En Noruega se están realizando proyectos de rascacielos todos de madera. En el resto de los países nórdicos, Australia, Canadá, Austria y Hong Kong, también. En otros muchos países se experimenta. El más alto del mundo en la actualidad es el edificio Mjostarnet, a Brumunddal, un pueblecito de diez mil habitantes a ciento kilómetros de Oslo, de una altura de 85,4 metros. Se acabó en 2019. No se tan elevado el edificio de madera más crecido de España, construido a Barcelona, a can Batlló por el grupo cooperativista La Borde , pero su superficie se de tres mil metros cuadrados de madera contra laminada, y se presenta cómo un modelosostenible de vivienda. La pandemia no ha parado la tendencia de usar la madera como materia primera en la construcción. Más bien al contrario, los arquitectos relegan cada vez más el acero y el cemento, porque suponen un 8 % de las emisiones de dióxido de carbono del planeta.
Hay países donde la cultura de la madera está más arraigada que en otros. Por ejemplo, en Francia, respecto a España; solo hay que comparar las casas de un lado y otro de la frontera a la Cerdaña. Por otro lado, aparece una cierta coincidencia entre el nivel de vida y el mayor os de la madera en la construcción: los países nórdicos, Canadá, Estados Unidos y Australiano encabezan todos los rankings.
Es comprensible que la madera tome impulso en la construcción y que se relance en momentos como estos. La sostenibilidad, por un lado. Solo hay que dar un vistazo a su ciclo de vida: cuando crecen, los árboles absorben C02; al tiempo la tala ofrecen su fruto que se convertirá en palets, en embalajes, en envases o en otros productos; los subproductos, como las astillas, los serrines o el corcho, se destinan a fabricar tableros, papel, pasta o tapón de botella, y los que no, a la biomasa; y finalmente se produce la combustión de la biomasa forestal al final del ciclo con la emisión del CO2 (Lockwood Homes). Y el cambio de la función de la vivienda, por otra, con el impulso la rehabilitación y la construcción. la pandemia nos ha desvelado una nueva sensibilidad verso el hogar.
Es comprensible que la madera tome impulso a la construcción y que se relance en momentos cómo estos: la sostenibilidad, por un lado, y el cambio de la función de la vivienda, por otra
Pues bien, en medio de esta predisposición constructora usando un material sostenible frente otros que no lo sueño, varias causas hacen que en septiembre tocaremos madera si queremos adquirir un producto con este componente. Estamos viviendo unos meses donde la madera sufre una escalada de precios sin precedente. En otoño, las empresas que no lo han hecho todavía acabarán de traduïr esta subida al consumidor final. Tanto del pino, que se el mayoritario, cómo del abeto, del poplar, del chopo pinaster, del eucalipto, del cedro, del ciprés o del tejo.
El precio del palet nuevo ha pasado de entre 11,30 y 13,30€ a finales de abril a 17,30-19,30€ a mediados de junio. Solo hay que visualizar el mercado de futuros: en abril de 2020, la madera estaba a 300€ los 2,36 metros cúbicos; un año después, a 1.500€. Una interpretación muy estrechada y elemental sería la de afirmar que nos estamos cargando los bosques por la sobreexplotación; la racionalidad hace tiempo que ha llegado a este campo y las derivas venden más para forzarlos a cambiar de uso que no para arrasarlos.
Contenedores y palets
La mecanización del trabajo tanto a los bosques como las serrerías mundiales ha reducido las plantillas a los últimos años. Este hecho ha afectado la producción bruta de madera, pues el nuevo sistema no ha sido capaz de responder rápidamente a las vicisitudes de los mercados. Se disminuye el personal para optimizar los costes y se inicia un tímido cambio tecnológico, que queda a medias, y no conduce en ninguna parte. Los nuevos procesos impuestos a los leñadores y a los serradors no están preparados para acomodarse al fuerte incremento de la demanda, principalmente a los últimos meses. Y no hablamos de cuando se digitalice el sector, que está a punto de empezar.
El principal fabricante de contenedores, China, no puede producirlos por carencia de materia primera
El retardo de la producción de madera te el origen a los países escandinavos y en Alemania, y la efervescencia de la demanda, en Estados Unidos y China, pero justo es decir que cada vez más la globalización del sector reúne todos los países en turno la misma tabla de ajedrez. Pareciendo pasó hace unas semanas con la carencia de semiconductores por los coches; o cuando encalló el portacontenedores en el Canal de Suez. Aunque se trata de causas diferentes, todas estas disfunciones del mercado repercuten a los precios e inmediatamente en el encarecimiento de los productos.
Hay otro factor que hay que añadir al alza de los precios de la madera. El principal fabricante de contenedores, China, no puede producirlos por carencia de materia primera. Tampoco las empresas del sector pueden disponer de los palets necesarios, tanto de compra cómo de alquiler. Ambos sueño indispensables por el traslado de productos alimentarios, farmacéuticos y de todo tipo, por lo cual repercuten doblemente en la subida de los precios. La consecuencia final de todo esto es que estos encarecimiento acabará aportando una carga adicional a las espaldas de la inflación general. Lo esperábamos parar pronto, pero ahora resulta que ya está entre nosotros. Y en septiembre rugirá el león.