
En los años sesenta, Buenos Aires constituía una de las capitales culturales incondicionales de la obra de Bertolt Brecht. En buena parte por el interés y el trabajo de algunos de los impulsores del añorado Teatro Independiente porteño, como el director Roberto Pérez Castro, estudioso de Brecht desde los años cincuenta y creador, entre otros proyectos, del Teatro Popular Independiente (TPI), que nunca pudo cumplir su sueño de llevarlo a los carteles argentinos, y Manuel Iedvabni, profesor y militante teatral que en el año 1968, en tiempos de la dictadura militar de Juan Carlos Onganía, dirigió el estreno de La resistible ascensión de Arturo Ui en Buenos Aires, con el actor Alfredo Iglesias como protagonista.
La obra se repuso en 2005 en la Sala Martín Coronado del Teatro San Martín, en la capital argentina, con la puesta en escena del georgiano Robert Sturua y Fabián Vena en el papel de Arturo Ui. En junio de 2020, en plena pandemia, para celebrar sus 60 años de vida, este mismo teatro, dependiente del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, decidió abrir su archivo con sus representaciones más emblemáticas e incluyó la obra del dramaturgo alemán en la plataforma www.buenosaires.gob.ar/culturaencasa.
Por aquellas mismas fechas, en la platea de otra de las sedes emblemáticas de la capital argentina, la del Congreso de la Nación, tenía asiento un pintoresco economista y belicoso tertuliano televisivo, entonces diputado, llamado Javier Gerardo Milei. Un personaje polifacético y vociferante que un año antes, en 2019, había debutado en una olvidable obra teatral, El consultorio de Milei, que, después de su estreno en el teatro Picadilly de Buenos Aires, obtuvo un notable éxito en la temporada de verano de localidades turísticas como Villa Gesell, San Bernardo y Mar del Plata. Compartiendo escenario, su inseparable hermana Karina. Economista afín a la rigidez de la Escuela Austríaca, se presume que el Milei teatral nunca se sintió atraído por la figura y la obra del zurdo Brecht, nacido a apenas 500 kilómetros de Viena.
Cuatro años después, el economista, tertuliano, actor y diputado libertario pasó a representar otro papel mucho más decisivo en la escena argentina: el de presidente de la República. Siempre con Karina en el escenario, ahora como secretaria general de la Presidencia y miembro del denominado Triángulo de Hierro, que lo componen ella, su hermano Javier y Santiago Caputo, el monje negro sin cargo oficial en el reparto.
Una metáfora sobre la toma del poder
Escrita en colaboración con Margarete Steffin en 1941, durante el exilio finlandés de Bertolt Brecht, La resistible ascensión de Arturo Ui relata el ascenso al poder de un mafioso de Chicago de los años treinta y sus intentos de controlar el negocio de la protección mediante la extorsión en la venta de coliflor, eliminando toda forma de oposición. En realidad, Ui es Adolf Hitler convertido en un vulgar gánster, y su historia una explícita alegoría satírica del ascenso del nazismo en Alemania. Un paralelismo sencillo, pero claro y directo, que sirvió a Brecht para ilustrar los principales episodios de este ascenso y poner en relieve los elementos políticos, económicos y sociales que lo hicieron posible.
La doble parábola de Brecht quería mostrar el peligro de la ideología totalitaria que se escondía detrás del capitalismo de la época. Un capitalismo exacerbado que, atraído por la avaricia de la acumulación, no dudaba en aceptar la alianza y la complicidad de la violencia mafiosa. Brecht usó la figura de Capone y la actividad de grupos criminales inmersos en una red de fuerzas, intereses económicos y delitos sociales como metáfora del advenimiento del totalitarismo: el que encarnaba Adolf Hitler, pero también aquel capitalismo salvaje. Los dirigentes del trust de la coliflor que hace aparecer en la obra representan a la vez a los terratenientes prusianos del Este alemán y a los representantes del capitalismo norteamericano de aquel tiempo.
El texto de Brecht es el relato satírico de una ciudad, Chicago, y de un barrio, Cícero, en crisis, donde los gánsteres, la política y los poderes económicos intentan armonizar sus conflictos e intereses en una estrategia común mediante una espesa red de negocios turbios, dólares, acciones y transfuguismo, propuestas que no pueden rechazarse, protecciones al diez por ciento, investigaciones que no avanzan gracias a amigos y cómplices, malversación de fondos públicos y juicios que son una farsa. Y para que la analogía sea más exacta, tampoco faltan periodistas sobornados, personajes que van y vienen visitando bancos para conseguir desesperadamente préstamos, simples delincuentes y ciudadanos cuya pobreza les impide comprar una simple coliflor. "El dinero es caro en estos tiempos", afirma uno de los personajes de la obra. A lo que Sheet, empresario del transporte fluvial, responde: "¡Muy caros! ¡Sobre todo para quien los necesita!". Un escenario que guarda multitud de analogías con la Argentina actual, sumergida en una profunda crisis de final de ciclo político y económico, y que Milei resumió con una advertencia inicial de tres palabras: "No hay plata".
Ya en el prólogo de La resistible ascensión de Arturo Ui se anuncia un germen común que dará lugar a la increíble semejanza entre tramas, lenguajes y, en particular, los personajes centrales de las dos historias: Ui y Milei. En la introducción, el autor hace aparecer uno tras otro a los protagonistas de la obra, y la escena, vista con los ojos del después, remite a aquellos últimos días de diciembre de 2023, con la toma de posesión de Milei como presidente y la desfilada de los ministros elegidos para formar gobierno. Muy especialmente el momento en que aparece Ui ante las luces del escenario y el pregonero anuncia: "Y aquí, oh curiosidad, está el divino, [...] el flagelo que cualquier dios del cielo furioso nos envió como castigo por nuestras felonías, crímenes, errores y viles cobardías. [...] ¡Nunca, desde los tiempos de Lancaster y Tudor, nadie había visto reunidos tanto fuego en una sola historia de muerte y dolor!".
Una profecía que se cumplirá fielmente con acento argentino.
Argentina 2025, el reinado de Javier Milei

A los 15 meses de su investidura como presidente, el personaje Milei ya no divierte. Al contrario, en un proceso continuo y preciso de retrocesos históricos, se confunde cada vez más con el protagonista de La resistible ascensión de Arturo Ui. Decreto tras decreto, escándalo tras escándalo, engaño tras engaño, el presidente argentino avanza sin rumbo definido reproduciendo de manera sorprendente la parábola del héroe salvador que, después de arrastrar multitudes con su falso discurso, acaba finalmente destruyendo vidas, haciendas y derechos en favor de las fuerzas e intereses que lo acompañan. Cumpliendo con una fidelidad inconsciente cada voz, cada escena, cada página del libreto del dramaturgo alemán.
Después de su reciente cadena de errores políticos gravísimos, iniciada en Davos y alimentada desde entonces por su actitud arrogante y la del gobierno, todo se ha ido acumulando en su contra: las multitudinarias marchas provocadas por su discurso homófobo y racista en Suiza, el rechazo creciente a su apatía y la del Estado ante los incendios patagónicos, el escándalo mundial de la criptomoneda $Libra, una estafa promovida por él y su círculo desde la Casa Rosada, la creciente falta de reservas en dólares en el BCRA y las dudas sobre la viabilidad de su política económica, la interminable y secreta negociación con el FMI para la concesión de un nuevo préstamo que agravará el ya impagable deuda del país. Un escandaloso déficit de gestión al que se sumó el rechazo de media nación horrorizada por la violencia de las fuerzas de seguridad contra las movilizaciones de los jubilados condenados a la miseria y la indignidad. Enfurecido por su primera gran crisis política, Milei optó por el autoritarismo sin límites y recurrió a su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, representación de Ernesto Roma, el temido lugarteniente de Ui, personaje inspirado a su vez en Ernst Röhm, cofundador y máximo dirigente de las SA.
Enfurecido por su primera gran crisis política, Milei optó por el autoritarismo sin límites
Bullrich, otra gran aficionada al teatro, o más bien a las aparatosas escenificaciones policiales, no está sola en este oscuro remake: cada personaje de La resistible ascensión de Arturo Ui tiene su doble en el singular gobierno liberal libertario que lidera Milei. A la figura de Roma, el sicario de Ui que acabará siendo propuesto para el cargo de Jefe Supremo de Policía en un siniestro juego de espejos entre el ayer y el hoy, se le suma un reparto completo de veteranos secundarios conocidos por el público argentino: Toto Caputo, José María Espert, Guillermo Francos, Federico Sturzenegger, todos en diferentes papeles oficiales que giran en torno a la figura de Milei/Ui. Sin que falten otros protagonistas de la vida económica nacional, como el que da vida a Ignacio Dullfeet, el editor del diario de Cícero, símbolo del poder mediático al servicio permanente del poder económico, y a quien cualquier ciudadano conocedor de la historia moderna del todopoderoso imperio del Grupo Clarín puede poner nombre y apellido. O identificarlo directamente en el diálogo que Dullfeet mantiene con Ui:
"A veces he llegado a pensar, señor, que tenía el deber de luchar contra usted". El gánster, interrumpiéndolo, le responde: "¡Malentendidos, sólo malentendidos! Si desde el primer día nos hubiéramos conocido, nunca se habría producido esta disparidad en nuestras actitudes". "La violencia..." intenta argumentar el periodista antes que Ui lo vuelva a cortar: "No hay nadie que la odie más que yo. Creo que la violencia no es recomendable, pero para eso hay que ser un hombre razonable". "Mi objetivo..." intenta explicar Dullfeet. Y una vez más, Ui lo interrumpe para tranquilizarlo: "Es absolutamente igual, es idéntico al mío. Ambos deseamos que corra el dinero, que funcione el comercio y que se obtenga el precio que permita vivir al verdulero. Debemos brindarle nuestra protección si es atacado; el desgraciado quiere vender coles con tranquilidad". Más adelante, Ui expone a su futura víctima: "Señor Dullfeet, yo también quisiera serle franco, y a su franqueza debo responder con la mía. Quizás, en otros tiempos, han pasado cosas no del todo ajustadas a las normas estrictas de la moralidad; son incidentes que suceden, a veces, en la lucha. Pero debo advertirle que nunca pasa nada grave entre amigos. Dullfeet, lo único que quiero de usted es que, de ahora en adelante, tenga confianza en mí. También quisiera hablarle de un detalle concreto: deje de publicar todas estas tonterías y estos cuentos de terror. No avive más el fuego".
Ficción y realidad se funden y confunden
Ningún guionista, salvo la realidad, habría escrito con tanta precisión la similitud entre el discurso de Ui, el protector de los intereses del trust de la coliflor, y el de Milei, defensor de los intereses de los monopolios mineros, energéticos y petroleros de la Argentina real. Brecht pone en boca de Ui la frase: "¡Los débiles han de sucumbir, es la ley natural! y los supervivientes tendrán que pagar. ¡El trust de la coliflor me necesita!", y es imposible no recordar las palabras pronunciadas por Milei en mayo de 2024: "La gente se morirá de hambre y hará algo para no morirse" [...] "Si no llegaran a fin de mes, ya se habrían muerto".
Cuando Ui afirma que "el obrero, nos guste o no, forma parte indisolublemente del universo moderno, de nuestro propio mundo, y sin él -en principio- ya no hay consumidor", estamos leyendo las declaraciones del Milei presidente. Y cuando el personaje de Brecht añade que "tomado de uno en uno, el trabajador tiene toda mi simpatía, pero cuando se alía y quiere hablar de asuntos que no entiende (que si la plusvalía..., que si las producciones..., que si los beneficios...), entonces yo le digo: ¡Alto aquí, camarada! ¡Basta de falsas y falaces suposiciones! ¡Tú eres trabajador porque trabajas; la huelga te lleva al ocio y, ocioso, no eres trabajador. ¡Eres un individuo peligroso! Y entonces, ha llegado el momento de pasar a la acción!", estamos escuchando los arrebatos furiosos de Milei ante las protestas de los ciudadanos argentinos empobrecidos por los brutales ajustes de su gobierno.
Con ochenta años de diferencia, ficción y realidad se funden en un discurso idéntico. Las declaraciones de los jueces de la avenida Comodoro Py, sede del edificio del Tribunal de la Capital Federal del país, repiten palabra por palabra las del magistrado de Cícero: "La Prensa ha insinuado que este tribunal podría haber estado expuesto a determinadas presiones y coacciones. Declaro que no ha sido presionado ni coaccionado por nadie y que ha procedido, en todo momento, con plena libertad. Creo que lo que les digo debería ser suficiente".
Ui y Milei reclaman exactamente lo mismo: confianza y fe ciega en ellos y en sus buenos propósitos. Y lo piden con las mismas palabras teñidas de amenazas hasta tal punto que cuesta adivinar a quién pertenecen: "Quien ose amenazarme", exclama el primero, "que se atenga a padecer todas las consecuencias. Quien no tenga una ciega confianza en mí, puede marcharse. ¡Aquí no se comercia! Os falta fe y cuando la fe falta, todo se desbarata. ¿Por qué creéis que hago lo que hago? ¡Porque la fe es mi vida! Sin fe jamás se llega a ningún lado; pero con fe, ¿me oís?, sólo con fe, a la ciudad he puesto de rodillas. […] ¡Creed que sólo quiero para vosotros siempre lo mejor! ¡Cómo nadie conozco vuestro bien, y encontraré el camino más directo que habrá de conduciros al triunfo!". A la grandeza y la felicidad, en versión Milei. Y los dos, también, hablan desde su creencia de estar predestinados: "¡Otros muchos también tienen pistola, pero lo que no tienen es la fe de estar predestinados a ser jefes!", exclama Arturo Ui. Milei, por su parte, ya se sabe, llegó con el aval de Moisés y las fuerzas del cielo
Siguiendo con la fe: ¿qué hizo el presidente Milei tras su paso por la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre de 2024? Envió una comunicación oficial al cuerpo diplomático argentino advirtiendo que "debían acompañar las ideas de la libertad o dar un paso al costado". Luego, en el comunicado de la renuncia de su canciller, Diana Mondino, amenazó con iniciar una auditoría ideológica al personal de carrera para “identificar impulsores de agendas enemigas de la libertad”. Un gesto digno de Ui. En el Cícero de los años 30, en la Alemania de 1941 o en la Argentina libertaria de 2025 no hay lugar para las personas sin fe.
Convertido ya en el gran protector de la vida económica de Cícero y en aliado de las élites de la ciudad, en su discurso de agradecimiento Ui recordará con orgullo su condición de "hijo del suburbio ruín y desheredado", y su decisión de "seguir la llamada de la providencia con siete camaradas de probada decencia para hacer de esta ciudad el imperio de la paz". Reivindicación que encontrará resonancia de nuevo en Argentina cuando Milei, para celebrar en las redes sociales su aparición en un anuncio navideño de la agencia creativa RART, una de las más importantes a escala internacional, eligió la frase "fenómeno barrial" para recordar al mundo la proeza exitosa que lo ha llevado de los duros tiempos de Villa Devoto a formar parte del grupo de líderes mundiales reunidos por RART - Elon Musk, Donald Trump y Emmanuel Macron, todos ellos vestidos de Papá Noel - para celebrar la Navidad de 2024. Denominación de origen que seguirá utilizando de manera irónica contra sus adversarios cuando estos menosprecien su experiencia política o sus méritos académicos.
Argentina como prólogo
El pasado 12 de marzo, las fuerzas de seguridad bajo el mando de Patricia Bullrich reprimieron salvajemente a los jubilados y a los aficionados de la mayoría de clubs de fútbol argentinos que se manifestaron con ellos para protegerlos. Las imágenes dieron la vuelta al mundo exhibiendo la transformación del gobierno en régimen. La ministra de la inseguridad, como la han bautizado, prometió acentuar la represión de futuras protestas, pero cuando llegó el miércoles siguiente y los jubilados regresaron como todas las semanas a las calles, esta vez, pese a la amenaza real de un nuevo y desproporcionado operativo policial, acompañados por una enorme multitud de ciudadanos, no se produjeron incidentes. El gobierno de Milei cambió de estrategia y desautorizó en los hechos a Bullrich. Renunció a la violencia para salvaguardar su imagen en horas de debilidad.
También este cambio de guion fue previsto por Brecht, y figura en las páginas de La resistible ascensión de Arturo Ui. “¿Qué pasa, Ernesto?”, le pregunta inquieto el gánster a su irascible lugarteniente: “No me los pongas nerviosos. ¿Para qué esas inútiles disputas? ¿Que hubo disparos contra un camión de coliflores? Eso puede arreglarse, y sobre todo ahora que esto ya marcha suave como una bola de billar. Los comerciantes pagan, por ser un poco protegidos, el treinta por ciento que les señalamos. Y en menos de una semana un barrio entero se ha puesto de rodillas. Ya nadie mueve un dedo contra nosotros. ¡Y yo tengo proyectos aún más vastos!”.
Y se los confiesa a Roma: "En una pequeña ciudad de provincias, pienso hacer un ensayo general". Y el sicario le pregunta: "¿Dónde quieres organizar este ensayo general?". "¡En Cícero!", hace decir Brecht al gánster cuando en realidad se refiere a la anexión de Austria por Hitler. Ambos son hombres con grandes ambiciones. Tanto Ui como Milei, que une a su necesidad de protagonismo un profundo sentido mesiánico. También Argentina, para él, parece un simple ensayo general, el campo de pruebas que le ha permitido saltar a los cielos y formar parte de la Tríada ultraderechista que lidera la salvación de la Humanidad: Donald Trump, su amigo Elon Musk y él, el nuevo profeta criado en el barrio de Villa Devoto, en Buenos Aires. Una vez más, los planes de proyección del presidente y el gánster parecen coincidir, subordinados a sus ambiciones personales y no a las necesidades e intereses de sus respectivas comunidades.
Legalidad, Violencia, Estado, Mafias
No, no están lejos Arturo Ui y Javier Milei. Ni ambos de Louis Ferrante, el exmafioso de la familia Gambino reconvertido en un celebrado coach económico del siglo XXI: "La gente habitualmente ve la mafia como una asociación criminal. Yo propongo mirar más allá de sus delitos, desdoblar sus acciones marginales de su modo de organización y descubrir los aspectos positivos de su modelo de negocio. Después de todo", afirma, "los objetivos de la mafia no son tan diferentes de los de los empresarios: se trata de hacer dinero". Exactamente la misma convicción de Milei que las mafias y el capitalismo constituyen modelos de emprendimiento y de libertad individual no sólo lícitos sino imprescindibles para un crecimiento económico sin trabas. De hecho, en sus preámbulos como presidente, el candidato Milei nunca ocultó su debilidad por los evasores fiscales, los delincuentes, incluso por los mafiosos. "Si yo tuviera que elegir entre el Estado y la mafia, me quedo con la mafia, ¡porque la mafia tiene códigos, la mafia cumple, la mafia no miente y, sobre todas las cosas, la mafia compite!".
Hitler y Ui llegarán al poder mediante el crimen, la traición y el engaño, en un camino análogo al de Capone en su lucha por el control de Chicago. Milei no. Milei no es un gánster, ni llegó al poder a través de la violencia criminal, lo hizo con engaños e imposturas, pero ganando legítimamente a su adversario, el peronista Sergio Massa. Pero probablemente admiraría a Ui como alter ego de un Al Capone a quien, en 2019, en una charla que dio en Paraguay, no dudó en elogiar públicamente: "Uno de mis grandes héroes, lo menciono a menudo en mis charlas, es Al Capone". Sobre el cual, llevado por su entusiasmo, pasó a reinterpretar su historia: "Capone, básicamente, era un trader", explicó. "Lo que pasa es que un día, un hijo de puta iluminado subido a una cómoda butaca se le ocurrió que la gente no debía tomar alcohol. Entonces pusieron la Ley Seca. [...] En este contexto se creó una oportunidad de negocio y Capone la descubrió. Como todo trader, fue y compró el alcohol a los productores para venderlo a los borrachines de Chicago. Mejoró la calidad de vida de los productores y la de los borrachines. Todos eran felices. La verdad es que Al Capone era un héroe", sentenció.
La devoción de Milei por los transgresores de las leyes no se limita a la ficción o al pasado. Reivindica delincuentes reales y en activo, condenados por la justicia. En 2024, ya presidente, hizo una visita relámpago a Estados Unidos para participar en el foro del Instituto Milken, entidad fundada por Michael Milken, financista norteamericano condenado a 10 años de prisión al declararse culpable de seis cargos relacionados con fraude, manipulación de precios y evasión de impuestos. Multado con el pago de 600 millones de dólares, fue liberado después de cumplir dos años de la pena tras cooperar con los investigadores del gobierno.
Su mirada de economista liberal sobre los delincuentes condenados es tan benigna como intensa su convicción de que administra una entidad criminal, el Estado. Lo que, sin duda, le permitió nombrar sin contradicciones un amplio número de ministros y altos cargos con expedientes judiciales inmovilizados en los despachos de Comodoro Py, o a Mariano Cúneo Libarona ministro de Justicia de la Nación. Un abogado millonario que en su larga trayectoria profesional defendió genocidas, narcotraficantes, violadores y policías homicidas, además de atender los intereses de la familia de Pablo Escobar en Argentina. Una elección como supremo custodio de las leyes que parece una vez más copiada de la obra de Brecht.
El pasado 24 de marzo, Argentina celebró, como todos los años, el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, en homenaje a las 30.000 víctimas de la última dictadura cívico-militar, y para condenar el terrorismo de Estado que marcó la vida de los argentinos durante el período más siniestro de su historia reciente, entre 1976 y 1983. En las calles, los carteles rezaban consignas que vinculaban el pasado con el presente. La dictadura de Rafael Videla con el régimen autoritario que va tomando forma bajo el mandato de Javier Milei. Las consignas y enseñanzas de Bertolt Brecht en La resistible ascensión de Arturo Ui se abrían más lejos, como advertencia para el futuro. Un futuro que, en términos de valor y difusión teatrales, no llegó a conocer. La pieza no fue puesta en escena hasta finales de 1958 y Brecht murió sin haberla visto publicada ni escenificada.
Enseñanza final
"Arturo Ui es una pieza parabólica escrita con la intención de destrozar ese respeto, estético y peligroso, que se tiene ante los grandes asesinos", escribe Brecht en sus Notas autobiográficas. "El ámbito ha sido limitado intencionadamente: se reduce al plano del Estado, los industriales y los pequeños burgueses. Así es suficiente para desarrollar la intención planteada". Y observa más adelante: "El canalla de pequeño formato, a quien los poderosos permiten llegar a ser un delincuente en grande, no debe poder recibir una posición de excepción no sólo en el mundo de la delincuencia, sino tampoco en nuestra comprensión de la historia".
En el Epílogo de Der aufhaltsame Aufstieg des Arturo Ui, título original de la obra, el dramaturgo alemán, siempre pedagógico, pone en boca del actor que representa a Arturo Ui la exhortación siguiente dirigida a los espectadores: “Respetable público: aprendamos a ver en vez de mirar como borregos. En vez de charlar, bla, bla, bla, bla, bla, debéis actuar. Lo que habéis visto estuvo a punto de dominar el mundo aún no hace tantos años. Los pueblos terminaron por tener la razón, pero nadie puede cantar victoria antes de tiempo. ¡Todavía es fecundo el vientre que parió el suceso inmundo! Respetable público: aprendamos a ver en lugar de mirar, como el cordero que marcha al matadero".
Mucha historia después, la exhortación de Brecht, tardía hoy para los argentinos, sigue siendo cada vez más imprescindible: aprendamos a ver, es decir, a comprender, en lugar de mirar, como el cordero que marcha al matadero. Porque, es cierto, el abuso de poder, la violencia política, la crueldad social, igual que la criminalidad, contagia, enferma y finalmente mata. Como la indiferencia de quien no quiere saber. O la de quien vota alegremente.