Ya es aquí el Green Friday, el antagonista del Black Friday que promueve el consumo responsable y sostenible. El término Green Friday surgió el 2015 por la Comisión Europea, y desde entonces se ha convertido en una campaña ecológica mundial apoyada por organizaciones cómo Ecodes, WWF o Ecoservis. Compañías cómo Ikea han apoyado mediante campañas de devolución y reasignación de muebles, y otros, cómo la marca de ropa RÆBURN, han optado directamente para cerrar sus tiendas físicas y deshabilitar su e-commerce el Black Friday. O también la catalana Simplr para fomentar la circularidad del consumo.
Estas y otras iniciativas quieren poner en relevo los riesgos para las personas y para el planeta del consumo compulsivo que alimenta el Black Friday, y fomentar una manera de consumir alternativa y sostenible. Y es que, si bien todavía no hay estudios de referencia a en el ámbito mundial, sí que hay cálculos nacionales sobre la enorme huella ambiental de un día en qué todo el mundo sale a comprar de manera compulsiva.
En el Reino Unido, por ejemplo, los repartos a domicilio de productos en el Black Friday emiten a la atmósfera 429.000 toneladas de gases de efecto invernadero: unas cifras homologables seguramente a las de nuestro país, en que, según la Organización Empresarial de Logística y Transporte de España (UNO), aquel día y los posteriores, las empresas de paquetería y logística hacen 50 millones de envíos.
Apuesta por el reciclaje y el pequeño comercio
El Green Friday se celebrará cómo su antagonista el próximo 26 de noviembre y promueve unas fiestas slow, en las que, si compras, apuestes por el reciclaje, el pequeño comercio, los regalos artesanales o las ventas de segunda mano.