Más de una hora de espera en las urgencias hospitalarias, entre el triaje y la primera atención médica. Un nuevo informe proporciona cifras a la percepción generalizada de que desde la pandemia hasta ahora, en la sanidad las cosas van peor. Una ligera mejora de dos minutos en el último ejercicio no es suficiente para revertir esta sensación de colapso. De hecho, la espera media es un 60% más alta que en 2010 y supera con creces los 20 o 30 minutos que se consideran razonables.
La sanidad en el ojo del huracán
Todo esto mientras hace unas semanas se nos anunciaba que el tiempo de espera para la gran mayoría de intervenciones quirúrgicas era el más bajo desde 2007, que es cuando se comenzaron a elaborar estos datos. Y que el Govern acaba de aprobar una ampliación de crédito presupuestario de cerca de 2.000 millones de euros para que, a falta de presupuestos para 2024, se puedan cumplir los compromisos retributivos adquiridos con sanitarios, maestros y otros colectivos públicos de atención al ciudadano. Y es que tapas un agujero y te aparecen dos más.
El Govern acaba de aprobar una ampliación de crédito presupuestario de cerca de 2.000 millones de euros para cumplir con los compromisos retribuidos con los colectivos públicos de atención al ciudadano
Claro, el informe sobre las urgencias ya ofrece algunas pistas sobre los motivos del deterioro de la sanidad en nuestro país: más personas, más envejecidas, más tiempo de espera. Repasemos un poco
Morir de éxito
Sí, hemos hablado algunas veces sobre el aumento de la población en estos últimos 20 o 25 años y el impacto sobre los servicios públicos: de 6,6 millones en el año 2000 a 8 millones ahora. Y hay quienes dicen que nos dirigimos hacia los 10 millones en la próxima década.
Tenemos una de las esperanzas de vida al nacer más elevadas del mundo y, excepto un pequeño retroceso durante la pandemia, sigue una progresión continuada. Ahora se sitúa en más de 83 años en promedio. Además, las personas que alcanzan los 65 años tienen una esperanza de vida que supera los 21 años, siempre siendo superior entre las mujeres que entre los hombres, aunque con una pequeña y progresiva aproximación.
No ha habido avances significativos en las coberturas públicas de la salud dental, que siguen siendo casi exclusivas del ámbito de la sanidad privada
Pero eso no lo explica todo. La elevada tasa de mortalidad durante la pandemia de las personas de más de 60 o 65 años ha generado una preocupación más elevada por el estado de salud entre este colectivo, lo que se traduce tanto en más visitas médicas como en un seguimiento más intenso por parte del sistema sanitario. Todo ello con el aumento de atención y de gasto correspondiente. Y aquí es donde aparece una de las paradojas intrínsecas del sistema: cuanta mejor atención presta la sanidad, más aumenta la esperanza de vida, los costes de atender a más gente y cuanto mayor son, más elevados. Literalmente, podemos morir de éxito
Es importante mencionar que el sistema sanitario en general, y especialmente el público, cada vez cubre más aspectos de nuestra salud que antes estaban mal atendidos o simplemente no se trataban si no era de forma excepcional. La lista es larga y debe comenzar por la prevención, pero también incluye la salud reproductiva, los accidentes y la rehabilitación, la salud mental, el tránsito de género, la atención sociosanitaria, entre otros. Curiosamente, no ha habido avances significativos en las coberturas públicas de la salud dental, que siguen siendo casi exclusivas del ámbito de la sanidad privada.
Un esfuerzo presupuestario insuficiente
Desde la Administración catalana, el esfuerzo presupuestario ha sido notable. El presupuesto público consolidado de la sanidad pública catalana ha aumentado, en términos corrientes, en un 30,7% por persona entre 2006 y 2023. Sin embargo, con una caída a partir de la crisis de 2010, que tocó fondo en 2013 y que no recuperó los niveles previos a la crisis hasta 2021, siempre sin contar la inflación. Dado que estos datos incluyen tanto el gasto corriente como el de inversión, estos 11 años de descenso han dejado un déficit de cosas por hacer, como instalaciones y equipos, que seguramente aún no se han recuperado del todo.
Desde 2006, la población de Catalunya ha crecido un 14%, un millón de personas más
Aún más, si aplicamos el deflactor general del IPC para incorporar el efecto de la inflación, pasamos de un aumento del gasto público per cápita del 30,7% que mencionábamos antes a una disminución del 8,5% en términos constantes. Y es que, hay que recordarlo, desde 2006, la población ha crecido un 14%, un millón de personas más.
No solo es un tema de dinero
Los problemas de la sanidad catalana no son solo, aunque principalmente, de recursos. Ayer se nos recordaba que las plazas para especializarse, a través del MIR, en médico de cabecera -o de familia, como se les llama ahora- este año vuelven a no cubrirse. Ni aquí ni en España. Para remediarlo, la Generalitat ya estableció una prima de remuneración para este tipo de médicos, más elevada cuanto más lejos de Barcelona ejercen. Pero parece que de momento no es suficiente para modificar las preferencias de los futuros especialistas.
La Generalitat ya estableció una prima de remuneración para los médicos de familia, más elevada cuanto más lejos de Barcelona ejercen
Aún más, las plazas que se llenaron rápidamente son las de dermatología y cirugía plástica. Precisamente, las especialidades que no realizan guardias y donde es fácil combinar la práctica pública y privada. En cualquier caso, las guardias periódicas de 24 horas son también una de las prácticas que más agotan a los profesionales de la medicina. A raíz de las reclamaciones de las últimas semanas en este sentido, el consejero Balcells se comprometió a reducirlas a 17. Siempre tapando agujeros con buena voluntad y a toda prisa, pero sin mucha capacidad para abordar el conjunto de déficits de gestión acumulados con el tiempo.