Ya no recuerdo si hace dos o tres semanas cuando mi madre me dijo que volvía al trabajo. Después de casi dos años (pre)jubilada, mi heroína vuelve a las trincheras. "Quedarse en casa no es una opción", me repetía una y otra vez por videollamada cuando veía mi cara de preocupación. Yo, callada, intentaba esconder mi inquietud porque si no hago así no me explica nada. Y lo quiero saber todo.
Ella, Isabel, o Isa para los amigos, pacientes y toda la gente que la aprecia, tiene alma de cuidadora. Y esto la supera, en el buen sentido de la palabra. Después de ofrecerse para volver a sus raíces, a la enfermería, y poner su granito de arena -para mí el Everest entero- en la crisis sanitaria, y en ver que no la llamaban -quizás porque, aunque no lo parezca, está a punto de cumplir los 64-, aceleró su reincorporación. Yo, mientras no me decía nada, hacía ver que olvidaba el tema y así hacía cómo si no existiera. Y si no existe, no tiene por qué pasar nada, ni bueno, ni malo.
De repente, el martes de la semana pasada me dice que el miércoles tiene una reunión y en nuestra telecerveza noctura con mis tíos y mi prima, nos dice que empieza "mañana" y que lo hace en un hotel salud, el Princess de Barcelona, que es uno de los alojamientos que ha abierto sus puertas a los pacientes de covid-19 que ya han salido del hospotal. Cuando nos quedamos solas ante la cámara, me lo confiesa: "Lo he precipitado porque quería empezar ya".
"Invertir en sanidad tendría que ser ley obligatoria en todo el mundo. Porque, si no lo hacemos así, por muy buenos y profesionales que sean los sanitarios, no podrán llegar allá hasta donde les guía el corazón"
Y yo que me pensaba que si se reincorporaba lo haría en una centralita de llamadas telefónicas atendiendo dudas de pacientes, no en primera línea de fuego, aunque ella me diga que no es así. Sus pacientes están infectados por coronavirus y, como ya es noticia diaria, no hay material suficiente. Y esto me preocupa. Porque, sonará a pataleta de niña pequeña decirlo así, pero yo no quiero sacrificar la salud de mi madre porque no se toman las medidas necesarias. Y todavía más si a esto le sumas las 12 horas día si día no que está en primera línea.
Mi madre vuelve a las trincheras después de casi dos años. Isabel ha decidido dejar en pausa su vida personal y familiar para ayudar la sociedad. Y por convicción. Y ella es sólo un ejemplo de la situación actual y de todos estos héroes que lo dan todo por nosotros. Si no cuidamos a nuestros sanitarios, difícilmente podrán cuidar a nuestros pacientes. Ellas y ellos son unos de los héroes de esta crisis y se les tiene que proteger. Invertir en sanidad tendría que ser ley obligatoria en todo el mundo. Porque, si no lo hacemos así, por muy buenos y profesionales que sean los sanitarios, no podrán llegar allí hasta donde les guía el corazón.
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