¿Cómo nos imaginamos el futuro de nuestra sociedad? Cada vez tenemos que enfrentarnos a más retos para conseguir la continuidad del planeta Tierra con más población y menos recursos, pero también con más tecnología. En el año 2050 conviviremos 10.000 millones de personas, lo que supondrá un aumento de un 25% de la población mundial. Esto supone un reto importante para la humanidad. Y, si nos centramos en la alimentación, nos preguntamos: ¿cómo se puede garantizar el acceso a la alimentación de este volumen de población? ¿Es posible hacerlo de forma sostenible con el medio ambiente? Eficiencia, calidad y sostenibilidad.
Para garantizar estos tres pilares, también hay que tener en cuenta la resolución de la alimentación global, la reducción del derroche optimizando el riesgo de disrupción de las cadenas de suministro, la protección del medio ambiente y la garantía de la solvencia de los negocios agroalimentarios. El principal aliado para hacer frente a todos estos retos se encuentra en la tecnología y en la digitalización de la que tanto se habla, pero no hay que ir al futuro para ver qué problemas se tendrán que abordar ni hay que marchar al extranjero para ver ejemplos de cómo podemos mejorar.
Primero, hay que hablar del sector agroalimentario en Catalunya, que genera alrededor de 38.205 millones de euros de facturación, situándose como líder del sector industrial y aportando el 16,28% del PIB catalán. Su digitalización es clave para mantener este liderazgo y competitividad y, a la vez, contribuir en la búsqueda de la eficiencia global y al servicio del derecho a la alimentación de todos los habitantes del planeta. Actualmente, España ya se posiciona como una de las principales potencias globales en el ecosistema de emprendimiento en FoodTech después de un 2021 en el que este sector ha triplicado la inversión recibida logrando los 695 millones de euros, un 220% más que el año anterior.
No hay que ir al futuro para ver qué problemas se tendrán que abordar ni hay que irse al extranjero para ver ejemplos de cómo podemos mejorar
Por lo tanto, la creciente demanda se tendría que satisfacer manteniendo la disponibilidad de recursos naturales, y por lo que es necesario que las distintas partes interesadas y los responsables políticos fomenten y adopten innovaciones tecnológicas y sociales en este ámbito. Para lograr la sostenibilidad en la producción de alimentos habrá que implementar técnicas de producción y canales de comercialización que generen nuevas oportunidades en la cadena de valor de la proteína tradicional y de las nuevas proteínas alternativas, tanto en las economías desarrolladas como en las que están en vías de desarrollo.
Un ejemplo es la implementación de las TIC y de las tecnologías OIT y Big Data en las granjas desde un punto de vista técnico y también económico, mejorando eficiencia y eficacia y a la vez el bienestar animal y la sostenibilidad. También se están logrando procesos de producción de alimentos con una trazabilidad total gracias a la tecnología; o cómo el adelanto tecnológico en los procesos productivos ha permitido que se generen productos complementarios a la proteína tradicional como son la proteína vegetal, la micoproteína, los alimentos hecho a partir de algas, la proteína de insectos o en un futuro la carne de origen celular o cultured meat. Estos productos emergentes y su progresiva aceptación entre los consumidores han propiciado organizaciones renovadas haciendo de Catalunya un clúster agroalimentario y, en parte, un clúster de proteína global. Sin la tecnología aplicada a la alimentación foodtech, todo este nuevo paradigma no sería posible.
Una de las grandes tendencias a tener en cuenta es el crecimiento de las proteínas alternativas. La educación y la conciencia también apuntan a la necesidad de alternativas a la carne, fuerzan la oferta de sustitutos y, en general, la innovación de productos basados en proteínas alternativas: vegetales, celulares, micoproteínas e insectos, entre otros. Diferentes informes de entidades financieras apuntan que a finales del año 2020 el sector de proteína vegetal representaba un volumen de negocio de hasta 4.000 millones de euros a la UE, y previsiones de crecimiento de hasta los 7.500 millones en 2022.
Con las nuevas tendencias globales de la alimentación hay que continuar teniendo esta posición de liderazgo y compitiendo con países como Holanda, Singapur, Canadá o Estados Unidos
Pero la disrupción no está solo en la parte productiva de la cadena de valor; también existe en la parte final más enfocada al consumidor. Aplicativos, redes sociales, plataformas multimedia de compraventa sobre productos, ingredientes e impacto social son una realidad que vehiculan el consumo y construyen tendencias a corto, a medio y a largo plazo y que conforman un conglomerado de datos del mercado más que considerable.
Todo esto confluye no solo con empresas concretas, sino también con nuevos actores relevantes que facilitan la colaboración investigación-empresa, como los hubs, venture builders como The Collider, las aceleradoras privadas y corporativas, los venture clients y las empresas de capital riesgo, entre otros. Se tienen que aprovechar espacios de reflexión e innovación como el MWC para aplicarlo también en aquellos sectores económicos productivos más alejados de la gran ciudad pero más necesarios que nunca para el consumo de los grandes polos urbanos.
Catalunya, España y el Sur de Europa han sido un polo productor de alimentos de alta calidad; con las nuevas tendencias globales de la alimentación hay que continuar teniendo esta posición de liderazgo y compitiendo con países como Holanda, Singapur, Canadá o Estados Unidos. Hay que establecer sinergias entre la tecnología y el sector primario para continuar siendo competitivos. También es necesaria una parte muy importante colaborativa con los retailers, markeplaces y vendedores para hacer más eficiente la cadena de suministro y reducir así el desperdicio alimentario. Y si queremos que el sector avance hacia un contexto más equilibrado, sostenible y eficiente es necesaria la implicación de más actores político-económicos para crear, por ejemplo, fondos interempresariales de transferencia tecnológica por esponsorizar proyectos de innovación y amortizar resultados.