En el Informe de la aseguradora Hiscox sobre pymes y autónomos aparece un dato estremecedor: sólo el 2,4% de estas empresas ha pedido los fondos Next Generation; en el mejor de los supuestos, algo más del 10% piensa solicitarlos. Cuando a principios del pasado año todavía no había una hoja de ruta clara por el reparto de estos fondos, las grandes empresas, por el contrario, hicieron la carta a los reyes pidiendo más del doble de los 58.000 millones previstos por proyectos empresariales. Dos años después, las pequeñas y medianas siguen sin mostrar demasiado interés.
En esta penuria de demanda se encuentra por igual todo el colectivo, tanto aquellas compañías unipersonales como las que dan empleo a hasta 250 trabajadores. Preocuparía menos esta constatación de no ser porque representan el 97% de los casi 4 millones de empresas existentes y más del 65% del PIB. Si a esto le añadimos que sólo el 15,7% del global se ha acogido al expediente de regulación temporal de empleo (ERTO) durante la pandemia -según la misma fuente-, y que la solicitud de los créditos ICO en este colectivo no ha superado el 20%, se llega a la siguiente disyuntiva: o las pymes disponen de una musculatura financiera envidiable porque no necesitan recursos externos o están alejadas de tal modo de los centros de poder que no saben cómo acceder a él.
Tormenta de verano
La Unión Europea (UE) puso en marcha en julio de 2020 dos principales instrumentos excepcionales de recuperación temporal, los NextGenerationEU. Uno es el mecanismo para la recuperación y la resiliencia, los MRR, para otorgar préstamos que soporten las inversiones y las reformas. Y el otro es el React-EU, para impulsar la digitalización y la apuesta ecológica, los dos principales objetivos de la UE en esta década. A finales del segundo año de vida de esta fortuna dirigida a las empresas, el balance del dinero que se ha diseminado por el tejido productivo y en las autonomías es más bien escaso. Nos preguntamos si existen expectativas que se puedan repartir estos recursos en los tres años que quedan hasta el plazo de la convocatoria en 2025. El Banco de España acaba de advertir de la lentitud en el despliegue de los fondos, Foment lo repite a menudo, mientras que en Bruselas son conscientes del retraso en la ejecución. No puede negarse que el gobierno español ha hecho los deberes, fijando los propósitos y repartiendo los fondos entre los ministerios. Ahora bien, ha sido tacaño con las comunidades autónomas y apenas se ha acercado a las pequeñas y medianas empresas.
Las pymes representan el 97% de los casi 4 millones de empresas existentes y más del 65% del PIB del Estado
El resultado de todo esto ha sido que sólo se han ejecutado las primeras partidas, unos 22.000 millones de euros, un tercio de lo previsto por los proyectos empresariales comprometidos. Ante este ritmo lento en la aplicación, el Banco de España sugirió la semana pasada que se amplíe el plazo más allá de 2025 para desembolsar los fondos europeos.
Es la oportunidad de oro. La lluvia en medio de la sequía. En primer lugar, porque la pandemia destruyó profundamente el tejido económico y las administraciones están por actuar enérgicamente en estos momentos. En segundo lugar, porque los primeros efectos de los fondos deberían empezar a percibirse en 2023 frenando de algún modo los efectos inflacionarios de la invasión rusa en Ucrania. Y, en tercer lugar, porque la UE se ha puesto al frente de la transformación hacia la digitalización y hacia afrontar los desbarajustes medioambientales con objetivos y plazos precisos. Es un verdadero cambio de ciclo económico, que sólo podrá afrontarse con nuevas herramientas y estrategias, es decir, con nuevos modelos de negocio.
Solo el 2,4% de las pymes ha pedido los fondos Next Generation
La crisis de 2008 no dispuso de fondos extraordinarios ni de comprensión; la UE y muchos gobiernos, como el nuestro, miraron a otro sitio. Ahora tanto en Bruselas como en Madrid hay conciencia de hacia dónde hay que ir y por eso se esmeran estos recursos abundantes. Poco a poco, las pymes lo van entendiendo: una de cada dos ha puesto en marcha procesos de transformación digital, ceñidos en la mayoría de los casos al marketing digital y la presencia en redes sociales, que es un primer paso. Más lentamente avanza el tratamiento de la sostenibilidad, aunque cerca del 50% no cree que el cambio climático le afecte demasiado.
Llegar a las empresas
Preocupa menos los posibles desvíos temporales del fondo -siempre se pueden ampliar los plazos de ejecución- que no llegue adecuadamente a sus destinatarios. Y si no lo hacen hacia las pymes, esto será como una tormenta de verano: las mayores serán mayores y el resto, unas desaparecerán y las supervivientes seguirán prácticamente igual. La revolución de la década consistirá en que las pymes lideren efectivamente la transformación productiva de Europa en los próximos cuarenta o cincuenta años. Los verdaderos destinatarios de estos fondos, el 97% del tejido productivo, deben ser capaces de reconvertir la producción, la distribución y el servicio desde una visión social más cerca de los clientes, de los empleados y de unos márgenes justos para todos los participantes de la cadena de suministro.
La crisis de 2008 no dispuso de fondos extraordinarios ni de comprensión; la UE y muchos gobiernos, como el nuestro, miraron a otro sitio
Cabe decir que no es fácil llegar a las pymes. Son resilientes, esforzadas, autosuficientes, bastante individualistas, desconfiadas y sin esperar demasiado de fuera; por eso, recelan de lo poco tangible y se conforman con trabajar duro. Nunca diríamos que se cierren a la creatividad y a la innovación, aunque piensan sobre todo en el día de hoy y en las veinticuatro horas. El mensaje recibido ha sido impreciso, indeterminado, indefinido y no les ha ayudado a saber por dónde empezar. Lo han visto más como promesa que como realidad.
En este sentido, la información vehiculada ha utilizado poco la vía asociativa, la cual es cada vez más eficiente. Las consultoras y los ad hoc se han volcado en las grandes empresas una a una y los bancos han visto en la gestión del volumen de recursos la vía fácil de manejar dinero. Las pymes se han quedado solas. Incluso el instrumento más popular, el kit digital, ha obtenido relativamente poca aceptación; ha pesado más el no saber qué hacer que la escasa suma aportada a cambio del excesivo papeleo exigido. Una buena vía de innovación en el reparto y gestión de estos fondos europeos hubiera estado -todavía estamos a tiempo- dedicar una primera línea de apoyo a la profesionalización y a la digitalización de las asociaciones y de los intermediarios de estas empresas para llegar a todas ellas.