Rafael Bengoa (Caracas, 1952) es un médico especializado en salud comunitaria por la Universidad de Londres. Ha trabajado 15 años en la Organización Mundial de la Salud (OMS), donde lideró la Dirección de Enfermedades Crónicas y la Dirección de Sistemas de Salud. También ha sido vicepresidente de Horizonte 2020 de la Unión Europea y consejero de Sanidad y Consumo del Gobierno Vasco. También es senior fellow de Harvard, fue asesor de Barack Obama y actualmente codirige con Patricia Arratibel el Institute for Health and Strategy (SI- Health) apoyando gobiernos y reformas sanitarias y sociales en España, Irlanda, Escocia o Inglaterra. Poco antes de participar en una conferencia organizada por el Club de Roma en el CaixaForum Macaya, Bengoa recibe VIA Empresa para hablar de la montaña rusa de la pandemia, la gestión y la evaluación, la cultura del secretismo, el progreso científico pero no político, figuras como Djokovic, Trump o Bolsonaro, el Pacto de Toledo, la Airef, una caza de brujas o la luz al final del túnel. "El virus no va a desaparecer, de vez en cuando habrá algún brote pero se trata de controlar la amenaza", alerta.
¿Cómo ha vivido estos casi ya dos años de pandemia?
A nivel psicológico ha sido una montaña rusa emocional. A nivel técnico ha sido un aprendizaje fascinante gracias a la velocidad de la ciencia.
En mayo de 2016 dijo en una entrevista que “España no está preparada para una pandemia”.
Era el aprendizaje después de estar como consejero en el País Vasco con el H1N1 que venía con las mismas señales que el SARS2 pero luego se vio era un virus mucho más light y menos infeccioso. Más tarde estuve en Estados Unidos leyendo e investigando sobre enfermedades infecciosas al mismo tiempo que ocurría el Ébola. La suma de estos dos acontecimientos me llevó a la predicción.
"En los últimos 70 años ya ha habido 335 saltos de virus desde el mundo animal al mundo humano"
No sé si también tenía una bola de cristal, pero el tiempo le ha dado la razón.
Cuando trabajé en el País Vasco ya vi que no estábamos preparados, y luego vino el Ébola. Durante este siglo hemos tenido el SARS1, MERS, H1N1, Ébola y ahora SARS2. Es evidente, cada muy pocos años hay un salto del mundo animal al mundo humano y por lo tanto, se puede predecir que va a haber más saltos. y En los últimos 70 años ya ha habido 335 saltos de virus desde el mundo animal al mundo humano. No todos se han convertido en una pandemia, pero muchos sí.
Vendrán más pandemias.
España, Italia y Europa están siendo alcanzadas de forma muy fuerte y no es sorprendente. En el índice de conectividad global hay 19 países europeos dentro de los 25 países más conectados del mundo. Así pues, cualquier virus o variante que surja en el mundo va llegar a Europa porque está muy conectada.
¿Prevenir o curar?
Lo primero que hay que hacer es aprender de la gestión y evaluar, aunque esto no forma parte de la cultura política del país. Vivimos en una cultura de secretismo que oscurece los hechos de la pandemia. No existe una actitud para aprender, sino más bien para culpar. Es un tremendo error no evaluar en una situación extrema, compleja y dramática. Hace falta desencadenar un proceso de evaluación como ya pedimos veinte expertos en The Lancet hace más de año y medio. Hay algo que ya se está haciendo en el Ministerio pero bajo la cultura de control interno y pensamiento de grupo.
"Estamos viendo la luz al final del túnel pero es un tremendo error no evaluar en una situación extrema, compleja y dramática de pandemia"
¿Vemos ya la luz al final del túnel?
Claramente, estamos viendo la luz al final del túnel. Hay que esperar otras dos semanas para saber la forma que toma la curva descendente y si se convierte en una meseta aunque no esté ocurriendo en otros países. La curva descendente vendrá acompañada de la disponibilidad de medicamentos antivirales nuevos, de tests más rápidos de antígenos y saliva así como de un mayor rendimiento. Entonces, tendremos más herramientas para combatir esta fase de transición entre pandemia y fase endémica que quiere decir tener el virus controlado y estable durante meses. El virus no va a desaparecer, de vez en cuando habrá algún brote pero se trata de controlar la amenaza.
El profesor Alex Arenas decía el otro día que “esta pandemia no acabará hasta que acabe la estupidez humana."
Steven Pinker apunta en su libro una visión más optimista: el ser humano ha hecho progresos alucinantes en toda su historia consiguiendo que las cosas vayan a mejor y no a peor. Eso no refleja estupidez, sino más bien todo lo contrario. Es verdad que no ha habido una buena interrelación y conexión entre el mundo científico y político. Hoy ya hay 100 vacunas en marcha y se ha comprimido una década de progreso científico en 12 meses en genética, epidemiología, tratamientos o vacunas, pero no en política. Nos hemos ido a una dicotomía entre sanidad y economía que no ayuda.
Tenemos que ver cómo el virus se convierte en endémico, pero esta forma de hacer política también se ha convertido en endémica y se está cristalizando de una forma muy negativa. No podemos llegar al siguiente reto viral con esta desunión política, tenemos que llegar con el acuerdo de que en una crisis o guerra de este tipo se va a trabajar al unisono.
¿El Gobierno ha hecho una buena gestión de la pandemia?
Más que el Gobierno, han sido los gobiernos. No hemos sabido manejar la complejidad de la gestión de esta crisis en un Estado descentralizado. Esto no ha ido de ideologías, sino de saber manejar la complejidad en un Estado descentralizado. Tenemos que aprender de ello y acordar un modus operandi de actuación con datos y transparencia frente a la complejidad para la siguiente crisis y evitar así también esta cultura de secretismo al que no tienen acceso ni los medios ni los comités científicos. El secretismo tiene que pasar a la historia.
"Se ha comprimido una década de progreso científico en 12 meses, pero no en política. La dicotomía entre sanidad y economía no ayuda, pero no podemos llegar al siguiente reto viral con esta desunión política. Esto no ha ido de ideologías, sino de saber manejar la complejidad en un Estado descentralizado"
¿Existe un debate real entre economía y salud?
Sí, existe este debate entre economía y salud pero ha tomado un carácter bastante perverso en algunos momentos. Se ha sobrevalorado el efecto sobre la economía y las empresas, pero se ha infravalorado el efecto que tiene dejar hundir el sistema sanitario, sobretodo de atención primaria y salud pública. Había que proteger el efecto económico y no solo sanitario de ese hundimiento. Pero si uno se imagina en el marco de esta dicotomía y el sistema de salud se hunde de forma aguda tras haberlo puesto al límite, entonces el impacto económico habría sido enorme con gente enferma sin poder ser atendida.
¿Cuál es el efecto económico de no haber podido atender a todos los pacientes no covid durante casi dos años? ¿Cuál es el efecto económico de no haber podido atender suficientemente bien cánceres, problemas cardiovasculares, diabetes, hipertensión o enfermedades crónicas? El efecto de salud es dramático pero el efecto económico también es vital. Esta dicotomía no solo iba de bares y restaurantes abiertos sino de proteger el sistema nacional de salud porque es un plus para la economía que esté vivo y funcionando.
¿Qué le diría a la gente que todavía no ha querido vacunarse?
Hay dos tipos de no vacunados. Primero, los que han sido engañados por toda la información basura y tramposa que ha habido alrededor de las vacunas y los tratamientos. Hay que educar a esas personas y traerlas hasta el mundo de la ciencia. Luego, hay gente más radical como, por ejemplo, Novak Djokovic que se ha unido involuntariamente a Donald Trump o Jair Bolsonaro.
"Djokovic, Trump o Bolsonaro son figuras públicas que deben ser un ejemplo pero han creado una cultura más antivacuna de la que había antes"
Estas personas que tienen voz y son figuras públicas deben ser un ejemplo pero han creado una cultura más antivacuna de la que había antes. Esos grupos están provocando que los gobiernos más sensatos estén casi aislando a los no vacunados a través del pasaporte de vacunación y otras restricciones o prohibiciones. Se está creando un subgrupo de personas cada vez más aisladas y la causa es haber tenido un liderazgo negativo de algunas figuras públicas.
Se dice a menudo que se ha perdido la confianza en los políticos y las instituciones.
Así es. Sin embargo, Australia ha dado un ejemplo de gobernabilidad y coherencia con sus políticas con el caso Djokovic. Ese gesto en Australia crea más confianza en los gobiernos que han perdido con la pandemia. Obviamente, no están en su momento álgido y el resto de torneos tendrían que decidir lo mismo en coherencia con lo que piden a sus ciudadanos. Esto fortalecerá la confianza con los gobiernos.
¿La OMS sale reforzada tras la pandemia?
Sí, en términos de visibilidad porque muchas de las respuestas se han ido a buscar a la OMS, pero la OMS necesita hacer una evaluación interna de todo lo sucedido. Ya se hizo una evaluación externa e independiente con la antigua primera ministra de Nova Zelanda o con la Comisión Monti en la que yo participé. La OMS ha sido valiente al pedir dos informes externos e independientes para repensarse y estar mejor preparada para la próxima pandemia pero esto no se ha hecho a escala nacional. Las organizaciones internacionales están aprendiendo pero los gobiernos nacionales no han hecho sus respectivas evaluaciones.
¿Hay que invertir más y mejor en la sanidad?
Sí, antes de la pandemia ya decíamos que la sanidad estaba infrafinanciada. Ha sufrido demasiados ajustes a fuego lento y la salud pública y la atención primaria han quedado muy debilitadas. Ahora hay que empezar a hacer justo lo contrario, la situación de la sanidad no se arregla solo con dinero y recursos, sino con una transformación muy profunda hacia la gestión de enfermedades crónicas que son el gran reto una vez hayamos pasado la pandemia. El 90% de la mortalidad en España está vinculada a las enfermedades crónicas y el 70% de las personas que van hoy al hospital, quitando el coronavirus, son enfermos crónicos que ocupan una cama y la UCI. Se necesitan más fondos, más recursos humanos y una profunda transformación del sector.
"La situación de la sanidad no se arregla solo con dinero y recursos, sino con una transformación muy profunda hacia la gestión de enfermedades crónicas que son el gran reto una vez hayamos pasado la pandemia"
“Despoliticemos la sanidad pública y humanicémosla!”, aseguraba el director general del Hospital Clínic, Josep Maria Campistol, en una entrevista en VIA Empresa.
No es posible, políticamente es muy apetitosa. [Ríe]
Sí que hay que despolitizarla, pero a los políticos les encanta la sanidad y progresivamente vamos a una mayor politización. Las autoridades y los gobiernos se han dado cuenta que se pueden librar de la parte más negativa y ponerse la medalla de la parte más positiva. Lo vamos a ver con la probable no evaluación de esta pandemia.
Es decir, los políticos se han dado cuenta que no van a sufrir un gran desgaste por la gestión de la pandemia, pero sí que pueden tener más visibilidad y colgarse medallas y por lo tanto, van a seguir politizando la sanidad. Josep María Campistol tiene razón pero no es lo que parece que vaya a ocurrir.
¿Y un Pacto de Toledo de la salud?
Tendría mucho sentido y sería muy deseable. Precisamente, una de las formas de avanzar sería asegurar que cualquier agencia estatal o autonómica de salud pública o de reforma del sistema sea independiente. Hay que organizar una agencia de salud pública, invertir en ella, preparar una ley de salud pública y de pandemias, pero las agencias tienen que ser independientes porque sino se convierten en una disección general subyugada al ministerio correspondiente.
¿Qué sugiere?
Yo sugiero crear algo como la Airef para el control sanitario del país. Un órgano que pueda hablarle al poder con fuerza y datos objetivos y reportar directamente al Parlamento y no a los Ministerios. Sería positivo un Pacto de Toledo, pero la implementación de ese pacto tiene que ser independiente con la Airef de la salud.
"Sugiero crear la Airef del control sanitario del país. Un órgano que pueda hablarle al poder con fuerza y datos objetivos y reportar directamente al Parlamento"
El sistema de bienestar se ha ido debilitando, pero más que una ley lo que obliga a blindar el sistema son las agencias que están continuamente monitorizando lo que sucede. La Airef de la sanidad sería perfecta para hacer esta evaluación y el ciudadano lo recibiría bien.
¿El sistema sanitario español es sostenible?
Es perfectamente sostenible pero está sufriendo una privatización a fuego lento por laissez faire y dejadez. Esto no es un comentario en contra de la privada, pero la sociedad civil ha visto que no se la atendía debido a la covid y ha ido pasando de forma creciente a seguros privados, debilitando así el sistema público. Esto no se revierte atacando ahora la privada sino fortaleciendo la pública que pueda atender pacientes covid, pero también recuperar todo lo otro. Lo hemos estado postergando y no podemos seguir así.
¿Nos falta colaboración público-privada?
Sí, pero en el marco de un sistema público muy fortalecido. Hay que pensar cómo se gestiona una crisis de este tipo en un Estado descentralizado y en un país que tiene un 20% de infraestructura privada -en Catalunya todavía más- y cuál podría ser el arreglo institucional para la siguiente crisis para no improvisarlo según vamos avanzando.
¿Cómo se imagina la sanidad a largo plazo?
Una sanidad del siglo XXI con un model asistencial mucho más centrado en la integración pendiente de servicios sociales y sanitarios, con un gran apoyo tecnológico y digital para hacer todo lo que se pueda en atención primaria y a domicilio sin necesidad de acudir al hospital. Es decir, una infraestructura en clave preventiva. Ese es el horizonte y se tiende hacia allí, aunque todavía estamos un poco lejos.
"Una evaluación no es una caza de brujas, no se buscan culpables y se promueve el aprendizaje y la innovación"
Un último consejo.
Si hacemos una evaluación de lo sucedido, estaremos mucho mejor preparados para la siguiente pandemia. Hace falta abandonar la cultura de secretismo que oscurece los hechos y promover espacios para aprender. Una evaluación no es una caza de brujas, no se buscan culpables y sí se promueve el aprendizaje y la innovación. Parece muy idealista, pero es lo que hacemos todos los días cuando hay un problema en un hospital. Sabemos que son errores del sistema en general y hay mucho que corregir. En nuestra jerga le llamamos innovación y no culpabilización y es así como avanzan las personas y las empresas frente a las crisis.