Quiero ser feliz, ¿cuánto cuesta?

El coste de ser feliz en la sociedad digital se asemeja al mito de Sísifo: la sociedad avanza hacia el bienestar, pero algún impedimento inherente a la condición humana lo hace imposible

El índice de fatiga total en España es del 51% | iStock
El índice de fatiga total en España es del 51% | iStock
Josep-Francesc Valls
Profesor y periodista
Barcelona
04 de Marzo de 2025

La principal tendencia para 2025, según la Trend Review de VML, es la búsqueda del bienestar inmediato, sin preocuparse por la estabilidad a largo plazo. Este estudio indica que los recursos y los esfuerzos se sacrifican en el servicio del beneficio emocional puntual. Así, los occidentales se lanzan a experiencias rápidas y variadas, como el ocio, los viajes, la alimentación fuera de casa, los juegos a distancia, la realidad aumentada, las marcas salvajes, la cosmética, las proteínas y otros productos farmacéuticos, el retail presencial o las inmersiones en inteligencia artificial.

 

Los romanos ya descubrieron esta actitud hace 2.000 años: es el carpe diem de Horacio en su libro Odas. De las dos interpretaciones de estas palabras, la mayoría de los críticos se quedan con la de “vive cada momento como si fuera el último”, despreciando la otra que dice “trabajo hecho no tiene estorbo”.

Para adquirir el estado de bienestar en la era digital se debe conquistar la salud mental, equilibrio entre la vida personal y el trabajo; seguridad y privacidad en la red; acceso a la información y el conocimiento; conexiones sociales; y salud física.

¿Por qué esta visión del mundo regresa con tanta fuerza? En la coyuntura actual se combinan dos fenómenos. El primero corresponde a que las clases medias y los que viven por debajo del umbral de la pobreza han visto cómo desde hace 20 años están perdiendo poder adquisitivo; esta pauperización general está arraigada en la conciencia de la mayoría de la población europea, que les hace perder la esperanza de una mejora del escenario a largo plazo. El segundo corresponde a la frustración que acompaña todo proceso de cambio radical como el que vivimos, el de la transformación digital; la transición hacia el nuevo modelo es larga y contradictoria. La adaptación a las nuevas habilidades tecnológicas, la sobrecarga de información, la desinformación, la expectativa de respuesta rápida para todo están modificando la manera de vivir, de trabajar, de relacionarse. Frente a la inestabilidad económica, la incertidumbre del cambio y las angustias cotidianas, el carpe diem sería la respuesta contemporánea.

 

¿Filosofía de vida o crisis sistémica? Sea una filosofía de vida -como la visión clásica romana- o la consecuencia de la crisis del sistema -en el siglo XIX en Occidente-, el hecho es que para adquirir el estado de bienestar en la era digital se deben conquistar este conjunto de elementos: salud mental, equilibrio entre la vida personal y el trabajo; seguridad y privacidad en la red; acceso a la información y el conocimiento; conexiones sociales; y salud física. Repasando una a una las condiciones de la felicidad, vemos que su costo contemporáneo se vuelve cada vez más elevado, a veces inalcanzable.

Salud mental

El índice de fatiga total en España es del 51% frente al 37% de la media comunitaria, según el Eurobarómetro de la UE 2024, entre los más altos junto con Portugal, Letonia y Lituania; ¡vaya porcentaje en cualquiera de los dos casos! El síndrome de agotamiento laboral, el burnout, reúne a la vez el estrés laboral, la sobrecarga de información, las exigencias de la productividad, las condiciones del teletrabajo -con la invasión del tiempo personal-, el uso intensivo de las tecnologías, el aislamiento, las dificultades de interacción y la evanescencia de los lazos sociales. Según el Informe de Salud Mental de la UGT de 2024, los trastornos de ansiedad, del sueño y depresivos han aumentado significativamente, pasando de un 11,46% de los días de baja laboral en 2016 a un 16,22% en 2024, lo que significa duplicar el número de días de baja laboral. Este porcentaje sería aún mayor si añadimos el acoso, la violencia en el trabajo y los suicidios que se derivan de la situación.

Equilibrio personal y laboral

Los gobiernos europeos intentan mejorar la conciliación, pero el proceso de transformación digital de las empresas complica la armonía y la rentabilidad entre el trabajo presencial y el teletrabajo, el aprendizaje de las nuevas tecnologías y el proceso de transformación de las empresas, o la hora de trabajo y el incremento de la productividad. Además, la vivienda se ha convertido en un activo financiero, haciéndola inaccesible para muchas personas y disminuyendo su valor como espacio de privacidad y vida familiar.

Privacidad y seguridad digital

Cada vez que aumentan las medidas de seguridad los ciberataques se vuelven más sofisticados | iStock
Cada vez que aumentan las medidas de seguridad los ciberataques se vuelven más sofisticados | iStock

Tiembla la protección de los datos personales y de los dispositivos. Cada vez que aumentan las medidas de seguridad -autenticación, actualización del software, robustez de las contraseñas, antivirus-, los ciberataques se vuelven más sofisticados, haciendo de la privacidad digital una meta esquiva. El robo de identidad y la protección de la intimidad son problemas cada vez más complejos que dejan la privacidad en manos de desaprensivos y de quienes hacen el peor negocio.

Cada vez que aumentan las medidas de seguridad los ciberataques se vuelven más sofisticados.

Acceso a la información y el conocimiento

El aprendizaje y dominio de las tecnologías se vuelve difícil para gran parte de la población. Genera inquietud e inseguridad, en la medida que se enfrenta a la amplitud de la oferta informativa, cada vez más intoxicada intencionadamente. Además, ha aparecido la droga de mayor consumo actual, la de acortar el tiempo entre la ideación o la demanda, por un lado, y la realización y la satisfacción, por otro. La inteligencia artificial ha acelerado aún más el avance hacia la inmediatez: a una demanda rápida y hasta improvisada le correspondería una respuesta urgente, tanto en compras en línea y entrega a domicilio, como en el procesamiento de datos, la telemedicina, el entretenimiento y toda clase de servicios. Esta precipitación hacia la urgencia requiere establecer prioridades, períodos de desconexión, selección y filtrado de las fuentes de información, emisión propia con criterio y frecuentes espacios de desintoxicación, medidas que están poco interiorizadas.

Conexiones sociales

El concepto tradicional de familia se ha diluido, afectando los apoyos comunitarios. Las tecnologías han ampliado las relaciones sociales, pero también han hecho que los vínculos sean más frágiles, evanescentes, distantes, invisibles provocando el aislamiento social. A medida que las nuevas tecnologías penetran en la sociedad, la soledad se convierte en una realidad cotidiana para una parte cada vez más amplia de la población.

Salud física

Crecen más rápidamente el número de abonados a los programas de deportes de las plataformas que el de los practicantes: tanto en España como en Europa se ha incrementado la práctica deportiva en las últimas décadas, pero el 53% de los primeros y el 51% de los segundos no ejecuta ningún tipo de ejercicio físico.

Mito de Sísifo

El costo de ser feliz en la sociedad digital se asemejaría al mito de Sísifo. Cada día podemos disfrutar de mayor bienestar y la sociedad en general avanza hacia el equilibrio y el bienestar para todos, pero algún impedimento inherente a la condición humana lo hace imposible. El rey está condenado a un castigo eterno: empujar una gigantesca piedra montaña arriba para que cuando llegue a la cima vuelva a caer y se vea obligado a repetir la operación toda la eternidad. Este símbolo de la condición humana, como decía Camus, nació entre los griegos cuando sus estrategas querían ampliar el poder de la gran Grecia a todos sus confines e imponer sus leyes y valores morales; se trataba de una época de expansión, de conquista y, por lo tanto, de un gran cambio, puede que no tan grande como el actual. En momentos de transición tan profundos, siempre acabamos girando los ojos hacia este mito y, aunque el costo de la felicidad es inmenso, no deja de ser alcanzable.