Quién teme Trump?

La economía mundial resto a la expectativa para ver hasta qué punto el nuevo presidente de los Estados Unidos lleva a cabo un programa proteccionista, con menos impuestos y más gasto

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump
Pau Garcia Fuster / Aiats Agustí
10 de Noviembre de 2016
Act. 10 de Noviembre de 2016
La elección de Donald Trump como 45è presidente de los Estados Unidos tendrá, según Fitch, "efectos negativos a medio plazo" para las finanzas norteamericanas. La agencia de calificación alerta que "si se aplican las políticas fiscales" del magnate, "la solvencia pública" seresentirá yhabrá "una reducción de los ingresos públicos a medio plazo". Todavía más contundente en sus pronósticos es Xavier Mena, catedrático de Economía de Esade, por quien "la elección de Trump provocará el hundimiento de Wall Street y las bolsas mundiales a corto plazo". Todo ello en un país que Obama deja con el paro por debajo del 5% y un crecimiento débil pero sostenido.

Si el efecto final de la presidencia de Trump es más o menos catastrófico lo dirá el tiempo. El que ya es una evidencia es que su victoria electoral ha dejado la economía mundial conteniendo la respiración. "La clave es ver hasta donde llega. El que había dicho era muy gordo y todo el mundo está esperando el discurso de aceptación para ver si mantiene el tono", explica a VÍA Emprendida Joan Miquel Piqué, profesor de Economía Internacional de Eada. "Si mantiene el tono se le generarán muchos problemas económicos y sociales; pero si lo modera puede hacer un mandato al estilo Reagan", vaticina. "Volveremos a los 80 con desregulació y favoreciendo las empresas. Esto tendrá un impacto de más bajo perfil con consecuencias a largo plazo, pero la gente se comportará como si no pasara nada", indica Piqué.

Tratados, favorecidos y perjudicados
"La Administración Trump propugnará el Make America Great Again mediante el aislacionismo económico —debilitando la relación con Europa y levantando barreras migratorias—, el proteccionismo comercial —imponiendo aranceles a las importaciones de China y México y denunciando los tratados comerciales TTP, TTIP, incluso el TLC con Canadá y México— y despreciando la cooperación internacional —Paris 2015, GOLPE21— en el cambio climático", explica Xavier Mena.

"Todo el que no esté empezado será fácil pararlo", pronostica Joan Maria Piqué en referencia al TTIP y al acuerdo del Pacífico, al cual todavía le carece la ratificación del Senado. "El resto, como el Nafta, se lo tendrá que plantear con mucha más prudencia", asegura. Al fin y al cabo, deshacer acuerdos comerciales en vigor tan importantes no resulta tan sencillo.

Trump apostará por la industria tradicional y no por las tecnológicas. Durante la campaña el magnate afirmó que "obligaremos Apple a construir sus malditos ordenadores en este país en vez de la China". Por el profesor de Eada son palabras más asumibles en un discurso que a la práctica. "Cuál es la amenaza a Apple? Hablar es muy fácil. Siempre es más sencillo decirle que si vuelve le perdona todos los impuestos", indica. Sea como fuere, Piqué recuerda que "las multinacionales no tienen nacionalidad. Ni las empresas del mismo Trumptienen. Tienen que responder a una cuenta de resultados. Por lo tanto, no sé hasta qué punto puedes tratar las empresas como un producto nacional".

En cualquier caso, parece evidente que las empresas exportadoras y más expuestas al mercado internacional que tenían esperanzas en un buen acuerdo comercial a ambos lados del Atlántico ahora ven sus expectativas truncadas. Por el profesor del Esade Law School José María de Areilza, "es una mala noticia para el libre comercio a ambos costados del Atlántico". Además, el sector automovilístico norteamericano también tiembla: la China es el mercado de más crecimiento para Ford y General Motors.

"Aquellas empresas que dependan mucho las importaciones, sufrirán. Las que produzcan en la China y los pongan la barrera del 45% lo tendrán que reflejar a su precio final y no los hará ninguna gracia", constata Piqué. Por el contrario, aquellas empresas que producen y venden completamente dentro de los Estados Unidos "seguramente estarán contentas que no pueda venir nadie de fuera a competir con ellas".

Otro de los principales beneficiados por la llegada del nuevo inquilino a la Casa Blanca sería el sector de la construcción, porque Trump es percibido como defensor del gasto en infraestructuras. Una apuesta que será difícilmente conjugable con la prometida de bajada de impuestos, por ejemplo, reducir del 35 al 15% el de Sociedades. "Sólo puede bajar impuestos y gastar en infraestructuras si se endeuda, y el país ya tiene un endeudamiento muy elevado. Si lo hace ya veremos hasta qué punto los mercados se lo cruzan", destaca el profesor de Eada.

Una amenaza a la sostenibilidad
Trump no ha escondido su postura negacionista sobre el cambio climático, y durante la campaña electoral ha afirmado que rescindiría las regulaciones medioambientales "que destruyen lugares de trabajo". El sector de las energías renovables se podría ver tocado con la apuesta del nuevo presidente por energías como el petróleo y el gas. Empresas de minería, extracción y materias primeras se rozan las manos. Pero también la industria armamentista y de defensa, siempre bajo el ala protectora de los Republicanos, o el sector bancario, que espera más desregulacions.

"Todo dependerá de sí con la industria del petróleo podrá satisfacer la demanda de energía del país", dice Piqué. Obama se había encaminado a la autosuficiencia energética a través de varias vías que ahora se pueden cerrar con el nuevo presidente. "En el momento que los productores de petróleo norteamericanos no puedan satisfacer la demanda, tendrá un problema. La gente y las empresas consumirán menos energía por patriotismo? Creo que preferirán que los llegue procedente de cualquier otra manera", señala el profesor de Eada.

Todo ello sin olvidar que una auténtica desregulació medioambiental "crearía un impacto muy grande de contaminación. Chicago o Detroit pueden acabar como Beijing o Nueva Delhi", según Piqué. Si esto llega a la nariz y a los ojos de la población "tendrá otro problema y se dará cuenta que esta regulación protegía algo importante. Habrá que ver hasta qué punto se lo cree o es capaz de salirlo adelante", concluye.