Son dos denominaciones vinícolas en competencia. La primera en una veguería catalana reconocida desde hace 5 años, la segunda en una provincia acontecida comunidad autónoma (CA). El ámbito de la denominación protegida del Rioja comprende básicamente esta provincia, pero también entra Álava y Navarra. El Penedès, con 480 mil habitantes (2019) sobrepasa en 165 mil personas la Rioja, en 150 mil Álava y queda a 172 por debajo Navarra. Tres realidades no demasiado alejadas entre ellas en dimensión, entre las cuales, a medio camino, se sitúa el Penedès.
En volumen de producción vinícola, el conjunto Rioja supera ampliamente el Penedès siendo prácticamente cuatro veces superior. En valores económicos relativos, si comparamos VAB (Valor Añadido Bruto total) por habitante (2019), con valores procedentes de dos fuentes diferentes: INE (para las tres provincias) e Idescat (para la veguería), resulta que el Penedès sería la más pobre de todas ellas. Con 21.215 euros anuales totales por habitante, Álava nos supera en 1,6 veces (33.212 euros), Navarra en 1,4 (29.046 euros) y la Rioja en 1,2 (21.215 euros), siempre por habitante. En síntesis, ellos son entre un 60 y un 20% más productivos que nosotros. La comparación entre fuentes estadísticas no es disparatada, porque el INE español nos hace, en la comparación de provincias y CCAA, un 6% menos productivos que el Idescat catalán, por lo cual el contraste de las economías respectivas es penetrante y el contraste de las fuentes aumentan el diferencial en vez de disminuirlo. Aun así, estos valores son por habitante, por lo cual Álava es una economía solo un 7% superior al Penedès, mientras que Navarra nos casi dobla (186 %), pero la Rioja solo logra el 79% del VAB del Penedès. Somos menos productivos, pero el Penedès pesa más que cada una de dos de las provincias septentrionales del Ebro.
A todas estas cuatro economías, pese al peso agrícola del vino, aquello que es más decisivo es la industria, de la cual una parte es el propio proceso vinícola. El peso industrial es, después de los servicios, el más destacado, con un 25% en el Penedès, el 28% en Álava, el 27% en Navarra y el 23% en la Rioja, un factor más de similitud mutua, pero que no lideramos.
Pero, en aquello que no hay color es en la institucionalización respectiva. Dos de las provincias son a la vez CCAA, y la tercera, Álava, una provincia foral con un grado de confederalismo enorme respecto al País Vasco. Sus poblaciones, como hemos visto con más o menos unos 150 mil habitantes de diferencia respecto al Penedès, disfrutan de presencia en el estado, con diputados en Madrid, de una diputación propia hecha gobierno regional y de diputados en el parlamento autonómico respectivo, el cual en dos casos es de su mismo ámbito.
El reconocimiento del Penedès como veguería el 2017 no ha comportado, ni de lejos, ningún tipo de institucionalización. Está en trámite un plan territorial, que rehace en parte los planes anteriores de Barcelona y Tarragona que le afectaban, en una idea de que primero es la "planificación" y después la "gestión". No obstante, cuando en 1976 se aprueba el llamado Plan General Metropolitano de Barcelona y de una treintena de municipios en su búsqueda, dos años antes, no después, en 1974, se creó la Corporación Metropolitana de Barcelona, hoy Área (AMB). Solo en Aran, en los noventa, se reconoció su personalidad -¡que menos!-, pero aquí queremos constatar que el conjunto de Catalunya sufre de una carencia de regionalización que pesa decisivamente sobre el despliegue de su capacidad económica y de justicia social.
El conjunto de Catalunya sufre de una carencia de regionalización que pesa decisivamente sobre el despliegue de su capacidad económica y de justicia social
En estos momentos, ¿alguien puede creer que el grado de desarrollo y progreso de las tres comunidades productoras de vino Rioja es indiferente al umbral de su institucionalización? Solo nosotros somos capaces de hacerlo, en un sentimiento anarquista de desprecio y distancia a todo gobierno, en una carencia de cultura política que nos traba.
Políticas sociales y territoriales, que irían desde la formación profesional a las infraestructuras, de la cura de las políticas económicas a la vivienda, serían objeto de un gobierno regional hoy inexistente en el Penedès, pero muy activo Ebro arriba. Cierto que la ley de veguerías fracasó por el Tribunal Constitucional, pero este no es un límite infranqueable, porque se podría reconocer el Penedès por la vía de un espacio con dinámica metropolitana. No hay ninguna dificultad y sería un primer paso, solo haría falta voluntad política.
Cierto que la ley de veguerías fracasó por el Tribunal Constitucional, pero este no es un límite infranqueable
Cuando hablamos de regionalización, hablamos de las oportunidades y futuro de su gente, con una atención próxima a ella. Por ejemplo, el ámbito del Penedès, en renta familiar bruta disponible por persona señala grandes diferencias interiores (Idescat, 2019). El conjunto de la veguería se sitúa en el umbral 92 respecto del valor 100 de la media catalana, un valor significativamente bajo. Solo el Garraf supera la media porque el resto baja de posiciones, con el Alt Penedès al 92, la Anoia al 88 y el Baix Penedès al 82, está un 18% inferior de la media catalana y con 32 comarcas por delante. Seguro que la dinámica de los últimos años de hacer de periferia metropolitana respecto a Barcelona y Tarragona ayudan a explicar este hecho, pero la solución pasa para no ser periferia, sino centro reconocido.
Si comparamos estas rentas familiares por persona con los tres espacios del Ebro, los resultados son superiores al País Vasco respecto a Catalunya (1,13), hecho conocido, pero resultan muy coincidentes con Navarra (1,03), que es poco más de la media catalana o la del Garraf, mientras que la Rioja (0,93) queda muy empatada con el Alt Penedès y con el conjunto de la veguería. Así, pues, las cifras de renta familiar disponible son más coincidentes entre los cuatro territorios comparados que los datos de producción (VAB) expuestas al principio, señal que quizás nosotros somos más sociales, o quizás también más decadentes, porque repartimos más con menos para repartir, o sea en una economía que se capitaliza con más debilidad, pero también, como veremos, que progresa relativamente más.
Los valores catalanes de renta familiar son más altos que la media catalana en el espacio metropolitano de Barcelona, pero en lugares como el Penedès los valores son los de la Rioja, pero para un VAB un 20% inferior por habitante. Sin una dinámica de autogobierno, el Penedès contrasta con la Rioja, en la cual seguro que su institucionalidad ha jugado en favor de su desarrollo. Nos podemos preguntar qué sería del Penedès si fuese de regional. Es decir, si una parte del autogobierno catalán se descentralizara en él. Pues, seguro que acontecería un factor de progreso aplicado.
Finalmente, en una mirada de década, podemos ver cómo el VAB del Penedès, entre 2011 y 2019 ha crecido el 120% respeto la fecha de origen, en mismo salto efectuado en Barcelona provincia, con un ritmo más intenso que el de la Rioja (110%) y Navarra (114%), como también por encima de Álava (108%), que acusan más la crisis del 2011. Este dinamismo, hecho en solitario por el mundo privado y sin acompañamiento institucional, no indica precisamente que este acompañamiento sea prescindible, sino que, por el contrario, resultaría exigible, precisamente para poder hacer un salto de valor añadido y para la cohesión social que nos carece.
Por principio de subsidiariedad y por sentido democrático, la veguería del Penedès no merece menos que la Rioja, que el área Metropolitana de Barcelona, Aran o, por ejemplo, que el consejo insular de Menorca... Un hecho que no querría decir ser CA, pero sí disponer plenitud de representación política y de gobierno regional. Y plenitud política resultaría un paso de cohesión social y de horizonte de futuro, como lo han sido todos los autogobiernos regionales de varias provincias acontecidas CA. ¿Dónde está, pues, la política en grande que nos facilite avanzar? Un plan territorial, concedido, no deja de ser una concesión paternalista para entretener y confundir el personal.
El Penedès expresa con plenitud el desolado campo de la regionalización de Calalunya, un país fértil en un páramo de organización política.