Twitch ha vuelto a proponer cambios a su sistema de monetización . La plataforma de contenidos en directo, en la actualidad el principal portal para la emisión por streaming de contenidos de todo tipos, ha comunicado a sus usuarios su intención de aumentar la ratio de beneficios por la emisión de anuncios, al coste del recorte de la parte de los ingresos por suscripciones de pago y donaciones que recibirán algunos de sus usuarios – se igualarán por debajo los acuerdos de partners al 50% de la facturación de cada creador. Desde la bajada de precios de los delgadas – un formato de suscripción gratuita a un canal concreto incluido con el prime de Amazon, propietaria de la plataforma – los streamers, especialmente el grueso del mercado, con ingresos más bajos que las grandes caras de la industria, avisan de que las nuevas políticas hacen daño a sus ingresos. Además, y cómo empieza a ser la norma en todas las aplicaciones, webs y entornos sociales que viven de una creación de contenidos relativamente monetizable, varios streamings han denunciado una cierta unilateralidad por parte de una empresa que ni comunica sus intenciones ni el funcionamiento interno de sus tecnologías de selección de contenidos.
La falta de feedback en cuanto a las decisiones de los algoritmos, así como los cambios en políticas que van desde los ingresos hasta el posicionamiento, pasando por las normas de las emisiones y los contenidos, han sido uno de los varios dolores comunes de creadores de contenido de plataformas tan diversas como la misma Twitch, TikTok, YouTube o Facebook – cuando han tenido la oportunidad de encontrarse. "Cuando nos juntamos siempre hablamos y descubrimos cosas que nos pasan a todas", apunta MiriamJiménez. Socióloga y politóloga, se dedica – entre otras cosas – a la divulgación en estos campos con contenidos en TikTok. El mismo funcionamiento de las plataformas, y la naturaleza del trabajo que hacen los creadores, es muy atomizada, y los espacios de encuentro son escasos – inexistentes, de hecho, hasta hace no demasiado.
Jiménez: "Las plataformas no quieren reconocer que hay una relación laboral, solo una mercantil"
Jiménez es una de las promotoras de la Red de Creadoras de Contenido, una plataforma de acción colectiva creada de la mano de la UGT en que profesionales de diferentes espacios buscan puntos en común y formas de intervención y negociación con las empresas para solucionar los problemas comunes que identifican – lo más parecido, en una lógica de trabajo inmensamente diferente de la tradicional, a un sindicato de su sector. Gracias al joven espacio, confirma, streamers, youtubers y tiktokers se han encontrado en la materialidad compartida de trabajar para empresas de contenidos que, si bien son diferentes, operan en cuanto a los creadores de maneras similares. "Las plataformas no quieren reconocer que hay una relación laboral, solo una mercantil", critica la creadora. La deliberada liquidez de las relaciones no solo funciona en términos materiales, también afecta las rutinas productivas de los trabajadores. "Cuando tú haces cambios en una empresa, lo comunicas a los trabajadores para que se adapten. Esto en las plataformas no pasa", explica.
Más allá de las cuestiones relacionadas con la plataforma directamente, los creadores han establecido una serie de puntos en común: el tratamiento de los derechos de autor ante los posibles plagios, la suplantación de identidad – o directamente el robo de cuentas – y otras incidencias de las que muchas plataformas se desentienden. La puesta en común de estas problemáticas es lo que, como confirma Jiménez, ayuda a identificar los puntos en común entre profesionales muy parecidos que a menudo están demasiado alejados para encontrarse. "Estamos demasiado esparcidos, cada cual en su casa; pero cuando debatimos entre nosotros conocemos las diferentes realidades". Es la misma organización la que, en un contexto de atomización, hace tomar conciencia colectiva en la especificidad del trabajo digital.
Precariedades en directo
"La realidad de los creadores de contenido es la precariedad, mientras que a las plataformas les salen muy rentables, casi gratis", espeta Jiménez, que identifica cada vez más la tendencia hacia los microinfluencers – con ingresos muy limitados y extremadamente dependientes de las decisiones de la plataforma, los cambios en el algoritmo y cualquier variación en el potencial de expansión de sus contenidos. La monetización de los contenidos, uno de los "principales conflictos" que sufren los trabajadores, informa RubénRanz, coordinador de Turespuestasindical.es en la Unión General de Trabajadores, que encuentra en la relación laboral unas condiciones que escapan de la lógica del profesional autónomo. La dependencia del algoritmo hace que los creadores estén ligados a una dedicación horaria altísima para rentabilizar su tarea. "Hacen falta muchos contenidos, y lo que hemos encontrado es gente que dedica mucho tiempo a la plataforma y consigue muy pocos ingresos", lamenta el sindicalista.
"Partimos del hecho de que no somos trabajadores", avisa Jiménez. La relación entre creadores y plataformas tiene mucho que ver, coincide con Ranz, con la que sufren trabajadores cómo los riders respecto de empresas como Glovo o Deliveroo. "Hay una plataforma que se piensa intermediaria, pero que nos exige un trabajo y hace lo que quiere con él", critica Jiménez, que constata que el beneficio de las empresas, como en cualquier relación laboral normal, se extrae del trabajo – los contenidos, en este caso – de unos creadores que operan como autónomos. No son intermediarios, apostilla Ranz, porque "establecen condiciones, son fundamentales para el trabajo digital, con lo cual tienen que estar incluidos en las normas". La aportación de las plataformas a la tarea de los creadores, además, a menudo no va más allá de la infraestructura digital. "No hacen ni de intermediarios entre las marcas y nosotros; ni entre nosotros y los usuarios. Solo piden contenidos", aclara Jiménez.
Ranz: "Las plataformas no son intermediarios: establecen condiciones, son fundamentales para el trabajo digital, con lo cual tienen que estar incluidos en las normas"
La falta de transparencia de las plataformas en cuanto al funcionamiento de sus algoritmos también afecta directamente los ingresos de los creadores – y su capacidad para conseguirlos. Lejos de reclamar el control sobre el software, desde la Red se pide un feedback regular sobre sus condiciones, una información que permita a los trabajadores entender los motivos y los factores que definen la distribución o no de un vídeo o una pieza en concreto. La promoción o no de una publicación, además, puede ser a menudo una decisión consciente de la empresa. "Sé perfectamente en qué tipo de contenidos me pueden cortar", revela Jiménez, que pone el ejemplo de un reciente TikTok sobre la apostasía – el proceso para salir de la Iglesia católica – que cortó por lo sano su distribución después de recibir más de 12.000 visualizaciones. El vídeo se frenó y relanzó días después, y superó finalmente las 30.000 visitas. "Aquí ha habido una decisión", confirma la creadora.
No solo la estricta distribución y monetización afecta las condiciones materiales de estos trabajadores digitales. Los baneos o restricciones, incluso las cancelaciones de cuentas en casos extremos, tienen el potencial de limitar el poder adquisitivo de unos creadores que a menudo tienen poco que decir cuando se dan estos conflictos. En el caso de TikTok, donde opera Jiménez, hay una cierta conexión, pero compañeras que desarrollan su actividad en Facebook o Instagram – las plataformas de Meta – no tienen la misma experiencia. "No hay herramientas para decir a Instagram que te devuelva tu cuenta, desde donde haces tu trabajo", si hay un problema, reconoce. En este sentido, una de las principales reclamaciones de la Red de Creadoras es un espacio efectivo de comunicación. "Reclamamos que exista un espacio para reclamar estas decisiones, que ahora mismo no se puede hacer", Ranz.
El partner para quien lo trabaja
Una parte del problema que observan los creadores, compartida por los miembros de la Red de Creadoras, es la del reconocimiento de su trabajo – ya no desde las plataformas, sino por parte de los consumidores, del público general. Antes de solidificar su posición ante las respectivas empresas, "quien nos tiene que reconocer como trabajadores es la misma sociedad". El "debate social" alrededor de sus condiciones laborales no está todavía establecido. Por lo tanto – en una profesión dedicada precisamente a comunicar – informar de todo es la principal herramienta del repertorio de acción colectiva del grupo. Las herramientas mismas del trabajo de los creadores – la infraestructura de las plataformas y sus canales particulares – pueden convertirse en "altavoces" de difusión de su actividad.
"Solos y en nuestras casas no podemos hacer nada, trabajar colectivamente es el que toca"
En este sentido, las reclamaciones no se dirigen exclusivamente a las plataformas, sino también a las administraciones. La carencia de reconocimiento del trabajo de creación de contenidos hace que cuestiones cómo las cotizaciones sean mucho más complejas que en otros espacios del trabajo por cuenta propia. "Ahora mismo cotizan en cinco CNAEs diferentes sin saber si lo están haciendo bien", lamenta Ranz, que ve imprescindible una adaptación de la Ley del audiovisual a las nuevas realidades. Las propuestas de los legisladores, lamenta, "considera a todos los creadores iguales", cuando las herramientas de trabajo y la procedencia de los ingresos es diferente según el tipo, la plataforma o las decisiones mismas de cada creador en cuanto a su monetización.
Desde la misma red se reclama, de hecho, que la ley sea el motor del reconocimiento laboral de los creadores. También que el diálogo forme parte de la norma. "A las plataformas no les resulta cómodo tener un diálogo con los creadores como se hace en otros lugares", lamenta Ranz, que pide, de hecho, la adaptación en los nuevos espacios de las relaciones laborales tal como siempre se han ejecutado. "Esto no es un invento nuevo, es cómo hemos estructurado la relación social de la economía y aquí es donde resolvemos los problemas", opina el sindicalista, que exige que la ley "deje espacio para el diálogo". La especificidad de los entornos digitales en contraposición a los puestos de trabajo físicos, así, no necesariamente socava la acción colectiva como herramienta de consecución de derechos laborales. "Solos y en nuestras casas no podemos hacer nada – reconoce Jiménez – trabajar colectivamente es lo que toca".