La mariposa está volando

Una reflexión sobre la realidad de los precios de los alimentos

Espigas de cebada. La guerra en Ucrania ha afectado a la oferta de cereales | iStock
Espigas de cebada. La guerra en Ucrania ha afectado a la oferta de cereales | iStock
Francesc Reguant | VIA Empresa
Economista, experto en estrategias de la agroalimentación
Barcelona
31 de Marzo de 2023
Act. 28 de Junio de 2023

Una metáfora de la teoría del caos prevé que un leve aleteo de una mariposa puede provocar un temporal al otro lado del océano.  Más allá de la metáfora, la realidad actual de los precios de los alimentos hace patente la densidad de vectores interrelacionados con orientaciones bien diferentes con resultantes difíciles de prever y que complejifican extraordinariamente las políticas para abordarlo.

 

Los datos de inflación en cuanto a los alimentos y bebidas no alcohólicas en el mes de febrero 2023 son el 16,6% de incremento en España y el 14,5% en Catalunya.  Son datos desconocidos en los últimos 40 años. Pero los precios de la energía, los fertilizantes, los cereales y la soja han tenido bajadas significativas. El Estado ha tomado varias medidas: eliminación o reducción del IVA de productos alimenticios frescos, excepto el pescado y la carne, ha subvencionado el precio del gasóleo y de los fertilizantes. Además, ha ofrecido un cheque alimentario de 200 euros a las rentas anuales de hasta 27.000 euros. Sin embargo, los precios siguen subiendo y contradicen las previsiones que se hicieron.

¿Qué nos hemos olvidado? ¿Cuáles son los factores coyunturales o estructurales que dificultan el ajuste y el reequilibrio? ¿Qué podemos hacer dado que las medidas emprendidas no han resultado ser lo suficientemente efectivas o, cuando menos, no han tenido un resultado inmediato??

 

El vuelo de la mariposa

Desde 2007 existen evidencias de tensión sostenida en los mercados de los productos alimentarios básicos. La ilustración 1 expone la evolución de la oferta y demanda de cereales, el principal alimento de la humanidad.  Se observa como la evolución de la demanda se acerca a una recta monótonamente creciente mientras que la oferta tiene un comportamiento mucho más errático. Un hecho que, dada la alta volatilidad de los alimentos, facilita respuestas agudas en la evolución de los precios.

Ilustración 1- oferta y demanda de cereales. Fuente: elaboración propia con datos FAO

La ilustración 2 muestra la sucesión de crisis de precios producidas en los últimos quince años. En la lista de las causas han aparecido nuevos actores indeseados pero impactantes tales como la emergencia de los agrocarburantes, el cambio climático, una pandemia y la guerra en Ucrania. Todo ello con la ayuda de la especulación promovida sobre todo desde los mercados de futuros, que incomprensiblemente ningún gobierno (particularmente Estados Unidos) se atreve a regular.  Las diversas cinco crisis señaladas en el gráfico han tenido consecuencias graves en el triple ámbito político, social y económico.  El impulso de los agrocarburantes determinó que los precios de los cereales y del azúcar se vincularan a los precios de la energía, en tanto que producto sustitutivo.  La crisis de 2010, por ejemplo, fue la chispa que inició las guerras del norte de África con todas las consecuencias sobrevenidas de hambre y migraciones masivas. Todo ello ha facilitado el ascenso de la extrema derecha.

Ilustración 2 - Índice de precios de los alimentos de la FAO. Elaboración propia con datos FAO

La pandemia del covid supuso una gran disrupción en las cadenas de abastecimiento. El sistema alimentario demostró una gran resiliencia, pero no evitó una fuerte escalada de precios con contenidos especulativos muy claros.

Cuando surgió la guerra en Ucrania las consecuencias fueron más graves en tanto que afectaron seriamente a la oferta de los cereales y a la garantía de su abastecimiento, pero también a los fertilizantes y muy especialmente al precio de la energía.  La inflación de costos estaba servida y su posible consecuencia tenía el nombre de estagflación. Solo cabe recordar que Rusia y Ucrania, en conjunto, exportan el 26% de la cebada mundial, el 34% del trigo, el 17% del maíz, el 24% de las pipas de girasol y el 73% del aceite de girasol. En resumen, el 12% de las calorías que se exportan al mundo proceden de estos dos países. A esto debemos sumarle las exportaciones de gas (con su impacto directo en el coste de los fertilizantes y de los transportes), en los que Rusia (junto con Bielorrusia) representa el 20% -el 40% si nos limitamos a las importaciones europeas- de fertilizantes nitrogenados (15%) y potásicos (17%).

 

Cerca de 770 millones de personas pasan hambre: el progreso que se había producido a lo largo de este siglo se ha roto

Todo ello provocó encarecimientos de precios muy elevados, precios que han encontrado un camino de recuperación en la medida en que se han establecidos alternativas de abastecimiento y garantizado o casi garantizado las vías de suministro. No obstante, no se ha evitado una grave repercusión en los índices de desnutrición global tal y como señala la ilustración 3. El progreso de mejora que se había producido a lo largo de este siglo ha quedado roto por las últimas crisis. Hoy se considera que 767, 9 millones de personas pasan hambre. Un dato que avergüenza a toda la humanidad.

Denis Drechsler, Gerente de Proyecte de AMIS (Agricultural Market Informations System) Señala que el comercio internacional de productos alimenticios se ha más que duplicado desde el comienzo del milenio y que la mayoría de los suministros mundiales se originan en un escalón reducido de países exportadores. Así la seguridad alimentaria mundial se está volviendo cada vez más vulnerable a las perturbaciones en las principales rutas de transporte. En este contexto los países pobres importadores de alimentos son especialmente vulnerables a la escasez de suministros en caso de interrupción o disrupción provocada por los diferentes cuellos de botella del comercio internacional.

Ilustración 3 - Personas desnutridas en el mundo. Datos FAO

Y sigue volando

Nos habíamos "acostumbrado" a la guerra (si es que fuese posible decirlo sobre esta gran tragedia).  Frente a las expectativas catastróficas se habían encontrado, en buena parte, alternativas a los productos más críticos, sobre todo la energía, y ya preveíamos un aterrizaje suave de precios hacia las posiciones de salida.

Pero no habíamos hecho bien los deberes...

No habíamos pensado que los mayores costes de los inputs no solo repercutirían en precios más altos sino también en limitar algunas producciones, muy especialmente de producciones ganaderas intensivas.

 

No habíamos pensado que la sequía y otros condicionanantes climáticos serían capaces de destruir producciones y provocar incapacidad para cubrir la demanda

No habíamos pensado que la sequía y otros condicionantes climáticos serían capaces de destruir producciones .y provocar incapacidad para cubrir la demanda de productos hortícolas o del aceite.  Ni que la imagen de lineales vacíos en Inglaterra contagiaría miedo, el mejor amigo de la especulación.

No habíamos pensado que los animales también pueden tener su pandemia y que la gripe aviar junto con unos calores muy por encima de la media anual afectaría a la producción de aves y de huevos.

No habíamos pensado que una serie de medidas restrictivas a la producción del Green Deal europeo desanimarían a algunos productores y crearían un problema de falta de oferta, sobre todo en productos ganaderos.

No habíamos pensado que China saldría de la Covid y recuperaría niveles de consumo de carne de cerdo que habíamos olvidado durante un tiempo.

No habíamos pensado que el impuesto sobre el plástico llegaría en el momento más inoportuno.

Incluso, no habíamos pensado que la nueva PAC con las exigencias como agricultor activo motivaría a ceder las tierras a titulares de la PAC ya jubilados, con un potencial efecto disruptor de la oferta.

Tal y como decía recientemente Elena Costas "cada época afronta sus propios demonios. Pero su multiplicación estos años está convirtiendo el diseño de las políticas públicas en un reto sin precedentes". Todo podía pasar pero esta vez todo pasa y en todas partes. Quizá ya nos lo advertía el film que acaba de ganar el Oscar.

Es difícil hacer previsiones pero el informe AMIS advierte: "Sin fin a la vista de la guerra en Ucrania y las amenazas de una nueva escalada, la incertidumbre sigue colgando sobre los mercados agrícolas. Los suministros están ajustados. La reducción de las plantaciones en Ucrania significa que otros países deberán producir cereales y semillas de oleaginosas adicionales para ayudar a reconstruir las existencias mundiales y moderar los niveles de precios (...)  Las existencias ajustadas significarán un aumento de la volatilidad de los precios, sobre todo en periodos de incertidumbre, como los tiempos de plantación y las temporadas de crecimiento del hemisferio norte".

Detener el temporal

Nos encontramos básicamente ante un choque de oferta generado desde múltiples vectores. Las soluciones deben mirar los costes y las causas que los producen.  En este escenario los precios son la consecuencia, no la causa. Por eso las medidas dirigidas a castigar a los proveedores de alimentos (impuesto a las grandes superficies, "topar los precios") añaden efectos disruptores en este escenario bastante problemático.  Ya me referí en el artículo de "topar los precios" a reducir el IVA. En aquel artículo consideraba que las medidas finalmente tomadas por el gobierno estaban bien orientadas, pero seguramente con insuficiente intensidad, tal como también señalaba.

Para llegar a la población más vulnerable, el cheque alimentario administrado de forma efectiva e inteligente es lo más apropiado

Las medidas apagafuegos tienen un alcance limitado aunque son imprescindibles dado el impacto social que unos precios altos de los alimentos pueden provocar. En este sentido reducir el precio (menos IVA), reducir costes energéticos y de inputs críticos es positivo. Pero para llegar a la población más vulnerable el cheque alimentario administrado de manera efectiva e inteligente es el más apropiado en situación de emergencia.

Pero, debe irse al fondo con medidas de largo plazo. A raíz de la crisis de precios 2007-08 y 2010, el G20 abordó el tema y planteó cinco grandes objetivos para evitar nuevas crisis. Estos fueron los objetivos:

  1. Mejorar la transparencia y la información de los mercados. En el seno de este objetivo se creó AMIS que hace un seguimiento de los mercados alimentarios básicos
  2. Mejorar la coordinación internacional para mejorar confianza de los mercados.
  3. Desarrollo de la producción agraria con el fin de evitar estrangulamientos de la oferta
  4. Desarrollo de herramientas de gestión de riesgo tales como fondos mutuales de seguridad, seguros a la producción, seguros a la renta
  5. Mejora de la organización de los mercados agrarios. Un objetivo que debería contemplar la regulación de los mercados de futuros, algo que no se ha realizado con suficiencia, a pesar de la ley "Dodd-Frank Act", promovida por el presidente Obama, que fue aprobada pero muy recortada.

Hoy estos objetivos son igualmente válidos. Aunque se podría añadir:

  • Mejor control de stocks y de reservas tal como parece haberlo entendido la Unión Europea.
  • Herramientas fiscales de regulación de mercados.
  • Medidas contra los efectos devastadores del cambio climático (defensa contra fenómenos meteorológicos extremos)

Finalmente, creo que debería valorarse la Ley de la Cadena Alimentaria. Es una buena ley.  Como todo, es mejorable, pero, sobre todo es aplicable con la máxima intensidad como marco de contratación a plazos dilatados y ajustables, marco de diálogo y marco para una información precisa de la realidad de los mercados y de la cadena alimentaria, local y global.

¿Y mañana que precios habrá?

Mientras la guerra dure y dadas, sobre todo, las incertidumbres del clima las previsiones son difíciles. Sin embargo, el escenario actual con los precios de los inputs críticos (gas, petróleo, fertilizantes, cereales) estabilizados o a la baja deberíamos esperar un proceso lento pero sostenido de reducción de la inflación de precios de los alimentos. La ilustración 4 nos indica la evolución mensual de los precios de los alimentos y bebidas. El mes de enero es tradicionalmente donde se aprovecha para ajustar precios, en el caso actual parece que los proveedores de alimentos se contuvieron dada la presión del Gobierno español pero aprovecharon febrero para regularlos de acuerdo con los costes. Si fuera así marzo y sobre todo abril, serían meses de recuperación.

 

En cualquier caso, hay que ser conscientes de que estamos inmersos en una gran transformación donde pretendemos frenar el cambio climático y ajustar nuestra economía a criterios de sostenibilidad. Todo esto no saldrá gratis. Por lo tanto, es importante que los gobernantes y los políticos en general hagan pedagogía de la dificultad. Si desde la política se vende un mundo de rosas sin espinas se producirán convulsiones sociales y la evolución hacia opciones autocráticas será un hecho. Hay que explicar los retos a los que nos enfrentamos. Una ciudadanía informada puede entender que vale la pena cambiar para garantizar una sociedad justa y con futuro para las nuevas generaciones.