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Res Pública versus Res Colectiva. La confusión entre titularidad y gestión pública

"Resuenan cada vez con más fuerza palabras y modelos superados de los años ochenta de nacionalizaciones y municipalitzaciones"

"Augmentar el número de funcionarios no significa, necesariamente, gestionar bien los servicios colectivos" | iStock
"Augmentar el número de funcionarios no significa, necesariamente, gestionar bien los servicios colectivos" | iStock
Terrassa
30 de Junio de 2022

La aceleración de la historia que estamos viviendo en occidente nos pilla con el paso cambiado y nos cuesta asumirlo y gestionarlo. El "cronos" nos gobierna y siempre ha condicionado el mundo, pero con el crecimiento exponencial de la tecnología y el conocimiento, todo aquello vital que pretendíamos controlar durante siglos se nos escapa de entre los dedos. Somos incapaces de entender y asimilar todo lo que pasa simultáneamente en todo el mundo. Todo ha pasado a ser más complejo, volátil e imprevisible, precisamente todo lo que los humanos detestamos e intentamos evitar. Lo expresaba muy bien Erik Fromm en su libro El Miedo a la Libertad (1941): Queremos certezas, absolutos, queremos referentes que nos den seguridades y nos garanticen futuros tranquilos aunque sea renunciando a las libertades. La individualidad se vuelve muy débil y necesita más que nunca de la red, del nosotros colectivo para gobernar el presente.

Mirad algunos eslóganes de campañas electorales recientes: "Make America great again", o el más casero: "Con Franco, vivíamos mejor". Qué gran recurso político, normalmente de los partidos conservadores, de mirar atrás para encontrar el cimiento sólido sobre el que construir un mejor futuro que contrasta con el utilizado por Obama: "Yes we can", apelando a los propios recursos colectivos actuales.

"Cuando todo el mundo percibe que ni los gobernantes ni las instituciones de cualquier orden no son instrumentos válidos para dar estabilidad al sistema social, pierden su autoridad y entran en crisis"

Esta sensación de descontrol ha generado una crisis de la institucionalidad sin precedentes. Cuando todo el mundo percibe que ni los gobernantes, ni las instituciones políticas, religiosas, económicas, sindicales y de cualquier orden no son instrumentos válidos para dar estabilidad al sistema social, estas pierden su autoridad y entran en crisis. Sólo hace falta ver las puntuaciones que reciben sistemáticamente del CIS.

Bien es verdad que en Europa tenemos motivos de preocupación y que es notorio que el desacoplamiento de los salarios de la productividad a mediados de los años setenta comportó el inicio del empobrecimiento de los trabajadores a favor de los rendimientos del capital, que perciben una minoría de la población. Los ingenieros de la Nissan en su primer año de trabajo han estando cobrando el mismo sueldo durante los últimos 30 años. Ejemplo claro de la pérdida del poder adquisitivo real de los trabajadores.

"El ascensor social no funciona como debería y los jóvenes lo están sufriendo"

El ascensor social no funciona como debería y los jóvenes lo están sufriendo. Incluso sorprende que los milenials no hayan emprendido una cruzada contra los boomers para intentar cambiar la situación pero parecen conscientes que haciéndolo tampoco lo resolverían. ¿Fatalismo estoico mezclado de renuncia a la institucionalidad?

Si levantamos la mirada a nivel mundial, los datos de los últimos decenios nos dicen otras cosas, nos hablan de crecimientos medianos del PIB alrededor del 4%, de mejoras de la esperanza de vida nunca vistas, de la salida de la pobreza de centenares de millones de personas y del crecimiento exponencial de las clases medias. Preguntad a chinos, indios, coreanos, africanos, entre otros, que representan juntos más del 50% de la población mundial, si están mejor ahora o querrían volver a las condiciones en las que se encontraban hace 30 años. La gran balanza mundial se está equilibrando fruto de la globalización económica y esto explica en gran medida nuestro desconcierto.

Ante estas realidades, ¿cómo estamos respondiendo como sociedad? Pienso que es muy interesante ver iniciativas sociales en diferentes campos que aprovechan la tecnología y la red para repensar cómo apoderarnos saltándonos los mecanismos y las instituciones clásicas. Se están democratizando sectores oligopolísticos, estamos creando colectivamente nuevas convenciones financieras y monetarias como las criptomonedas, fintechs como www.11onze.cat, crowdfundings populares. Se están organizando cooperativas y comunidades energéticas y se multiplican las iniciativas en todos los campos. Quien no entienda que el futuro es cooperativo, no tendrá futuro.

"Muchos están dispuestos a sacrificar la eficiencia del modelo por una supuesta supervivencia del modelo"

Ahora bien, entendiendo y apoyando esta respuesta de apoderamiento social, continúa avanzando en paralelo un pensamiento conservador de mirar atrás y reivindicar el papel de la administración pública como garante de la gestión directo de todos los servicios colectivos posibles. Resuenan cada vez con más bastante palabras y modelo superados en los años ochenta de nacionalizaciones y municipalizaciones. El concepto de concertación y colaboración público-privada se va satanizando como si fuera el origen de nuestros males cuando es una de las palancas estratégicas para liderar la incertidumbre y el futuro. Con el liderazgo de las administraciones públicas, saber sumar todas las capacidades de la sociedad civil en todos los ámbitos nos haría imbatibles. La ciudadanía sola no tiene los mecanismos regulatorios para garantizar las transformaciones necesarias y las administraciones públicas, manifiestan a puerta cerrada, que los carece el talento y el conocimiento para hacerlo y demasiadas veces están prisioneras de los ciclos electorales. Muchos están dispuestos a sacrificar la eficiencia del modelo por una supuesta supervivencia del modelo.

"Todos juntos hemos acabado confundiendo titularidad con gestión y este es uno de los males del actual modelo"

Necesitamos más que nunca buenos gobiernos y administraciones públicas fuertes que entiendan que aumentar el número de funcionarios no significa, necesariamente, gestionar bien los servicios colectivos, y digo colectivos y no públicos porque todos juntos hemos acabado confundiendo titularidad con gestión y este es uno de los males del actual modelo.

Necesitamos revisar urgentemente el funcionamiento de la administración que tiene jornadas laborales un 10% inferiores a las del sector privado y un absentismo un 30% superior. Un sobrecoste de gestión fijo, que supera cualquier margen empresarial obtenido en los contratos públicos.

Lo que debemos reclamar de los poderes públicos es que lideren con eficiencia los servicios de titularidad pública con una gobernanza compartida y que pierdan el miedo a concertar la gestión de los servicios de la comunidad, que se promueva bajo el principio mesocrático una dirección pública profesional, que se incorpore la inteligencia artificial y el big data en la gestión, que se normalice la evaluación de políticas públicas y la rendición de cuentas. Recomiendo leer las propuestas del Fòrum d’Entitats per la Reforma de l’Administració www.fera.cat encabezada por los propios profesionales implicados y entidades civiles que aciertan en las propuestas modernizadoras necesarias poniendo al ciudadano en el centro del modelo colectivo.

Adelante pues con la Res Pública si la entendemos como Res Colectiva y no deshagamos lo que habíamos avanzado con un modelo cooperativo que es necesario desplegar todavía más, corrigiendo las carencias en las gobernanzas actuales fruto de la carencia de conocimiento interno que solo podremos corregir juntos, haciendo una reforma profunda de la administración y con el sector privado y su potencialidad.