Ciertamente, España no es Alemania. Pero si aceptamos que la Alemania que surgió de la Segunda Guerra Mundial es un buen ejemplo a seguir -entre otras cosas porque su modelo constitucional y electoral se inspiró en los aliados vencedores de la guerra-, sería bueno aferrarse a este principio que difícilmente puede ser combatido. Por lo tanto, con el objetivo de evitar el populismo y la demagogia en asuntos de Estado, recomiendo refugiarse siempre en Alemania. ¿No tienen tanto sol, ni playas ni sangría? Mejor para ellos. Vaya usted a saber si estos elementos, entre otros, no son los que constituyen nuestra perdición -hay quien sostiene que la buena gobernanza está ligada a un ritmo de lluvias generosas.
Estos días ha comenzado el inevitable y burdo lanzamiento de acusaciones a raíz del modelo de financiación que el PSOE y ERC han pactado. Los ataques, insisto, están al nivel intelectual de la política española. Es decir, incultos, populistas y groseros. En estos entornos, y cuando alguien hace una afirmación falsa, siempre es interesante combatirla con otra, contraria, que alguien, de reconocida solvencia, haya manifestado. Por lo tanto, permítanme que les explique, a grandes rasgos, el sistema de financiación pública alemán y que podríamos tomar como un sistema al que mirar y, como he dicho, usar como arma arrojadiza cuando los energúmenos ataquen. No completamente -hecho imposible, ya que aquí no hay alemanes-, pero sí en los aspectos más destacados. Principalmente, la “solidaridad” que los alemanes llaman “nivelación” -ya escribí que de la palabra “solidaridad” se abusa a menudo.
En Alemania asumen que, aproximadamente, el 50% del gasto público lo realiza el gobierno federal, mientras que el otro 50% lo llevan a cabo los länder
El sistema de financiación alemán figura en su constitución, que ellos llaman Ley Fundamental (Grundgesetz). Claro que hay que partir de un principio que figura en esta ley y que dice: “A menos que esta Ley Fundamental disponga o permita lo contrario, el ejercicio de las competencias del Estado y el cumplimiento de las funciones del Estado es una cuestión de los länder”. Ya se sabe que los länder (en singular: land) son los estados federados (Baviera, Renania-Palatinado, Brandeburgo, etc.). Hay dieciséis. Vendría a ser el equivalente a nuestras autonomías, pero sin porrón, porque ya hemos visto que la Constitución alemana aplica el principio de subsidiariedad: por omisión, los servicios del Estado los presta el land. Para llevar a cabo los servicios de cada land, se prevé un sistema de financiación que no debería distar demasiado del que se ha pactado entre PSOE y ERC. El poder regulador en cuanto a la fiscalidad pública recae sobre el gobierno federal y los länder, nunca sobre el poder municipal. Hagamos un repaso a muy alto nivel. Empecemos por cómo se reparten los dineros.
- En Alemania asumen que, aproximadamente, el 50% del gasto público lo realiza el gobierno federal, mientras que el otro 50% lo llevan a cabo los länder (que incluyen los municipios). En consecuencia, mucha regulación está determinada por este principio. Por ejemplo, el impuesto sobre ingresos de los ciudadanos (renta de las personas físicas) y los beneficios de las empresas se reparten de manera equitativa: 50% para cada administración.
El poder regulador en cuanto a la fiscalidad pública recae sobre el gobierno federal y los länder, nunca sobre el poder municipal
- La recaudación del IVA es el mecanismo que se utiliza a para Alemania regular y cuantificar nuestro concepto "solidaridad" interterritorial. El 25 % de la recaudación se la queda el land correspondiente y el 75 % se cede para corregir desequilibrios fiscales.
- Del 75% del IVA que se pone en un fondo, el 25% se dedica a los länder que recaudan por debajo de la media. Y el resto se reparte entre todos los länder según unas fórmulas determinadas que se fijan en la capacidad fiscal de cada land. Esto significa que del 75% del dinero del IVA que se ha puesto en un fondo, una cantidad regresa a los länder que lo aportaron, pero de forma corregida.
De todas maneras, resulta difícil comparar todo el sistema con el español, ya que Alemania lleva años trabajando para hacer un sistema fiscal más justo y equitativo. Deben tomarse en cuenta varios hechos:
- Los impuestos que pagan las empresas no están domiciliados donde tiene la sede central la empresa, sino donde la empresa tiene las unidades productivas. Por ejemplo, si la sede de Seat se trasladara a Madrid, los impuestos generados por los beneficios de la factoría de Martorell se pagarían en Cataluña.
Los funcionarios son del land, pero también hacen tareas que son competencia del gobierno federal
- Los länder actúan como administración única, una fórmula que propuso su día el señor Fraga Iribarne para Catalunya. Que la Generalitat se convirtiera en la única administración para poner de relevancia el hecho diferencial catalán. Se trata de que el land realiza las tareas de las competencias propias, pero también las del Estado en su territorio. La eficiencia es, naturalmente, mayor. Los funcionarios son del land, pero también realizan tareas que son competencia del gobierno federal. Una cosa es la titularidad, otra es la ejecución. Recuerden el artículo 30 de la Constitución alemana: “A menos que esta Ley Fundamental disponga o permita lo contrario, el ejercicio de las competencias del Estado y el cumplimiento de las funciones del Estado es una cuestión de los länder”. En consecuencia, los länder gastan globalmente el 82% de los impuestos recaudados porque deben hacerse responsables de los servicios propios del land y, además, de los del Estado en su territorio.
La cultura alemana no tiene asumido que unos ciudadanos puedan vivir de la subvención permanente como sucede en España
- La constitución prohíbe exceder determinados techos de déficit público que están en el 1,5% del presupuesto. Y esta limitación afecta tanto al gobierno federal como a los gobiernos de los länder.
- Y, sobre todo, la cultura alemana no tiene asumido que unos ciudadanos puedan vivir de la subvención permanente, como sucede en España. Esto lleva a continuas modificaciones y ajustes de las leyes que transfieren dinero de unos länder a otros.
En conclusión, podríamos decir que no todo lo que articula el sistema alemán es directamente transportable a nosotros -no sin hacer una revolución y una tabula rasa. Pero sí que podríamos aprender a cuantificar las cosas para que las discusiones giren sobre una base matemática y resultado de un cálculo.
Próximamente, abordaremos con más detalle el concepto de “nivelación” -el equivalente a la maldita “solidaridad”- que, de la futura ley de financiación -si alguna vez llega a nacer- es lo que más nos debería preocupar. Ya les he dicho que discutir prerrogativas que han acostumbrado a la población a gastar más de lo que se produce es difícil de digerir. Y ese es el problema general de España.