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'Quantitative Easing': la medicina de Draghi

El BCE anuncia la compra masiva de buenos soberanos para reanimar la actividad económica europea con una inyección de liquidado. Es la solución idónea o una medida desesperada?

El símbolo del euro ante la sede central del Banco Central Europeo
El símbolo del euro ante la sede central del Banco Central Europeo
Vern Bueno
22 de Enero de 2015
Act. 22 de Enero de 2015
Agotada, deprimida y sin vigor, la economía europea es hoy un deportista derrotado por el exceso de esfuerzo y que ruega por un reconstituyente. Pero casi no quedan bebidas isotónicas a la nevera. Se han gastado casi intentando vivificar la actividad económica del viejo continente, sumida en el estancamiento, el riesgo de deflación y unos tipos de interés bajo mínimos. Pero queda una última bala a la recámara. Se llama Quantitative Easing (QE), un concepto hasta ahora poco familiar pero que a partir de este jueves estará en boca de todo el mundo, puesto que el Banco Central Europeo (BCE) ha decidido aplicarlo. "Las medidas convencionales de expansión monetaria se han agotado, y esto es el único que los queda", resuelve Jesús Palau, profesor del departamento de Finanzas de Esade.

Y la última bala ya se ha disparado. Tal como ha confirmado este jueves el presidente del BCE, Mario Draghi, la entidad inyectará cada mes 60.000 millones de euros a la economía de la Eurozona para evitar el riesgo de deflación e impulsar la recuperación económica. Draghi ha explicado que el programa se iniciará el marzo y se alargará, como mínimo, hasta finales de septiembre del 2016, o hasta que la inflación esté bajo control. Las compras de deuda pública se harán de acuerdo con la aportación de cada estado al BCE, y en total, superarán el billón de euros. La medida, ha dicho Draghi, tiene que contribuir a que corra el crédito a la Eurozona. 

Qué es lo Quantitative EasingSe puede traducir como Expansión Cuantitativa y consiste en la compra por parte de un Banco Central de activos a la banca privada, especialmente buenos soberanos (deuda de los Estados), o así como bonos privados o cédulas hipotecarias. El dinero que se emplean en la adquisición se inyectan directamente al sistema financiero y por lo tantoincrementan la liquidez.

Qué objetivo tiene? Aumentar la capacidad financiera del sistema. "Los bancos cambian activos por dinero, ganan liquidez, en teoría se animan a conceder más créditos a la economía real y así esta empieza a reactivarse", relata Palau. También puede provocar una oleada alcista en los mercados, excitados por la entrada de billetes frescos.

En qué contexto se quiere aplicar? En una Europa "seducida por el dogma de la austeridad expansiva", según Palau, que ha traído a la mayoría de sus países a un estancamiento económico y a una inflación tan baja que genera alarmismo. Sin posibilidades de bajar más los tipos de interés, y con la caída del precio del petróleo como última estocada, Draghi se mostraba dispuesto a hacer "todo el que hace falta para preservar el euro". Y esto inclouia lo QE.

Por qué no se ha implementado hasta ahora? La ha frenado su principal enemigo: el Bundesbank. Alemania ve con malos ojos la compra masiva de deuda soberana. "Tiene miedo del que se conoce como 'monetització del déficit', porque con el QE el BCE financia el déficit público y si garantiza la compra de bonos de la deuda de los estados, estos ven vía libre para endeudarse", resume Palau.

El experto financiero, pero, lamenta que Alemania viva "obsesionada por el déficit cero" y considera que la aplicación de la Expansión Cuantitativa hace tiempo que tendría que ser una realidad a escala europea. La Reserva Federal de los Estados Unidos, por ejemplo, ya decidió implementarla en 2008, cuando la crisis apenas acababa de explotar, y lo siguió haciendo durando casi seis años más de manera ininterrumpida.

Por sí solo es suficiente? Si se consigue que endeudarse sea más barato que hasta ahora, puede suponer un respiro transitorio para ciudadanos y empresas . Sectores como el inmobiliario o el automóvil pueden salir especialmente beneficiados de un aumento de la compra a crédito. Pero con la deflación salarial que sufre Europa, es difícil que las familias consuman mucho más a pesar de esta facilidad creditícia. Con las empresas pasa algo similar: quizás los será más sencillo pedir préstamos en los bancos para aumentar su producción, pero necesitan que el mercado los estimule a hacerlo. Que la gente, en definitiva, esté dispuesta a comprar.

Qué medidas complementarias hacen falta? Palau lo tiene muy claro: "Es más importante estimular la demanda que el crédito". El QE, según el profesor, será ineficaz si se limita a una inyección de dinero y no se acompaña de políticas que animen al consumo. Estas, apunta Palau, se tienen que basar en "un incremento del gasto público en ámbitos como la educación, la sanidad o las infraestructuras lavables, que impulsen la demanda agregada". Una fórmula clásica, de intervencionismo keynesià, basada en inversiones estatales en obras y servicios públicos que reduzcan el paro, aumenten el número de consumidores, estimulen la actividad económica y contribuyan al progreso de los Estados. Es en este contexto, añade Palau, que facilitar el acceso al crédito cobra todo el sentido. Aislada, en cambio es una medida de menor impacto.

Peligro de inflación? El manual dice que este tipo de políticas monetarias pueden provocar una inflación excesiva y una depreciación de la moneda. En el contexto actual de estancamiento de los precios, pero, es un riesgo que queda descartado.

Beneficia la economía real o la especulativa? El principal peligro, según Palau, es que la inyección de liquidez procedente de la Quantitative Easing tenga un destino inesperado. "Si no hay un estímulo de la demanda, el riesgo es que este dinero del BCE vayan a parar a la inversión especulativa en lugar de hacerlo a la economía real y productiva", explica. Es decir, que en lugar de servir para fomentar la economía y el consumo, la inyección podría limitarse tan sólo al ámbito financiero y, en el peor de los casos, contribuir a la creación de nuevas burbujas económicas. Aquellas que, como se sabe, tienen una tendencia muy acusada a acabar explotando.