En las últimas semanas, uno de los temas preferidos por los medios de comunicación y las conversaciones familiares es el elevado precio del aceite de oliva. El oro verde reclama protagonismo. De alguna manera, se está expresando la importancia de este producto en nuestra gastronomía. Los temores al desabastecimiento ante una sequía sin casi precedentes está en la base de todas las conversaciones. Los datos avalan estos temores, los stocks estimados de aceite de oliva en la UniónEuropea, donde España es el primer productor, han bajado un 58 % de septiembre 22 a septiembre 23. Este dato parece corresponderse con la caída estimada de un 55,5 % de la producción española para la campaña 2022/23. La realidad de los precios no deja indiferente, tan solo hay que ver gráficamente la dinámica de precios de los últimos cinco años, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).
El pasado 11 de septiembre se publicó en OnEconomia una entrevista que me hizo la periodista NúriaCasas. Ella me preguntó por las previsiones de los precios del aceite y yo respondí con argumentos previos: "Este precio actual, el día 1 de diciembre será bastante más bajo". Esta afirmación ha suscitado controversia en algún entorno, es como poner en duda la realidad más que evidente de la grave sequía. Incluso, alguien lo ha considerado una previsión temeraria. Los economistas somos, según dicen, los grandes interpretadores de lo que ha pasado. Sin embargo, imaginar el futuro de manera argumentada es una tarea necesaria para orientar las actuaciones necesarias, incluso, si es necesario y es posible, corregir a tiempo el futuro.
¿Por qué, hipotéticamente, el precio del aceite tiene que tener un significativo descenso cercano, a pesar de la sequía y la evidente y grave caída de stocks? A continuación detallo algunos datos más:
- Las caídas de producción a nivel europeo en conjunto (que incluye España) han sido menores que las de España (-39%).
- Los cálculos de producción entre 2021/22 y 2022/23 parten de una campaña 2021/22 que es la mejor de los últimos seis años. De tal manera que los porcentajes de caída quedan sobrevalorados en algún grado.
- El consumo europeo estimado se ha reducido un 14% en respuesta a los altos precios. Y esta es una tendencia que no cuenta aún de estadísticas de rigurosa actualidad y podría ser peor de seguir la tendencia.
- Hay un efecto de sustitución de aceite de oliva por otros aceites u otras grasas (mantequilla) y por otras cualidades de aceite (por ejemplo aceite de orujo de oliva).
Los precios son el mecanismo por el que los mercados ajustan oferta demanda. Al elevar el precio, cuando no hay oferta suficiente, lo que están pretendiendo los mercados (figuradamente) es expulsar a demandantes. Y este hecho ya se está produciendo, algo que debería preocupar al sector como posible inductor a modificaciones futuras de los parámetros de consumo. Un hecho, sin embargo, que choca con la fidelidad demostrada a este producto emblemático de la dieta mediterránea.
El consumo europeo estimado se ha reducido un 14% en respuesta a los altos precios
En cualquier caso, dados los datos expuestos, es posible que el descenso de stocks, no responda sólo a la caída de producción de la campaña 2022/23 sino al acaparamiento propiciado por la difusión de unas expectativas absolutamente pesimistas. Expectativas que posiblemente no serán tan malas dado las lluvias habidas en el último periodo, momento clave para la producción de volumen.
¿Quién ha acaparado aceite? En mi opinión a falta de mejores datos, la especulación financiera ha sido escasa o no se ha producido, dado que el mercado del aceite no cuenta con los mecanismos ágiles que facilitarían tal tipo de especulación. Sin embargo, sí ha habido especulación comercial, algo totalmente legítimo, es decir, comprar antes para evitar costes futuros. ¿Por qué deberían las empresas distribuidoras realizar reservas, previendo futuros problemas de abastecimiento? ¿Por qué el aceite, con la leche, el pan y algún producto más, son productos clave en la oferta de un supermercado. Si una superficie de venta no dispone de estos productos clave pierde con seguridad su clientela, que buscará el producto en otro lugar. Razón por la que disponer de aceite es crítico por una pequeña o gran superficie. Además, ha habido acaparamiento o adelanto de las compras por parte del consumidor. Todo ello ha terminado de hundir los stocks, lo que ha multiplicado el efecto sobre los precios.
Los stocks estimados de aceite de oliva en la Unión Europea han bajado un 58% en el último año
Como hipótesis posible, una producción algo mejor de lo esperado, la puesta en el mercado de las reservas hechas por las distribuidoras, las compras adelantadas por el consumidor que ya no se realizarán y la sustitución del aceite de oliva por otros aceites u otras cualidades de aceite de oliva con un valor comercial menor, todo ello haría pensar que los precios deberán bajar al momento en que la nueva cosecha salga al mercado.
En cualquier caso el error del análisis siempre es posible. El error y su corrección forma parte del aprendizaje.