Carrefour, Cepsa, Mastercard, Wizink... Las empresas que conforman la gran red de las tarjetas revolving es prácticamente inabarcable. Este producto sirve como nexo de unión entre bancos y grandes marcas para establecer un sistema de flexibilización de las compras. A priori, una buena idea, puesto que estudios como el Barómetro FLOA apuntan que el 58% de los españoles se plantea dividir en tres o cuatro pagos la adquisición de un producto. Por otro lado, empresas como Klarna ofrecen este servicio en pedidos en línea sin intereses (hasta un máximo de tres pagos). Ahora bien, el problema de las revolving se encuentra en la letra pequeña: estas tarjetas sí que tienen intereses, y a menudo ascienden a casi el 30%, un hecho que en muchos casos genera un sobreendeudamiento inasumible para el cliente.
Inicialmente, esta idea nació en Estados Unidos con el objetivo de acercar ciertos productos o servicios a segmentos de la población que no podían acceder a ellos. Eso sí, en lugar de liquidar la deuda en un plazo en concreto, las revolving lo renuevan continuamente. Pero, ¿por qué? En este caso, porque muchos clientes las contratan para financiar más de una adquisición. Es el caso de los supermercados, por ejemplo. Hay clientes que usan las tarjetas para pagar compras de forma flexible, sin darse cuenta del gran gasto que generan los intereses. "Uno de los principales problemas es que durante cada pago se amortiza muy poco capital", explica Jorge Fernández, socio del despacho AF Legis. Algunos bufetes de abogados ya han resuelto judicialmente más de 200 casos abusivos de estas tarjetas.
Pero, sin duda, la gran problemática se genera cuando un cliente deja de pagar una cuota. "Todo lo que no se abona se ingresa nuevamente en el capital y se generan intereses de los intereses", apunta Fernández. Un hecho que se traduce en un sobreendeudamiento, por el cual el consumidor se convierte en un "cliente perpetuo" del servicio y tarda años en saldar el compromiso. "Están pensadas para hacer frente a una situación de emergencia o carencia de liquidez provocada quizás por un gasto imprevisto", matiza Gemma Roig, directora de desarrollo de negocio de Caixa d'Enginyers. La entidad bancaria catalana ofrece el método revolving en tres de sus tarjetas de crédito, a pesar de que "no hay ninguna 100% revolving".
Con estas condiciones, parece difícil que una persona acepte ingresar en el sistema, pero el abogado advierte que la forma de presentarlas nace de la espontaneidad. "Es la típica situación en la que un vendedor te asalta en un centro comercial y te habla de los beneficios de la tarjeta. Te dicen que podrás acceder a ciertas compras por solo 30 o 40 euros al mes, una cantidad muy pequeña, pero el diablo se encuentra en la letra pequeña", añade. Su despacho ha trabajado en casos con intereses de hasta el 26,8%, aunque hay algunos puntuales que superan esta cantidad. Aun así, lo más habitual es encontrárselos alrededor "de entre el 20% y el 22%".
¿Qué dice la Ley?
A la espera de un marco regulatorio concreto, la única referencia que hay en el Estado en cuanto a las tarjetas revolving es una resolución del Tribunal Supremo del pasado febrero del 2023, la cual consideró "no usurarios" los intereses hasta el 23,9%. En concreto, el dictamen permitía un total de seis puntos porcentuales por encima del tipo medio al cual el conjunto de las entidades financieras otorgaba estos préstamos en el momento de formalizar el contrato. "Para apreciar la usura, se exige que el interés pactado sea notablemente superior al normal de mercado, no basta con que sea meramente superior", describía.
El gobierno español prepara una ley que limitará o incluso prohibirá ciertas comisiones abusivas en los bancos y establecimientos
Pero los expertos no coinciden. "Tampoco hay que ser abogado para ver que estos intereses son demasiado elevados", critica Fernández. Por su parte, Roig destaca que "incluso España ha identificado que intereses por encima del 20% no son intereses a atender". Y es que a raíz del alud de casos abusivos, el gobierno del Estado ya prepara una ley para frenar esta tendencia. A priori, el texto limitará o incluso prohibirá ciertas comisiones en los bancos y establecimientos, y se enmarcará en la Directiva europea al crédito al consumo, que el pasado 2023 estableció en su artículo 31 que todos los países miembros tienen que definir medidas para restringir el coste del crédito.
Entre el paquete de medidas, Fernández propone que se impulsen "tests previos a la firma" a los consumidores, con el objetivo de que demuestren que han entendido lo que están contratando. Roig saluda esta iniciativa, con el objetivo de enseñar correctamente "en qué casos tiene sentido aplicar una financiación de este tipo". La directiva de Caixa d'Enginyers sugiere otra medida: las restricciones de cuotas mínimas. "Nosotros tenemos el importe mínimo a pagar entre 60 euros o el 10% del dispuesto. Una operación por debajo de estos importes mínimos hace que se alargue mucho en el tiempo", remarca. Y advierte de que a pesar de que se reduzca el porcentaje de los intereses, estos importes "todavía podrían generar espirales de endeudamiento elevado o sobreendeudamiento".
El espejo internacional, un camino a seguir
A pesar de que todavía no se ha definido una ley para regular las revolving, Fernández resalta que su despacho de abogados ha ganado "todos los casos" que ha llevado a juicio. En total, se han recuperado más de dos millones de euros. "Una vez nuestros clientes conocen qué son estas tarjetas, dejan de usarlas inmediatamente", afirma.
Roig: "Europa hace supervisiones de las prácticas de venta y de cómo explicamos estos productos"
Ahora bien, la meta es evitar tener que recurrir a la vía judicial en un futuro. Por eso, es importante conocer qué se está haciendo internacionalmente. "En Estados Unidos tienen la Oficina de Protección Financiera del Consumidor, donde han puesto mucha vigilancia porque se ha incrementado el uso de las tarjetas revolving. No permiten ningún uso excesivo", explica Roig. En Europa, a través de la mencionada Directiva, también se revisan algunos casos. "Nos hacen supervisiones de las prácticas de venta y de cómo explicamos estos productos", reconoce la directiva de Caixa d'Enginyers.
Finalmente, también señala al Reino Unido como ejemplo. "Allí se pide que el consumidor tenga la información muy clara en cuanto al coste final de las operaciones y de cada compra que hace a la hora de aplazar el pago", explica. Al final, cada uno con su criterio tendrá que decidir si entra o no en el sistema revolving, pero todos los actores coinciden en la importancia de establecer unas reglas de juego claras.