Es fácil ver revoluciones por todas partes. La costumbre y el gusto por las disrupciones tecnológicas se han acomodado a todos los sectores económicos, desde la movilidad hasta la industria, pasando por el deporte o el consumo de contenidos audiovisuales. Los actores económicos y empresariales hablan hasta el vaciado de innovación, cambio de paradigma, transición digital y automatización cómo caminos naturalizados, sin conflictos y armónicos; cómo un progreso linear e incremental. Cuando las disrupciones llegan – o se dejan ver – pero, los conflictos, las contradicciones y las tensiones florecen, especialmente en entornos económicos con mucha historia a recorrer y mucha actividad para digitalizar. Las jornadas organizadas por el World Savings Banks Institute (WSBI) en colaboración con CaixaBank, bajo el título The Banking (R)evolution, parecen ejemplificar con suficiente exactitud esta tendencia: entre la celebración de los entornos 4.0, la banca móvil o las fintech, surgen voces, muchas de ellas grandes jefas de la industria financiera durante décadas, que empiezan a recular. "Esta es una revolución que se tiene que gestionar con cuidado – defiende el director del WSBI Chris de Noose – porque a menudo algunas innovaciones también se olvidan de los bancos".
De Noose, todo y las reservas con la transición, se muestra, de hecho, "esperanzado" con el futuro del sector - una esperanza, pero, que se basa más en la historia de la banca que en su actualidad. "El savings bank, un concepto innovador en el siglo XIX, se encuentra en la base de muchas instituciones financieras". La confianza y la gestión del día a día financiero del cliente permanece, según De Noose, el principal activo de la banca comercial – un activo que solo se puede mantener, afirma, con una relación a largo plazo que las nuevas formas de banca digital no pueden soportar por sí mismas. Reivindica, de hecho, el cliente frente a la plataforma – a pesar de que no lo contrapone, por otro lado, en el banco incumbente. "El desarrollo normativo de la ley de datos intenta volver al cliente al centro, y no a las plataformas".
El CEO de CaixaBank, José Ignacio Goirigolzarri, constata que el proceso ha empezado, y sitúa su entidad cómo uno de los tractores de la industria financiera tradicional en cuanto a nuevas tecnologías. "Nuestros servicios digitales son utilizados por más del 70 % de nuestros clientes diariamente. Todo el mundo ve la tecnología cómo un gran aliado". La transición digital de la banca, afirma, es también una oportunidad por el cliente, en cuanto que "bastante a la banca tradicional a transformarse" con la entrada de nuevos players. El matiz, pero, aparece cuando se habla de regulaciones. Goirigolzarri coincide con su acompañante a las introducciones de las jornadas sobre la necesidad de regularizar las relaciones entre banca tradicional, nuevos modelo y clientes. "Necesitamos unas reglas del juego que se apliquen a todos los actores", afirma Goirigolzarri, para no caer en arbitrariedades normativas que acaben haciendo daño al sistema financiero.
De Noose "Esta es una revolución que se tiene que gestionar con cuidado, porque a menudo algunas innovaciones también se olvidan de los bancos"
El regulador, pero, parece mostrar un compromiso con un modelo colectivo de transformación digital que puede acompañar esta revolución. Según la secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, Carme Artigas, lo Estado necesita "estrategias a largo plazo" en cuanto a digitalización, por la abundancia de factores que dejan la sociedad española atrasada respecto de los países de su entorno, cómo la baja tasa de alfabetización mediática. En este sentido, todo y las buenas infraestructuras en cuanto a conectividad con que cuenta la Estado, Artigas argumenta la "necesidad de la siguiente infraestructura del país: el talento".
La formación y la alfabetización digital de la población, tal como expone Artigas, son herramientas para el que el gobierno central considera una profunda transformación económica. Un golpe dirigidos factores cómo la rendija digital o la tecnología como herramienta de resiliencia laboral, Artigas plantea la necesidad de en poner marcha planes que "mueva nuestras empresas hacia la economía de los datos". Iniciativas cómo Nesga X – dedicada a la soberanía de datos – o el Next Tech Fund – con 4.000 millones de euros de inversión en deep tech y transición tecnológica – posan las bases de una "recuperación económica para una nueva economía digital". "Nuestra filosofía – concluye – está dando forma a la nueva España digital".
Identificar los problemas
El debate de la renovación de la banca tiene, durante las jornadas del WSBI y CaixaBank, un claro componente generacional – si bien no necesariamente de los participantes, sí de las organizaciones que representan. El senior partner de la consultora MCKinsey & Compañero, Ignacio Abengoechea, reconoce las ventajas de la neobanca: "No tienen sistemas legacy, pueden acceder en tecnología state of the arte, tienen una posición de costes casi invencible". Todo y estas ventajas competitivas, Abengoechea posa sobre la tabla los datos "Sus valoraciones son muy altas, pero su market share todavía es baja".
El mismo De Noose quiere ver, de hecho, la especialización cómo uno de los problemas de la neobanca de cara a los clientes. "EL cherrypicking es un paso atrás, porque deja el consumidor solo con solo una carpeta de aplicaciones ante el mar de las finanzas". Frente la carencia de mercado de los nuevos bancos móviles y digitales, el CEO del Tanzania Postal Bank Sabasaba Moshingi reivindica el momentum de la banca tradicional. "Ya tenemos grandes recursos, grandes beneficios que podemos invertir en cualquier producto sin mucho riesgo". "Si tienes dinero para gastar, puedes hacer inversiones y perder dinero, y la vida continúa; la neobanca no tiene esta suerte", concluye Moshingi.
La General Manager por España y Portugal del neobanc alemán N26, Marta Echarri, ofrece una perspectiva diferente en cuanto a los clientes. "La gente odia los bancos, es algo que tenemos que asumir", comenta Echarri, que destaca como este rechazo hacia las finanzas tradicionales tiene un marcado componente de edad. "Siete de cada 10 millenials preferirían ir al dentista que a la sucursal de su banco". Mejorar la experiencia del cliente con la banca es, pues, una de los trabajos esenciales de la digitalización. "La banca no mola", lamenta el CDO del East Bank of Asia Ronald Fung.
Echarri: "7 de cada 10 millenials preferirían ir al dentista que a la sucursal de su banco"
Echarri reivindica la simplicidad y el diseño de las interfaces de las aplicaciones de neobanca como N26: "Muchos bancos tradicionales no ténen en su poder simplificar las cosas para los clientes; nosotros los facilitamos el día". El CEO de Orange Bank Spain, Narciso Perales, coincide con la representante de N26. "Una experiencia de usuario excelente es el que buscan los clientes" - unos clientes que, de hecho, exigen en los bancos digitales una forma de consumo exactamente igual a la que experimentan al resto de plataformas digitales donde pasan el día, desde Netflix hasta Amazon. "La disrupción de la banca es clave – espeta Echarri – pero el cliente tiene que seguir siendo el rey".
Paz con los invasores fintech
"La pandemia fue el catalizador, pero el movimiento hacia el digital siempre fue un hecho", argumenta Narciso Perales. Esta transición tecnológica al sector financiero se ve con ambivalencia desde la banca tradicional. Mientras que ninguno de los ponientes de los actos se muestra contrario a los nuevos modelo bancarios, el que genera reticencias son las capacidades de los nuevos actores que llevan al mercado. Sabasaba Moshingi reconoce que "la mayoría de los bancos comerciales a Tanzania y a todo África han reconocido la amenaza de las condiciones del mercado que han provocado las fintech".
En este sentido, muchos de los banqueros tradicionales proponen modelo de colaboración entre incumbentes y attackers - en cuanto que, cómo apunta Abengoechea, no tiene sentido intentar pasar la neobanca en términos de innovación tecnológica. Saloni Narayan, directora de la rama comercial del State Bank of India, la banca tradicional tiene que cooperar con nuevos players y "mirar qué están haciendo el resto de plataformas, porque nos espera un cambio dramático". La moderadora de una de las tablas de la sesión, Sandra Sieber, cuestiona esta posibilidad, en cuanto que "una colaboración tiene que implicar un win-win, un acuerdo en que ganen todos, pero que gana la neobanca colaborando con los bancos tradicionales?".
Fung: "La banca no mola"
Para los banqueros, pero, la respuesta está clara: recursos y rapport con el regulador. «Los operadores móviles al África oriental se encontraron con un gran problema de fraude, y empezaron a perder dinero, despedir personal», recuerda Moshingi, que critica la "pobre gestión del riesgo" de algunos de los nuevos actores del mercado. Por su parte, Fung remarca que "muchos de los neobancs entran a las oficinas del regulador intentando retarlo, y este no es el mejor consejo". La acumulación de capital y experiencia de la banca tradicional es el que puede, según sus capitanes, atraer las empresas más innovadoras para ayudarlos a transitar de la obsolescencia al mundo digital.
La disrupción, pero, no vendrá de los procesos, sino de los modelo de negocio. "Digititzar es digitalizar mal", lamenta Fung, que apunta cómo mucha banca tradicional piensa la transición digital cómo, simplemente, sustituir la oficina por una aplicación. Cómo apunta Abengoechea, pero, "las necesidades del cliente en cuanto a banca comercial son pocas y sencillas", pero el dinero se encuentran a otra banda. La neobanca se encuentra, pues, con el reto de hacia donde crecer, qué otros servicios ofrecer – como abandonar, cómo decía De Noose, el cherrypicking. La respuesta del consultor es la integración: "Un cliente no quiere una hipoteca, quiere una casa". Abengoechea vuelve, pues, a la colaboración entre sectores como clave del crecimiento. "El concepto de industria se está desdibujando, y los bancos necesitan las fintech tanto como las fintech necesitan los bancos", concluye.