
Desde su reelección el 5 de noviembre pasado, Donald Trump no ha dejado de dar titulares y disgustos a la economía mundial. La decisión de imponer aranceles a las importaciones de Estados Unidos ha demostrado ser una estrategia errática, negociadora y de elevado riesgo porque amenaza con desencadenar una recesión global.
Con fecha de 11 de abril de 2025, los aranceles en vigor son un tipo general del 10% a todos los productos que entran en Estados Unidos, que sube al 25% en el caso de los automóviles y componentes, y del acero y aluminio, y al 145% si proceden de China, incluyendo semiconductores, maquinaria industrial y componentes electrónicos americanos, lo cual es un tiro en el pie para la economía norteamericana. En Canadá y México también se han impuesto aranceles particulares fruto de una negociación previa. De momento, están excluidos de la tarifa global del 10% el petróleo y combustibles, la madera, el cobre, los semiconductores y productos farmacéuticos, esta última excepción beneficia especialmente a Catalunya porque tiene un peso importante en la exportación total a Estados Unidos.
La Unión Europea (UE) ha reaccionado acertadamente. La respuesta ha sido mesurada para que tenga los menores efectos posibles sobre el consumo de los europeos, y además ha sido rápida y unida, pero se ha suspendido durante 90 días para facilitar la negociación con Estados Unidos.
Desde el Día de la Liberación (2 de abril), los mercados han reaccionado con gran nerviosismo y elevada volatilidad, como probablemente seguirá siendo mientras duren las negociaciones. Al cierre de la sesión del 10 de abril, el índice S&P 500 acumulaba una caída del 7%, mientras que el Nasdaq retrocedía un 10%, afectado por la exposición internacional del sector tecnológico. En Europa, el Ibex-35, ha perdido un 7,8%, similar al Dax alemán (-8,3%). El temor a una guerra comercial prolongada, especialmente entre EUA-China, con efectos de segunda ronda sobre la inflación, la inversión y el empleo global, ha llevado a los inversores a replegarse hacia activos más seguros, mientras que los sectores industriales, tecnológicos y exportadores han sufrido las pérdidas más importantes.
Uno de los giros más significativos de Trump fue el anuncio de una moratoria de 90 días en la aplicación de los aranceles recíprocos. ¿A qué se debió este cambio de rumbo? La razón principal parece haber sido la venta masiva de bonos del Tesoro. El rendimiento del bono a 10 años se disparó al 4,5% generando alarma en la Reserva Federal (Fed) y en el Departamento del Tesoro. Un tipo tan elevado encarece el coste de financiación del Estado y presiona al alza los tipos hipotecarios y corporativos, con el consiguiente riesgo para la economía de Estados Unidos. Queda claro que la estrategia de Trump está chocando con las mismas debilidades estructurales de la economía de los EUA, especialmente su elevada dependencia de la financiación externa, y China, que es la principal tenedora de la deuda pública norteamericana, lo estaría aprovechando en esta lucha comercial.
La política arancelaria de Trump no solo afecta a los mercados financieros, sino que también tiene implicaciones para el crecimiento económico global, aunque se visualice de manera más lenta. La OCDE ha reducido las previsiones de crecimiento para Estados Unidos al 2,2% en 2025 y al 1,6% en 2026, señalando que la política arancelaria frenará la economía norteamericana. Las barreras comerciales encarecen los bienes intermedios, reducen la competitividad de las exportaciones y crean distorsiones en las cadenas de suministro.
Las exportaciones directas españolas a Estados Unidos representan el 1,4% del PIB español; Cataluña concentra el 23,9% de estas exportaciones
En España, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) estima que la guerra comercial podría restar hasta 0,5 puntos porcentuales al crecimiento del PIB en 2025 (8.000 millones de euros). Las exportaciones directas españolas a Estados Unidos son de poco más de 18.200 millones de euros en 2024, que representan el 1,4% del PIB español, un porcentaje nada despreciable. Catalunya concentra el 23,9% de estas exportaciones: 4.351 millones de euros en 2024, el 4,3% de las exportaciones totales. Más de 3.000 empresas exportan regularmente al mercado norteamericano, especialmente en los sectores de maquinaria, farmacéutico, químico y perfumería, todos con alta exposición a mercados internacionales.
Sin embargo, España y Catalunya se enfrentan al choque arancelario en mejores condiciones de partida que sus vecinos europeos. Con un crecimiento interanual muy superior al 3% durante el último año -basado sobre todo en el sector servicios y en una población creciente- y con una menor dependencia del mercado norteamericano en la vertiente industrial, el impacto directo se prevé menor al de otras economías como Alemania, Italia o Francia.
A pesar de ello, hay que tener en cuenta que la afectación puede ser importante para determinadas empresas y territorios de Cataluña con una elevada concentración de exportación hacia Estados Unidos (por ejemplo, en aceite de oliva, vino, maquinaria industrial o perfumería). También hay que considerar el posible impacto sobre el sector turístico, dado que los turistas estadounidenses representan el 9,4% de los turistas internacionales en Catalunya, el tercer país más importante después de Francia y el Reino Unido.
La inflación podría repuntar hasta el 4% anual en EUA si la guerra comercial se intensifica, lo que obligaría a la Reserva Federal a reconsiderar su ciclo de recortes de tipos
Uno de los impactos económicos a seguir más de cerca es el inflacionario. La nueva tensión comercial puede generar un “segundo ciclo inflacionario” en las economías desarrolladas a causa de los aranceles, pero que se podría ver compensado en parte por la bajada del precio del petróleo y otras materias. En EUA se prevé que la inflación pueda repuntar hasta el 4% anual si la guerra comercial se intensifica, lo que obligaría a la Reserva Federal a reconsiderar su ciclo de recortes de tipos.
En definitiva, la ofensiva arancelaria de Trump no solo representa una amenaza para el comercio internacional, sino que también socava el multilateralismo y la estabilidad de las reglas comerciales establecidas desde la Segunda Guerra Mundial. La incertidumbre generada por el regreso del proteccionismo aparece como el nuevo cisne negro que pone en riesgo las inversiones y amenaza la economía mundial.