabank y 16.000 de Bankia). A la ecuación se tienen que añadir unas 6.600 sucursales: 4.400 de la entidad de origen catalán y más de 2.200 de la nacionalizada. Desde la UGT ya han alertado de que el proceso de concentración de los últimos años del sistema bancario ha llevado a destruir unos 100.000 puestos de trabajo y a reducir las sucursales en más de un 40%.
Las preocupaciones también surgen en la garantía de la competencia. La Asociación de Usuarios Financieros (Asufin) ve la fusión con "preocupación". La entidad resultante, según ha expresado la asociación a través de un comunicado, sería "demasiado grande para caer, hecho que siempre representa un riesgo para el consumidor". Está de acuerdo con esta premisa Podemos. Nacho Álvarez, el secretario de Estado de Derechos Sociales y secretario de Economía del partido, cree que la negociación entre Caixabank y Bankia "no es una buena noticia". La formación rechaza una "reprivatización" de la entidad presidida por Ignacio Goirigolzarri y, de hecho, cree que Bankia sería un buen embrión para una futura banca pública.
La sorpresa en el mundo financiero ha sido muy relativa, ante una fusión que todo hace pensar que hace tiempo que se está gestando y sobre la cual, contrariamente a lo que han comunicado Caixabank y Bankia a la Comisión Nacional del Mercado de Valores, se prevé un acuerdo inminente.