El tema del despoblación rural en España ha recuperado actualidad, si bien con una orientación diferente, no como fenómeno sociológico a estudiar sino como movimiento reivindicativo. La expresión España vaciada se dirige a la causa en formato acusatori. Incluso ha surgido un movimiento que bajo este lema se está planteando participar a las elecciones generales españolas. Esta preocupación también ha llegado a Catalunya. En este caso, sin embargo, la realidad de la despoblación tiene una lectura propia.
Hay que tener en cuenta que los datos, los datos objetivos, a veces no nos dan lo que buscamos e incluso pueden sorprendernos. La imagen muy extendida sobre un éxodo rural masivo no se adhiere exactamente con la realidad migratoria desde las comarcas catalanas. A pesar de que hubo despoblación en algunas comarcas rurales, la mayor parte de las comarcas fueron receptoras de emigración foránea. La narrativa dramática de la despoblación nace, sobre todo, de las migraciones masivas de Andalucía, Extremadura y las dos Castillas hacia los centros de atracción industriales, en que Catalunya ocupa un lugar preferente.
Pero, para contradecir lo que acabo de decir, desde 2012 se ha producido un cambio de las dinámicas rurales con un goteo constante de población. Dejamos, pues, que los datos hablen.
Breve nota metodológica
Para acercarnos a la demografía se han separado las comarcas en tres categorías: Rural, Intermedia y Urbana (figura 1). El criterio para identificar las comarcas rurales ha sido los de la OCDE pero con algún ajuste a la singularidad catalana, sin el cual se obtendrían resultados erráticos, el uno de ellos ha sido considerar rural toda comarca con menos de 100 hab/km2 independientemente del ajuste estricto a los criterios OCDE.
A la vez, las comarcas rurales se estudian en cuatro categorías vinculadas al grado de dificultad para sostener una actividad agro-forestal, una variable que es clave para la resiliencia rural: Regadío, Secano árido, Media montaña, Alta montaña
Flash sobre la evolución de la Catalunya rural
Catalunya a lo largo del siglo XX, pero sobre todo a partir de mediados de los años cincuenta, sufrió una transformación radical en su configuración económica y demográfica. Las áreas rurales, básicamente agrícolas se vieron trastornadas por la mecanización del campo, la cual provocó una reducción drástica de las necesidades de mi de obra. En paralelo, el desarrollo industrial localizado en las áreas urbanas ejerció de demandante de mi de obra, la cual pudo ser cubierta por la población rural parada.
Los impactos fueron notables, con la ruina de las explotaciones familiares más débiles y consecuente paro rural y emigración, con desaparición de oficios tradicionales, y con afectación al patrimonio cultural y arquitectónico. Al desocuparse tierras de cultivo, muchas de ellas fueron recuperadas por el bosque, con cambios notables en el paisaje. Los agricultores pasaron a ser una minoría con la consecuente pérdida de peso social y económico. El desarrollo social y económico se hizo desde una visión urbana y a espaldas del territorio. Incluso la sociedad urbana acabó despreocupandose del necesario abastecimiento alimentario, talmente como si este fuera garantizado sin otros condicionantes.
Así la agricultura y el agricultor perdió imagen ante una sociedad mayoritariamente urbana. La imagen de los emigrantes del campo a la ciudad difundió el estereotipo de pobreza de la ruralitat sin observar que en realidad aquella emigración era fruto de la modernización de la agricultura. Desde este falso icono cultural de miseria rural el desprecio y la ignorancia urbana sobre el hecho rural estaba servida.
A pesar de todo las comarcas rurales catalanas demostraron una notable resiliencia y capacidad de recuperación basada sobre todo en el impulso del agroalimentació (figura 2). Tanto es así que Catalunya acabó convirtiéndose el segundo clúster agroalimentario de Europa a comienzo del siglo XXI, como consecuencia de las estrategias desarrolladas. Las claves de esta fortaleza fueron:
- La ganadería intensiva en sinergia con la industria alimentaria a través, sobre todo, del sistema de integración. Catalunya, al contar con poca agua y poco suelo agrario, impulsó la estrategia de adquirir agua y suelo virtual en los países que tenían en abundancia mediante la importación de soja y cereales que transformaba en unos productos de mayor valor añadido, en forma de carne y elaborados. La exportación de parte de esta producción compensa con creces las importaciones
- El regadío, que desde el 30 % de las áreas de cultivo es capaz de producir el 70% de la producción agrícola
- La tecnología , impulsada de manera consorciada entre centros universitarios y centros tecnológicos, con el IRTA al coro de esta red R+D+i
- El impulso de la calidad alimentaria, con un rol interesante desde la restauración y la gastronomía.
- El impulso del agroturismo y el turismo rural
- El apertura a los mercados globales, siendo el alimentario el tercer sector exportador
- Mejoras evidentes de las comunicaciones convencionales y, aunque con muchas carencias, también las telemáticas.
Las áreas rurales catalanas estabilizaron la caída de población en los setenta y desde 1990 hasta el 2012 han vivido un crecimiento destacable
No obstante esta dinámica ha contado con no pocas debilidades, además de las dificultades naturales que limitan las opciones de una agricultura y silvicultura competitiva. Seguidamente mencionamos algunas:
- Alta dependencia del mercado global por el abastecimiento de primeras materias alimentarias para la ganadería y lácteos
- Mala gestión de las deyecciones ganaderas con serias problemáticas de contaminación y emisiones GEH
- Regadío tradicional e ineficiente con, todavía, insuficiente apuesta por su modernización
- Abandono creciente de los núcleos rurales ubicados en final de la red de comunicaciones territoriales y de montaña.
- Insuficiente desarrollo de la empresa cooperativa
En general como consecuencia de las estrategias impulsadas, las áreas rurales catalanas estabilizaron la caída de población en los setenta y desde 1990 hasta el 2012 han vivido un crecimiento destacable, si bien con resultados muy diferenciados en resiliencia y capacidad de recuperación según las diferentes tipologías de comarca en función de diferentes factores: asentamiento industrial, regadío, montaña, atractivo turístico, comunicaciones convencionales y/o telemáticas, conexión fronteriza con Francia o Andorra, etc.
A la vez, tanto la agricultura como la industria alimentaria han hecho patente su rol anticíclico en el momento de la grave crisis de 2008-2012. Como expresión de este hecho, las áreas rurales, durante este periodo, actuaron como reserva de ocupación y mantuvieron un cierto crecimiento de la población.
Aun así desde 2013, tal como refleja la figura 2 y la tabla 1, se produce un cambio de ciclo. momento que orientativamente podemos identificar con el final de la fase más dura de crisis económica. A partir de 2013 prácticamente todas las comarcas rurales (y no solamente rurales) inician una pérdida sostenida de población.
Algunas conclusiones generales
Desde un acercamiento general, las comarcas rurales, definidas según criterios de la OCDE, tienen en conjunto en 2020 más población que en 1955, concretamente un 10,37 % más. Es decir, la rural Catalunya –en términos globales- no había perdido población o, si lo había perdido, lo había recuperado. Por otro lado todas las comarcas intermedias o urbanas tuvieron unos crecimientos importantes de población durante este periodo (121,13% y 146,11%)
Pero esta conclusión no se general ni generalitzable. Un análisis más detallado nos aporta conclusiones diferentes:
- En los últimos diez años (2010-2020) un total de 308 municipios de las comarcas rurales siguen perdiendo población. De los cuales 147 sueño de tierras de secano, 108 de montaña, pero ahora se incorporan al decrecimiento los pueblos de regadío donde 43 pueblos pierden población. A la vez en este último ciclo de la segunda década del siglo XXI las comarcas intermedias y, incluso las urbanas, también pierden población a numerosos municipios pequeños (tabla 1)
- El factor montaña y el factor aridesa han sido decisivos en la pérdida de población y de renta; es decir, es aquí donde la actividad agraria ha tenido unas dificultades más grandes para competir con un mundo comercialmente abierto. En concreto en 2020 once comarcas rurales todavía tenían una población inferior a la que tenían el 1955. Estas comarcas, todas de secano y montaña, representan el 2,63 % de la población catalana, pero el 40,07% de la superficie de Catalunya.
- Las comarcas rurales con predominio de la agricultura de regadío no han sufrido despoblación hasta el 2013 donde cambia esta tendencia. Desde 1955 estas comarcas han crecido un 24,75%. Un hecho a tener en cuenta al orientar estrategias de desarrollo territorial.
- La articulación de una estructura agro-industrial a partir de la ganadería intensiva ha sido un factor de impulso y sostenimiento de la población en comarcas en dificultad. En general, la actividad agro-forestal sigue siendo un factor clave para la resiliencia de las áreas rurales.
- La mejora de las comunicaciones convencionales y telemáticas ha facilitado sinergias urbano-rurales que han abierto nuevas oportunidades en servicios turísticos, deportivos y medioambientales y en producciones agrarias dirigidas a mercados de proximidad.
- Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han conectado el mundo rural con el mundo global. El impulso del teletrabajo, sobre todo después de la Covid 19, ha relativitzat en algunos cassos las economías urbanas de aglomeración hasta disolverlas al si de una escala de producción global. En este sentido ha abierto caminos para la re-localización rural de población urbana.
- El atractivo residencial de las comarcas rurales ha pasado a ser un factor estratégico clave, hecho que refuerza la necesidad de comunicaciones adecuadas, servicios completos de calidad y una atención especial al entorno natural, la biodiversidad y del paisaje.
- En los últimos treinta años todas las capitales han crecido excepto Ripoll y Pont de Suert. A la vez se ha producido un proceso de concentración de la población a la capital de la comarca, tal como muestra la tabla 2. Hay que observar, así mismo, que las comarcas mas establos en este aspecto sueño las de regadío
Causas añadidas en la nueva oleada de despoblación rural (2013-2020)
Actualmente emergen nuevos factores de despoblación y depresión económica rural (envejecimiento, cierre de servicios, deterioro patrimonial, etc.) . La globalización refuerza las exigencias competitivas y las economías de aglomeración comportan eficiencias indudables. El fácil acceso a los servicios son un potente atractivo para las ciudades. En sentido contrario, las carencias en algunas infraestructuras, además del insuficiente acceso de calidad a las telecomunicaciones digitales, sueño una debilidad de las áreas rurales. A la vez, la creciente concentración del mundo agroalimentario supone la reducción de explotaciones agrarias y concentración demográfica verso las centralidades urbanas.
Incluso, la digitalización, inicialmente, ha jugado un papel depresivo desde un punto de vista demográfico. La automatización que han permitido algunos desarrollos digitales ha comportado la reducción de mano de obra en diferentes servicios (por ejemplo oficinas bancarias, servicios de correos, etc) que han afectado a una población ya crítica para el mantenimiento de otros servicios esenciales como escuelas, centros de salud, etc., generando así un efecto dominó.
Un factor poco tenido en cuenta es el impacto de las políticas medioambientales restrictivas que han bloqueado aspectos esenciales de desarrollo y resiliencia
Aun así, además de las causas estructurales mencionadas, un factor poco tenido en cuenta es el impacto de las políticas medioambientales restrictivas impulsadas los veinte años últimos por la Generalitat de Catalunya que han bloqueado aspectos esenciales de desarrollo y resiliencia. Nos referimos, por ejemplo, al acondicionamiento de capacidad y viabilidad del Segarra-Garrigues y otros regadíos, al rigor disfuncional en la defensa de la intocabilidad de los espacios naturales y bosques en general, la falta de adaptación de la norma a los requerimientos de una agricultura y ganadería altamente tecnificada, la inadaptación de las normas administrativas a la especificidad rural.
En la misma dirección, hoy el despliegue de las energías fotovoltaicas sobre suelo agrario puede ser un nuevo revés que puede afectar directamente a la ya muy limitada autosuficiencia alimentaria. Un hecho que puede tener serias consecuencias en un futuro próximo de emergencia alimentaria pero que se convierte sin duda en un factor más de crisis al afectar a un sector clave en la resiliencia rural. Tampoco ha ayudado, más bien al contrario, la emergencia de una cultura urbana que criminaliza la agricultura real contraponiéndola a un modelo bucólico incapaz de dar respuesta al reto alimentario.
Como aspecto positivo, la agrupación en un solo Departament de la Generalitat de la acción climática, la alimentación y la agenda rural puede favorecer los cambios necesarios en el impulso del mundo rural. En la misma dirección la Agenda Rural, promovida dentro del marco de la UE, y la nueva sensibilidad sobre lo que en España se ha denominado la España vacía está abriendo caminos de esperanza y recuperación. Finalmente, los cambios producidos por la covid pueden suponer una revolución, de intensidad hoy desconocida, en la deslocalización residencial aprovechando las ventajas del teletrabajo
Los cambios producidos por la covid pueden suponer una revolución en la deslocalización residencial aprovechando las ventajas del teletrabajo
En cualquier caso el impulso de las áreas rurales requiere políticas bien encaminadas y recursos complementarios bien orientados. Hay que potenciar las sinergias urbano-rural desde el respeto mutuo. La sociedad debe entender, por propio interés y por justicia, que los bienes públicos proveídos por la sociedad rural sí bien son asequibles a todo el mundo tienen unos costes que hay que atender, a riesgo de perderlos.
El mantenimiento de bosques y paisajes, la gestión del agua, el abastecimiento de alimentos y otros productos de la bioeconomia, el equilibrio territorial, el equilibrio de la balanza alimentaria, el rol como alcantarilla de CO2, el derecho a buscar setas, el derecho a andar por el bosque y caminos rurales, muchos de ellos de propiedad privada, etc, exige sostener la actividad agro-forestal que lo hace posible.
En cuanto a la forma de compensación de la sociedad en relación a los bienes públicos de las áreas rurales dependerá de las características de cada lugar, muy diferentes tal como se ha expuesto y, por lo tanto, podrá tener diferentes vías de concreción. Vivir en el mundo rural tiene que dejar de ser una heroicidad para pasar a ser una opción para vivir con las mismas posibilidades y oportunidades que la ciudad. En cualquier caso, del universo de las soluciones habrá que seguir hablando y actuar en consecuencia.