El agravio con las pymes

Es paradójico que siendo ampliamente mayoritario dentro del panorama empresarial, sus intereses no se sitúen en el centro de las decisiones políticas

Imagen de Antoni Cañete, presidente de PIMEC | Cedida
Imagen de Antoni Cañete, presidente de PIMEC | Cedida
04 de Julio de 2023

El otro día, una vez recogido el premio Pimec por la tarea que estamos realizando en la cátedra Escenarios de Futuro del Retail, Turismo y Servicios, pensé que las pymes son un colectivo raro. Es paradójico que siendo ampliamente mayoritarios dentro del panorama empresarial, sus intereses no se sitúen en el centro de las decisiones políticas. La realidad es bien diferente: se trata de un grupo empresarial vulnerable, desvalido, bastante alejado de las decisiones de los doscientos políticos que se reunían en las mesas presidenciales de la fiesta -y de otros muchos-, abandonado muy a menudo a sus propios esfuerzos. En este bote pequeño desgraciadamente, por ahora, no se reconoce que haya la mejor confitura.

Es agobiante la diferencia entre unas y otras. Según las últimas cifras de la Dirección General de la Pequeña y Mediana Empresa, las pymes españolas son 2,9 millones de unidades, entre 0 y 249 asalariados, enfrente las grandes, 5.516, con más de 250 trabajadores. Entre los autónomos (0 trabajadores) y las pymes aportan 9,5 millones de asalariados. Pues bien, sumando todas las pymes y autónomos aportan unos 11 millones de ocupados, mientras que las grandes lo hacen en 6,3 millones de trabajadores (Estadísticas Pyme: evolución e indicadores, 2023). No hablamos de su impacto social, ni de las repercusiones fiscales o las aportaciones a las cadenas de distribución. Ahora bien, en el momento de las grandes decisiones, a los gobiernos y a muchas administraciones les resulta más cómodo negociar con las grandes empresas. Tratar con un poderoso es más fácil que tants caps tants barrets.

En el momento de las grandes decisiones, a los gobiernos y a muchas administraciones les resulta más cómodo negociar con las grandes empresas

No me sorprendió nada escuchar de boca del presidente de Pimec, Antoni Cañete, en la Nit de l’Empresa, un clamor: que hasta que las pymes no estén representadas con voz propia en el diálogo social, España no habrá acabado su transición democrática. Es como si el primogénito de la familia tuviera todos los privilegios -que ya tiene bastante en muchas casas- y el resto de los hijos fueran echados. Poner la empresa en el centro de las decisiones políticas y tener presente todas las dimensiones por igual, es uno de los objetivos más sensatos de los directivos de las instituciones de las pymes.

Es verdad que demasiado a menudo cada pequeña empresa se representa a sí misma, que el asociacionismo es disperso, duplicado y receloso. Es verdad que las pequeñas son reticentes a agruparse para reclamar la parte alícuota mayoritaria que representan. Es verdad que hay mucha innovación en las familias propietarias de estas empresas, pero el día a día y la escasez de recursos de todo tipo impiden su desarrollo, mientras las grandes aplican los esfuerzos que hacen falta, donde hacen falta y cuando hacen falta. Es verdad que el exceso de individualismo y de hacerlo todo en casa impide avanzar más rápidamente en la toma de decisiones. Es verdad que arrugan la nariz ante cualquier cosa que llega de fuera y más si viene del sector público: qué quiere esta gente, se escucha. Pero también es igualmente verdad que la economía real avanza y se fortalece gracias a los valores de las pymes: trabajo diario productivo, rápidas decisiones, no estirar más el brazo que la manga; salarios ajustados para todos los miembros de la familia que lo acompañan a la emprendería diaria, capacidad de arriesgar permanentemente su patrimonio cuando hace falta o visión a largo plazo pensando en la sucesión familiar, aunque no hayan firmado demasiados protocolos al respeto.

Digitalización

Esto que decía Antoni Cañete de que las pymes tienen que participar activamente en el diálogo social es una de las grandes batallas. Pero hasta llegar a este estadio hay camino por recorrer. Y ahora, estoy francamente preocupado por la desigualdad de trato con las oportunidades que representan las ayudas europeas que llegan estos años. Son decisivos. En el homenaje a Emilio Ontiveros en el Palau Macaya, organizado la semana pasada por la APIEC, el profesor Angel Berges afirmó que los Next Generation no fueron creados por la UE como reacción a la pandemia, sino para forzar una economía nueva, basada en la digitalización y en la sostenibilidad. Es el momento. Pero, analizando los esfuerzos realizados y los recursos invertidos, la brecha digital entre las grandes y las pequeñas aumenta (Observatorio sobre Digitalización, GoDaddy, 2021). Se han producido adelantos significativos entre las grandes y aparece la conciencia entre las pymes que los negocios digitalizados crecen deprisa, pero les faltan recursos y muestran desconocimiento de cómo avanzar.

Estoy francamente preocupado por la desigualdad de trato con las oportunidades que representan las ayudas europeas que llegan estos años

Menos del 20% de las pymes están completamente digitalizadas. Estaba previsto que el Plan de Digitalización de Pymes invirtiera unos 5.000 millones de fondos europeos, pero el reparto es más fácil para unos y más escaso para los otros. Una de cada tres grandes empresas han adoptado tecnologías de IA; solo el 6% de las pequeñas; los Big Data, el 29% y el 9%, respectivamente; la nube, el 69% y el 29%, respectivamente; el comercio electrónico, el 20,1% y el 9,5%, respectivamente (Uso de las tecnologías digitales para empresas, Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad, 2022). El kit digital, que para algunos es un éxito, solo ha llegado a 100.000 empresas. En el Plan España Digital 2025 aparecen diferentes programas para reducir la brecha digital de las pymes como por ejemplo Educa en Digital, las plataformas IA para la asistencia de la educación personalizada, el plan de competencias digitales, el proyecto para ampliar el número de especialistas del campo, la introducción de competencias digitales desde la formación básica a la universidad o las acciones para aumentar la productividad.

¿Cómo llegarán en estas condiciones las pymes a cumplir los objetivos de la agenda 2030 y los criterios ESG (environament, social & governance), que las grandes de toda Europa tienen que empezar a aplicar este año? En el Digital Enterprise Show, celebrado en Málaga la primera quincena de junio, quedó patente la hoja de ruta de las grandes, no el de las pymes. Las grandes consultoras presentes expusieron numerosos casos relativos a las primeras, pero muy pocas de las segundas.

Aceptando que es más fácil negociar con las grandes empresas, o avanzamos con un esfuerzo mutuo, o la brecha se ampliará. Las dos partes se tienen que poner las pilas. Las administraciones empoderando las grandes asociaciones de pymes y movilizando recursos de todo tipo por la intermediación con las pequeñas y medianas empresas. Y estas siendo tan eficientes en la negociación cómo las grandes. De lo contrario, en el año 2025 y en el 2030 nos encontraremos con una sociedad invertebrada económicamente.