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El teletrabajo no es ninguna concesión

Elon Musk esparce en todo el mundo la obligatoriedad del trabajo presencial como un castigo a los trabajadores

Elon Musk, nuevo dueño de Twitter | EP
Elon Musk, nuevo dueño de Twitter | EP
Barcelona
15 de Noviembre de 2022

Cuando el señor Elon Musk toma la decisión de que todos sus empleados de Twitter dejen de trabajar en remoto y vuelvan a calentar la silla 40 horas semanales en la oficina, se equivoca de época. Accede a la propiedad y dirección de una empresa de nueva economía, pero utiliza estrategias del siglo XX. Une productividad con presencialidad física, cuando este binomio ya no es la pareja de baile encantadora. Aparte de expulsar de entrada el talento como hizo al desembarcar en la red social, una semana después lo desprecia castigándolo con adoptar esta medida. El éxito en las innovaciones que quiere introducir en la compañía adquirida, si es que lo logra, sólo lo alcanzará si revaloriza el talento, si le da autonomía y estabilidad, y si hace que todos los empleados que le acompañarán se encuentren cómodos y le den lo mejor de cada uno. De lo contrario, se marcharán poco a poco a mejores lugares. Que no lo olvide: una alta rotación laboral perjudica gravemente a cualquier proyecto.

El "trabajo ya no sirve", escribía el otro día Genís Roca en un brillante artículo. El trabajo no es el pasaporte social en el que se había convertido desde la Revolución Industrial. Ahora asistimos a los grandes cambios de la era digital. Este hecho no sólo pone en crisis los contenidos de los trabajos y las nuevas relaciones laborales que se derivan, sino que también afecta a la inserción del trabajo dentro de las relaciones sociales y la forma de vivir de las generaciones digitales.

El balance entre los escasos puestos de trabajo creados por las empresas digitales en sus primeros veinte años de vida y los que han destruido es aterrador

Una primera constatación nos permite afirmar que las empresas de la nueva economía han creado nuevos puestos de trabajo altamente deseados, han revolucionado los contenidos de los trabajos y han exigido otras formaciones y habilidades para desempeñarlos. Una segunda constatación paralela deja patente que, junto con los escasísimos puestos de trabajo creados, se han destruido un montón. Roca explica el caso de las plataformas como Netflix, HBO o Disney, que funcionan con cuatro gatos y han dado la vuelta al negocio de arriba abajo, pero han destruido todo el tejido laboral que giraba en torno a la forma tradicional de ir al cine. Con muy pocos empleados realizan millones de suscripciones, enriqueciendo a sus creadores, mientras desaparecen miles y miles de puestos de trabajo ocupados por los anteriores cajeros, expendedores de tickets y concesionarios de tiendas diversas, acomodadores y encargados de sala, proyectistas, etc. Cabe destacar que el balance entre los escasos puestos de trabajo creados por las empresas digitales en sus primeros veinte años de vida y los que lo han destruido es estremecedor. Se han engendrado millones, pero se ha acabado con decenas de millones en todo el mundo; duele más dar estos datos cuando cada día leemos que se apuntan más a los despidos masivos. Más sangriento resulta este diezmo de puestos de trabajo si aparece conjuntamente con la ingeniería fiscal que les permite pagar muchos menos impuestos que las empresas locales.

Al final y en medio de la transición

Al final de la transición a la que asistimos, hacia los nuevos modelos de negocio digitales, siempre hemos creído que desaparecerán numerosos puestos de trabajo tradicionales -y no sólo los que requieren una baja preparación o motivación-; que aparecerán tantos o más de nuevos; y muchos de los actuales se acabarán reconfigurando con un saldo positivo. Somos de los que creemos firmemente, como el World Economic Forum (2020), que se fomentarán más de los que aniquilarán. Frente a algunos estudios anteriores, como el del MIT de 2017, según el que cada robot destruía seis puestos de trabajos, un informe realizado en Alemania indica que el impacto de los robots es mínimo, hasta un 0,03% de destrucción de puestos de trabajo existentes. Al contrario, la robótica espolearía nuevos puestos de trabajo y actuaría allí donde no hay candidatos humanos suficientes (NBER, 2021). Toda innovación tecnológica reclama mutaciones laborales y sociales. Tan trascendental es el cambio que el 80% de los puestos de trabajos que se moverán en 2030 los desconocemos actualmente (Emerging technologies' impact on society & work in 2030, Institute for the future, Dell Technologies, 2017). Si en 2018 la relación entre el trabajo de la persona y la máquina era 71-29 a favor de la primera, en 2025 la proporción se convertirá en 48-52 (WEF, 2020).

Muchos están adquiriendo conceptos y habilidades que hoy están obsoletas cuando podrían utilizar los esfuerzos en la buena dirección

Cuando se complete la era digital, parece que sí, pero, ¿qué hacemos mientras tanto? Ésta es la verdadera cuestión. Con el empuje legislativo de los últimos meses, la UE está atacando fuertemente al flanco fiscal para conseguir que las grandes plataformas y las empresas de nueva economía paguen proporcionalmente al igual que los negocios locales, a la vez que cumplan las normas estrictas del mercado. En cuanto a la formación de la población hacia los nuevos puestos de trabajo digitales, la cuestión avanza, pero con resultados bastante poco estimables; muchos hijos están adquiriendo conceptos y habilidades que hoy son obsoletas cuando podrían utilizar los esfuerzos en la buena dirección.

Optar por el trabajo presencial o por el teletrabajo no es un castigo o un premio para nadie. Es mucho más serio que esto

Por eso, da risa y pena a la vez ver como Elon Musk, despidiendo masivamente al personal, se comporta en su empresa como si actuara en un plató, explicándolo urbi et orbi. Hay que identificar clientes, conocerlos y construir una relación permanente y directa; deben implantarse estructuras planas, horarios flexibles, información compartida; debe empoderarse a los empleados; debe descubrirse la mejor tecnología en cada momento. En medio de este ingente proceso innovador, este personaje esparce en todo el mundo la obligatoriedad del trabajo presencial como un castigo a los trabajadores... Optar por el trabajo presencial o por el teletrabajo no es un castigo o un premio para nadie. Es mucho más serio que eso. Se trata de decidir sobre cumplir objetivos o imponer una determinada jornada laboral; ejecutar unos horarios rígidos o que cada empleado se organice; obtener la mayor productividad gracias a la satisfacción de los empleados o rebajarla fruto del descontento; definir conjuntamente con el empleado el requerimiento del puesto de trabajo, tanto de backoffice como de front office, para determinar cuál es la mejor posición en cada momento o dejarlo al albur; buscar el mejor rendimiento de las tecnologías disponibles o implantar orden y mando. El empresario es el dueño del dinero o de buscarlo y de la promoción de una iniciativa profesional. Para tener éxito se requieren materias primas, tecnologías y, por supuesto, talento para desarrollarlo todo. O pacta y busca lo mejor por todos los que participan en la aventura o se quedará solo. Justo lo contrario que le ocurre a Forrest Gump cuando empieza a correr de costa a costa durante tres años. Él desconoce los motivos de la peregrinación. Sus seguidores sí que los saben.