Si intentamos establecer una cierta correlación entre el sistema electoral que tiene un país observaremos que aquellos mejor gobernados y prósperos establecen sistemas donde el diputado debe rendir cuentas con su elector. Rendir cuentas significa que el diputado en cuestión es elegido de forma unipersonal por parte del ciudadano. En consecuencia, puede ser castigado si no lo hace bien. ¿Qué tipo de castigo? No será elegido la próxima vez. Porque es el ciudadano el que designa al diputado personalmente, y no el partido. Hay leyes electorales eficientes que ayudan a la buena gobernanza, según los países. Sin embargo, las eficientes, las de los países bien gobernados, descansan todas en uno de los dos sistemas básicos: (1) la circunscripción unipersonal o (2) la circunscripción multipersonal con listas abiertas. Hoy hablaremos del sistema de circunscripción unipersonal: el diputado de distrito o sistema mayoritario.
El sistema electoral de diputado de distrito, también llamado sistema mayoritario, tiene muchas ventajas prácticas. Desde el punto de vista de su implantación podemos decir que se trata del “sistema anglosajón” (Reino Unido, Estados Unidos, Australia, etc.) pero ha sido adoptado por otros países como, por ejemplo, Francia, Suiza, Alemania y, parcialmente, Italia. Y es relativamente sencillo de entender.
El país se divide, desde un punto de vista electoral, en muchas pequeñas circunscripciones. Tantas como escaños en el parlamento. El Reino Unido tiene 650 circunscripciones (llamadas "constituencies") ya que tiene 650 escaños en la Cámara de los Comunes. Francia tiene 577 (llamadas "circunscripciones electorales") y tiene 577 diputados en la Asamblea Nacional. Cada circunscripción sólo elige a un diputado. Se presentan varios, pero sólo uno saldrá elegido. Y esto presenta unas ventajas fenomenales que ahora paso a listar.
• Opción de riesgo. El diputado sabe que se la juega. No va escondido tras una lista cerrada de la que todo el mundo conoce, aproximadamente, a los que saldrán elegidos. Se presenta un candidato por cada partido -o independiente- y sólo gana uno. El resto se van a casa. La decisión de presentarse a las elecciones no es una decisión frívola, sino meditada. Se sabe que el diputado deberá trabajarlo. Y el hecho, por sí mismo, ya criba y hace que sólo se presenten personajes de un cierto grosor. Y que los partidos no acepten ni promocionen “morralla”.
Los diputados de distrito no suelen decir las tonterías que escuchamos en nuestro Parlament
• Compromiso personal. Como todo el mundo sabe quién es el diputado de su distrito -recordemos que el distrito sólo tiene uno- este cargo comporta que tenga abierta una oficina local para atender las demandas y observaciones de los ciudadanos. Esto es importante. ¿Cuántas enmiendas y leyes han prosperado gracias a las demandas de un distrito, puesto que el diputado se ha encargado de promocionarlas dentro de su grupo parlamentario? También evita los comportamientos erráticos. Los diputados de distrito no suelen decir las tonterías que escuchamos en nuestro Parlament. Corren el riesgo de que en su oficina electoral de distrito los ciudadanos vayan y les digan las verdades del barquero, haciéndoles ver que se ha comportado de forma inapropiada.
• Cosas concretas, y no vivir en las nubes. Al representar una porción de territorio relativamente pequeña, el diputado cuida problemas concretos: aquella carretera o variante que nunca se acaba de hacer, el hospital que está saturado, etc. No sucede como en nuestro país donde el Parlament hace solemnes declaraciones sobre hechos remotos y derechos de ciudadanos que habitan a miles de kilómetros (cuanto más lejos, mejor), mientras las necesidades locales quedan en terreno de nadie. Los temas internacionales se tratan en serio en el parlamento mediante comisiones especializadas en las que estos mismos diputados pueden formar parte. Pero esto no les evita tener que dar respuesta a las demandas locales de sus electores.
No tiene sentido: los ciudadanos de la Izquierda del Eixample tienen unos intereses distintos a los del Berguedà Nord, pero ahora todos forman parte del guirigay de la “circunscripción de la provincia de Barcelona”
• Coherencia electoral. Uno de los principales problemas en un distrito grande es que no se pueden agrupar convenientemente a los conjuntos de intereses. Y, en consecuencia, comporta irresponsabilidad por parte del diputado. Esto lleva a que muchos digan que el voto de un ciudadano queda anulado por el voto de otro que está en las antípodas geográficas e ideológicas. El ejemplo claro es el ganadero de Castellar de n’Hug y el obrero de Seat-Volkswagen, que están en la misma circunscripción electoral con problemas nada compartidos. Este sentimiento de “papel mojado” existe y es real, y lo estimulan los amantes del totalitarismo (neo-fascistas y neo-comunistas, ahora llamados “populistas”). Por lo tanto hay que darle salida. La figura del diputado de distrito posee la ventaja de que aglutina sentimientos y necesidades bastante similares, geográficamente limitadas. Los ciudadanos de la Izquierda del Eixample (que podría ser un distrito electoral) tienen unos intereses comunes distintos de los que pueden tener los ciudadanos del Berguedà Nord (que podría ser otro distrito), pero ahora todos forman parte del guirigay de la "circunscripción de la provincia de Barcelona". Realmente carece de sentido.
• Ideología sí, pero profesionalizada. La gente, cada uno de nosotros, tenemos nuestra concepción de como manejar mejor el país y el mundo. Tenemos ideología. Pero el sistema electoral implantado en Catalunya comporta poner la ideología -y los intereses partidistas- por delante de los hechos concretos y de los problemas reales de la gente. Y es porque votamos a partidos, no a personas. El candidato de distrito es un punto de encuentro para limar diferencias, también. Un buen diputado de distrito obtiene votos de gente que, tal vez, no votaría al partido al que pertenece ese diputado. Pero si es bueno, eficaz y honesto, ¿por qué no votarle? El diputado de distrito, para ganar, debe ofrecer soluciones que pasen por el acuerdo de la mayoría de la gente, más allá de los partidismos grotescos a los que nos tienen acostumbrados nuestros políticos.
• Herramienta para gobernar los partidos por parte del ciudadano. Muchas veces ustedes se habrán preguntado: ¿por qué en el parlamento británico, americano o francés los diputados de un mismo partido no votan obligatoriamente todos juntos en el mismo sentido? Y es que estamos tan viciados y mal formados que hemos asumido que el diputado debe hacer lo que dice el partido, y no lo que quieren los votantes. El diputado de distrito ofrece esa ventaja. El diputado de distrito no puede votar en contra de lo que piensa la mayoría de su distrito -que, no lo olvidemos, está formado por un conjunto de gente bastante coherente socialmente-, de lo contrario el diputado puede ir perdiendo apoyo y no salir elegido la próxima vez. Al mismo tiempo, al partido tampoco le interesa presionar a un diputado hasta hacerle perder el escaño: ¡el partido perdería peso! Por tanto, los votantes de distrito, indirectamente, también gobiernan los partidos. Los diputados no son “ratas de partido” que lamen al dueño, sino que ayudan a gobernarlo mejor. Un ejemplo claro tuvo lugar en las elecciones de 2012 en la Asamblea Nacional Francesa. En el distrito de Charentes-Maritime-1èr ganó el señor Olivier Falorni (candidato independiente), un díscolo que se había marchado del PSF enojado porque el partido, desde París, había metido como candidata socialista del distrito a la señora Segolène Royale, en lugar suyo. El señor Falorni se presentó como independiente y el electorado lo eligió. ¡Allez chez vous, Segolène! Además parece ser un buen diputado. Desde 2012, como independiente, ha ido ganando todas las elecciones.
Miren estas webs y sabrán lo que significa rendir cuentas. Porque si el diputado no lo hace bien, no saldrá elegido la próxima vez
• Y si no le gusta, ¡lo cambia! El diputado de distrito debe trabajar duro, puesto que pasa un examen sobre su trabajo cada cuatro o cinco años. Todos tienen una web personal en la que exponen el trabajo que han hecho y que están haciendo. Antes hablaba del diputado Falorni; miren, por favor, su sitio web. Pero pueden ver el sitio web de cualquier diputado británico, francés, americano o alemán: reuniones planificadas con colectivos del distrito, propuestas de ley, interpelaciones realizadas y previstas, etc. Miren estas webs, por favor, y sabrán lo que significa ajustar cuentas. Porque si el diputado no lo hace bien, no va a salir elegido la próxima vez.
¿Cómo elige el ciudadano a su diputado de distrito?
Ya lo hemos visto. Un diputado de distrito no es cualquiera. Lo es todo, menos frívolo. Y ahora voy a decir unas cosas políticamente incorrectas, pero ciertas. Que te haya sacado un ojo una bola de goma disparada por la policía no es ningún mérito para ser parlamentario. Ni tampoco ser un alto funcionario al que el partido busca trabajo. Y tampoco es un mérito que tu padre haya sido injusta y salvajemente asesinado. Ser diputado es un trabajo trascendental. Y debe ser llevado a cabo por méritos propios y por gente seria y profesional. Junto al trabajo de maestro, ser parlamentario es el trabajo más trascendental en términos de futuro que tiene un país. Por eso ambas profesiones se tienen en la más alta consideración en los países bien gobernados. El diputado demuestra su trabajo todos los días, pasa un examen cada cuatro años, se lo juega... Pero todo esto no ocurre en nuestra casa, lamentablemente.
El sistema deja fuera a los partidos minoritarios. Pero el Reino Unido votó en referéndum en 2011 que no quería cambiar el método de elección
Dicho todo esto, ¿cómo se elige al diputado en el sistema mayoritario?
Hemos dicho que en el sistema mayoritario los distritos vienen representados por sólo un diputado (distritos unipersonales). Cómo se elija este diputado es, en mi opinión, un hecho bastante accesorio. Lo importante: la unipersonalidad del distrito, las características del puesto de trabajo en sí mismo, quiero decir. Porque no estamos ante un hecho oportunístico. La labor del diputado de distrito unipersonal lo es a medio y largo. Pero, bueno, ¿cómo se elige? Hay varios casos, pero voy a tomar sólo dos a modo de ejemplo.
• El sistema anglosajón del “first-past-the-post”. El sistema es bastante simple. Se presentan varios candidatos (con apoyo de partidos, o como individuos independientes) y sale elegido el que tiene más votos en el distrito (la “constituency”). Un candidato con el 30% de los votos puede salir ganador. ¿Qué problemas puede plantear el sistema? Imaginemos que los candidatos de un partido ganan en todos los distritos electorales, pero en ninguno de ellos el ganador lo hace por más del 40% de los votos. Tendríamos un país con un parlamento de un solo partido, monocolor, pero al que sólo habría apoyado menos del 40% de los votantes. Es cierto que el caso que planteo nunca ha tenido lugar. Pero también es cierto que el sistema deja fuera a los partidos minoritarios. Al ser bastante criticado, en el Reino Unido organizaron un referéndum en 2011 preguntando si querían cambiar el método de elección. Y salió que no, que querían dejarlo como estaba.
• El sistema francés a dos vueltas. Hasta 1958, en Francia el sistema electoral era el sistema proporcional. Listas de partidos, distritos electorales grandes, etc. Como aquí, pero más razonable, evidentemente. Desde la constitución de la Quinta República quiso mejorarse el sistema de representación y se optó por el sistema mayoritario. Mediante una ley de 1986, se estableció la votación a dos vueltas, que funciona de la siguiente forma. En la primera vuelta salen designados como diputados de distrito elegidos a aquellos que han obtenido más del 50% de los votos. En los distritos donde esto no ocurre se va a una segunda vuelta al cabo de una semana donde sólo entran en confrontación los dos candidatos que quedaron mejor posicionados en la primera vuelta. El sistema garantiza, por tanto, que todos los diputados son elegidos por más del 50% de los votos. La segunda vuelta da la oportunidad de reflexionar (hecho muy francés) al elector. El sistema tiene ventajas y permite mantener el espíritu revolucionario (hecho también muy francés). Éste fue el caso de las últimas elecciones de hace unos años en las que el partido La République En Marche echó al ancient Régime.
Como he dicho, el sistema por el que el diputado es elegido es importante desde el punto de vista del purismo en la legitimación democrática (ganar por más del 50% de los votos, o no), pero no afecta demasiado a la eficacia. Porque el sistema de distritos unipersonales se basa en un individuo que tendrá que rendir cuentas con mucha regularidad. Y los mediocres, sean elegidos como sean elegidos, fracasarán y serán expulsados del sistema. Que de esto se trata.