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¿Un referéndum olímpico para resolver el futuro del Pirineo?

El futuro de la región no se resuelve solo con el turismo

El futuro del Pirineu supone un conflicto entre las posibilidades económicas del turismo y las necesidades ambientales y productivas de la región | ACN
El futuro del Pirineu supone un conflicto entre las posibilidades económicas del turismo y las necesidades ambientales y productivas de la región | ACN
Enric Llarch | VIA Empresa
Economista
Barcelona
01 de Febrero de 2022
Act. 01 de Febrero de 2022

La decisión del gobierno de de Catalunya convocar un referéndum en el Alt Pirineu i l'Aran para decidir si se presenta la candidatura a los Juegos Olímpicos de Invierno del 2030, ha disparado comentarios y opiniones contradictorias. A pesar de que la gran mayoría de catalanes hemos visitado alguna que otra vez estas comarcas y tenemos una cierta imagen general, vale la pena hacer un repaso de sus principales características y evolución para que nos ayude a hacer un juicio de valor lo más consistente posible.

 

Poca población en un territorio amplio y accidentado

- En los últimos diez años el Alt Pirineu i l'Aran han perdido el 5,9% de su población, mientras el conjunto de Catalunya ha ganado un 2,9% de habitantes.

- Todas las comarcas de la vegueria han perdido población, incluyendo las respectivas capitales y con una sola excepción: Puigcerdà ha ganado 200 habitantes en esta década. La ciudad más grande de la región, la Seu de Urgell, tiene 12.000 habitantes

 

- En nuestra región de montaña viven unas 72.000 personas, que representan menos del 1% de la población catalana. Eso sí, el territorio de la vegueria equivale al 18% del total catalán.

- En un país montañoso como Catalunya, el 44% del territorio tiene pendientes inferiores al 20% y se pueden considerar superficies suficientemente llanas para desarrollar la mayoría de actividades económicas. En el Alt Pirineu i l'Aran, con la excepción de la Cerdanya, los territorios razonablemente planos van del 0,5% del Aran al 16,6% del Pallars Jussà. La meseta de la Cerdanya es la excepción relativa. Los terrenos por debajo del 20% de pendiente llegan al 23,9%. Puigcerdá, sin embargo, está a 1.200 metros de altitud.

El fenómeno de despoblación y de empobrecimiento de la alta montaña catalana no es reciente, sino que proviene de la Baja Edad Media, con pocas excepciones, como por ejemplo la construcción de varios grandes embalses a comienzos del s.XX

El fenómeno de despoblación y de empobrecimiento de la alta montaña catalana no es reciente, sino que proviene de la Baja Edad Media, con pocas excepciones, como por ejemplo la construcción de varios grandes embalses a comienzos del s. XX. No es casualidad que la de la Seu sea la única catedral románica que pervive. Ni la evolución de la población ni su riqueza menguante permitieron sustituirla por una gótica, como el resto de sedes episcopales de Catalunya.

La asignatura pendiente de las infraestructuras

Los 40 años de autonomía han permitido dotar a la región pirenaica de la mayoría de servicios -educativos, sanitarios- propios del estado del bienestar moderno. Ha habido mejoras evidentes en términos de accesos desde Barcelona y del pla de Lleida, pero la interconexión transversal entre las diferentes comarcas de la región es todavía una odisea. El planificado Eje Pirenaico es una quimera más allá de Banyoles. Del supuesto túnel que tendría que salvar la collada de Tosses hace tiempo que no se habla. Y lo mismo en cuanto a La Bonaigua. La apertura del túnel del Cadí en los 90 ya hemos visto que no ha sido suficiente para cambiar mucho la situación de la Cerdanya ni del Alt Urgell, las comarcas teóricamente más beneficiadas por la mejora de la accesibilidad desde el área de Barcelona

Las comunicaciones en tren tampoco han mejorado mucho, pese a la asunción por parte de FGC de la gestión del tren entre Lleida y la Pobla de Segur, que ha mejorado el servicio. Pero no se ha conseguido alargar una línea que algún día tendría que llegar a la Seu d'Urgell y a las puertas de Andorra. En cuanto a la línea de Puigcerdá no hay que extenderse mucho. Hasta los años ochenta no cambiaron la catenaria que databa de la electrificación inicial. Y después, nada. Ahora dicen que se está trabajando en el tramo inicial de la línea desde Barcelona para salvar el paso del Desfiladero pero, en el mejor de los casos, de aquí a unos años habrá una línea competitiva hasta Osona.

¿Son los Juegos de Invierno una alternativa de futuro para el Alt Pirineu i l'Aran?

En este contexto, pues, aparece la posibilidad de presentar candidatura a los Juegos Olímpicos de Invierno del 2030. El inefable presidente de Aragón, que tanto se distingue entre los barones socialistas por sus ataques a las iniciativas del Gobierno de Catalunya, quiere añadirse. De hecho, ellos han presentado la candidatura de Jaca -¡y en solitario!- al menos cuatro veces sin éxito. Una eventual candidatura conjunta sería de gestión difícil entre los dos gobiernos, beneficiaría especialmente el Pirineo Central y acabaría en manos del gobierno español, que aprovecharía para hispanizar el proyecto con la excusa de hacer de árbitro.

Evidentemente, no es el mejor de los modelos esperar a que lleguen unos Juegos de Invierno o cualquier otro gran evento de alcance mundial para que un territorio pueda ponerse al día en materia de equipamientos e infraestructuras. Se trata de un territorio especialmente delicado y muy sensible a los cambios y a los nuevos equilibrios que se puedan implantar.

Una eventual candidatura conjunta con Aragón seria de gestión difícil entre los dos gobiernos, beneficiaría especialmente al Pirineo Central y acabaría en manos del gobierno español, que aprovecharía para hispanizar el proyecto con la excusa de hacer de árbitro

El ejemplo de Barcelona 92 solo sirve parcialmente. Primero porque habrán pasado 30 años desde entonces. Segundo porque se trataba de una gran ciudad, ya desarrollada y que había que regenerar, más que construir, en muchos aspectos. Tercero, porque sus mismas dimensiones han facilitado un aprovechamiento razonable de la mayoría de las obras e infraestructuras que se desarrollaron. Y es cierto que, excepto alguna chapuza puntual -como por ejemplo el tambor de les Glòries, que tanto tiempo y tanto dinero han hecho falta para solucionar- las cosas se hicieron urbanísticamente bastante bien.

Ahora, el efecto indirecto de poner la ciudad sobre el mapa turístico internacional es lo que no se ha gestionado tan bien. Y esto no ha sido obra de los responsables olímpicos de entonces, sino de todos los que han aprovechado para hacer negocios fáciles y rápidos con la ciudad. Y de las autoridades que han permitido o han facilitado esta especialización turística excesiva que cada vez ha generado más deseconomías externas.

La especialización turística

Y llegados aquí, ya estamos en el núcleo de la cuestión: la especialización turística. Una especialización que en el caso del Alt Pirineu i l'Aran tiene muchos más elementos en común con la de la costa catalana que con Barcelona. Y es que tanto en la montaña como, inicialmente, en la costa, actuamos sobre un territorio muy virgen y poco urbanizado, donde los recursos naturales son el principal atractivo para los visitantes.

Es cierto que difícilmente el turismo de montaña devendrá tan masivo cómo el de sol y playa. Pero los procesos y los riesgos pueden ser similares. En la costa, durante el franquismo, se desarrollaron procesos de ocupación intensiva del suelo -con la especulación y corrupción subsiguiente- que 40 años después se han mostrado irreversibles. Es más, durante estos cuarenta años de autonomía y de ayuntamientos democráticos, el proceso de urbanización intensiva ha continuado y la especialización turística se ha acentuado, con todo lo que ello comporta: temporalidad, trabajos poco cualificados y sueldos bajos, inmigración ... e inexistencia de otras iniciativas empresariales para crear riqueza al margen del turismo.

Nieve y cambio climático

El cambio climático es otro de los argumentos que se emplean para cuestionar la opción de los Juegos de Invierno y la especialización en turismo de nieve. Se critica el eventual uso masivo de los cañones de nieve debido a su consumo eléctrico. Pero esto es olvidar que la región del Alt Pirineu i l'Aran es la principal generadora de energía renovable de Catalunya, a través de los embalses. Cuando todos los catalanes nos beneficiamos de unas infraestructuras -los embalses- con un impacto tan grande sobre el territorio de la región parece un poco ridículo cuestionar que se pueda utilizar una mínima parte de esta energía para hacer nieve artificial.

El futuro de la región no se resuelve, solo, con el turismo

Dicho todo esto, ¿la eventual celebración de los Juegos Olímpicos de Invierno y todavía más, la especialización en turismo de nieve resolverá por sí sola el futuro de la región? Es evidente que no. puede ayudar, pero con esto no habrá suficiente. Tenemos un ejemplo muy inmediato en la Vall d'Aran. Única comarca de Catalunya -y del Estado español- situada en la vertiente norte del Pirineo, tiene la nieve de más calidad y más asegurada de toda la cordillera pirenaica. Por eso mismo, se ha beneficiado de la propaganda, sobre todo entre el público español, de ser la zona elegida para esquiar por parte de la familia real. E incluso así, ha perdido el 2% de la población en la última década.

Como en tantas infraestructuras, el negocio no está en la explotación, sino en la construcción. En este caso, sobre todo, de las zonas hoteleras y residenciales que con la excusa de la estación se desarrollan

Otro ejemplo lo tenemos en las estaciones de esquí alpino. De las nueve estaciones que hay en la región, seis han tenido que ser rescatadas por los Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya, que tuvo que modificar sus estatutos para poder ir haciéndose cargo progresivamente. Como en tantas infraestructuras, el negocio no está en la explotación, sino en la construcción. En este caso, sobre todo, de las zonas hoteleras y residenciales que con la excusa de la estación se desarrollan.

El Alt Pirineu i l'Aran ya tienen a estas alturas el porcentaje más alto de entre todas las regiones catalanas de segundas residencias sobre el parque de vivienda total, un 15,6%. Teniendo en cuenta el escasez que ya hemos comentado de terreno mínimamente plano, un desarrollo mucho más intenso de las segundas residencias podría hipotecar de forma permanente el stock de suelo disponible para todo el resto de actividades.