El nuevo dosier sobre el envejecimiento de la población en Catalunya, redactado por la Mesa del Tercer Sector Social de Catalunya, estremece al recordar que en 2050 los mayores de 85 años serán cerca de medio millón. Hace más de veinte años que avanzamos a marchas forzadas hacia el sobreenvejecimiento de la población y aún no se ha afrontado de verdad:
1) ¿Qué servicios necesita la gente mayor?
2) ¿Qué modelo de sociedad reclama una población mayoritariamente anciana?
3) ¿Qué sistema se aplica para hacer viables las pensiones y los nuevos gastos?
Estamos, como quien dice, a dos décadas de vivir en el escenario donde un tercio de los catalanes superará los sesenta y cinco años en 2050 (30,1%); ahora son la quinta parte, el 21,7%. Pues bien, en esa fecha, la proporción de mayores de 84 años dentro de este conjunto llegará al 25% cuando en la actualidad no supera el 20%, según el Idescat. Es decir, de una población global prevista de 8,7 millones, unos 500.000 superarán los ochenta y cinco años.
De una población global prevista de 8,7 millones, unos 500.000 superarán los 85 años
Ya no estamos hablando del envejecimiento de la población catalana y de gran parte de las regiones europeas occidentales, fenómeno que se ha estado gestando desde el inicio del milenio, sino de sobreenvejecimiento. Al ritmo actual, la esperanza de vida de las mujeres en el Estado español alcanzará en 2070, al menos, los noventa años y los hombres, 85,8 años, unos cuatro años más que en la actualidad. El mini baby-boom de los quince años siguientes permitirá a la población catalana alcanzar 8,7 millones de habitantes, pero el ritmo de decrecimiento obligará a partir de entonces a un saldo vegetativo negativo.
Si hasta 1800, la esperanza de vida no superaba los 35 años en todo el mundo, en poco más de dos siglos se triplica como consecuencia del crecimiento económico, de la disminución drástica de la natalidad y de la mejora sustancial de la salud de la población que le permite vivir en mejores condiciones. La pirámide demográfica se invierte: la población mayor superará con creces a la joven. En España, la proporción actual es de unos 10 millones de mayores de sesenta y cinco años, unos 14,5 millones entre 44 y 65 años; los 23 millones restantes tienen menos de cuarenta y cinco años. Cuando en dos décadas la franja de 44 a 65 años entre en la edad de jubilación, la población mayor superará a la de los jóvenes y a la de edad laboral.
Tres problemas urgentes
Tres problemas urgentes y una cuestión por responder. El primero, ¿qué servicios necesitan hoy los mayores? Dos datos que aporta el informe mencionado: 11.000 personas se encuentran en la lista de espera de residencia, una cifra que representa la cuarta parte de las 40.000 plazas existentes; y 3.000 más en la de centro de día, equivalente a la mitad de las 6.000 plazas existentes. Al ritmo actual, la brecha crece año tras año.
El segundo, ¿qué modelo de sociedad se requiere cuando la gente mayor es mayoritaria? Se debe individualizar. Cada mayor es diferente: no tiene nada que ver el mundo rural con el urbano, el modelo de una familia o la otra, el que ha sido trabajador manual con el que no, el que ha podido hacer patrimonio y el que ha vivido al día, el que es más o menos sociable, el que disfruta de mejor o peor salud. Dicho esto, el Informe de la Mesa del Tercer Sector Social de Catalunya considera caduco el sistema de las residencias por lo que significa separar a la persona de su entorno inmediato y amontonarlos aunque sea con servicios caros; cabe decir que el catalán contemporáneo tiene distintas raíces, ha viajado y esto facilita la descentralización de los lugares donde quiere vivir de mayor, pero eso no impide que se necesiten, atendiendo a los hábitats distintos, bajo figuras de la casa, de residencias públicas, privadas o concertadas, cualquier iniciativa familiar o comunitaria o los hogares tutelados.
11.000 personas se encuentran en la lista de espera de residencia, una cifra que representa la cuarta parte de las 40.000 plazas existentes
El informe aboga por un cuidado de los mayores replanteando las infraestructuras para adaptarlas a ellos, la prevención, la integración del sistema social con el sanitario, los servicios a domicilio, la inclusión digital y otros aspectos docentes, el impulso de las actividades recreativas y culturales, y la formación de los cuidadores. Avanzar en este sentido reduciría sustancialmente el gasto sanitario, en la medida en que disminuirían las enfermedades generales y en concreto las mentales, la soledad, etc. El cambio de modelo que propone el Informe pretende implicar a los mayores en la búsqueda de soluciones para el acompañamiento al envejecimiento.
El nuevo enfoque del cuidado de los mayores pasa por la colaboración estrecha entre los cuidadores —el 90% de los cuales son mujeres—, los de la salud, del urbanismo y del interiorismo, del bienestar social, de la formación, de la cultura, del ocio y el esparcimiento, para ofrecer una atención personalizada. Todo esto se vuelve cada vez más factible con la digitalización, sin que esto quiera decir que los robots deban ser sus mejores (o únicos) amigos.
El cambio de modelo que propone el informe pretende implicar a los mayores en la búsqueda de soluciones para el acompañamiento al envejecimiento
Y el tercero de los problemas urgentes consiste en identificar la manera de poder pagar todo esto. Será insostenible con el actual sistema de reparto si no se avanza hacia un replanteamiento radical de la política migratoria, del régimen de pensiones y de la edad de jubilación. En cuanto a la política migratoria, en 2023, Idescat identifica 1,3 millones de emigrantes en Catalunya. Para mantener en 2050 el ritmo de la demanda del mercado, los parámetros de riqueza actuales, y soportar a la población mayor pensionada, se requieren otros 800.000, lo que significará que cerca de la cuarta parte de los catalanes no habrá nacido en el territorio.
Si la realidad económica nos conduce hacia esta diversidad y no parece nada mal que así sea, ¿de dónde vienen las políticas xenófobas de algunos partidos, los miedos que muchos impulsan hacia los recién llegados, en lugar de trabajar juntos para acogerlos e integrarlos de la mejor manera para que se sientan en casa y nos enriquezcan con el mestizaje? En cuanto al régimen de pensiones, la ratio financiera será en 2050 de tres activos por dos pasivos, es decir, un cotizante y medio por pensionista. Todo lo que no sea avanzar, como en la mayoría de los países con los que podemos homologarnos de Occidente, hacia el modelo tripartito es perder el tiempo: una pensión básica para todos por parte del Estado fijada en los presupuestos generales; una segunda, pactada en el interior de cada empresa; y una tercera, particular. Y en cuanto a la edad de jubilación, se avanza demasiado lentamente hacia la liberalización de una fecha concreta para hacerlo: 60, 65, 70, que sea cada uno quien tome la decisión cuando lo desee, de acuerdo con su estado de ánimo, sus intereses y los recursos económicos disponibles. La camisa de fuerza de los sesenta y cinco años hace tiempo que aprieta demasiado.
Y la pregunta
Solo nos queda ahora responder a la pregunta de quién me cuidará cuando sea (más) mayor. No les puedo pedir a mis hijos en el estadio de evolución social que hemos alcanzado: debe haber suficientes recursos conjuntos —es decir, financiados por todos— y mucha red social para tener que recurrir a ellos; que tengan larga vida y cuanto menos cargas, mejor, que se preocupen de mis nietos. En este sentido, hay que mirar al futuro.
Muchas reflexiones. Algunos análisis serios sobre la prospectiva. Algún plan estratégico. Escasa planificación a largo plazo. Ninguna previsión presupuestaria. Poca prevención. Recursos absolutamente insuficientes hoy para una población que año tras año aumenta en costos de soledad, medicamentos, horas de médico, tiempo de gestión, rechazo social, edadismo.
La ley de dependencia de Catalunya de 2022 se convierte en el paso más avanzado en la materia de todo el Estado, pero el año pasado el gobierno se vanagloriaba de haber reducido a la mitad la lista de espera para acceder a las prestaciones y servicios cuando en España solo había sido del 24%. Es claro que los distintos gobiernos han hecho esfuerzos. Y los hacen a través de la Generalitat, los ayuntamientos, los consejos comarcales, los CAP, los centros de día y la sociedad civil, a través de fundaciones, instituciones y apoyos personales que demuestran unos valores más avanzados que en otros lugares. No hay que olvidar nunca que gobernar es adecuar las políticas a las necesidades y aspiraciones de la población actual; gobernar bien es, por lo tanto, acertar en la prospectiva. Y hace tiempo que sabemos que a 20 años vista el sobreenvejecimiento configura una sociedad mayoritariamente anciana.