Todo el crédito lo tiene Madrid

El consumo crediticio exuberante de la economía madrileña amenaza el PIB otros territorios como Cataluña, ávida de un sistema financiero propio

La sede central de Bankia en Madrid |ACN
La sede central de Bankia en Madrid |ACN
Ivan Aguilar
Barcelona
13 de Septiembre de 2017
Act. 13 de Septiembre de 2017

La relación entre el crecimiento económico, medido mediante el PIB, y el crédito bancario es muy fuerte y profunda. En general, los economistas decimos que el crecimiento económico precede el crédito bancario y es por eso que decimos que el crédito bancario es una condición necesaria pero no suficiente para el crecimiento económico. Esto tiene alguna excepción, como por ejemplo cuando la economía está muy alejada de su capacidad productiva o cuando la estructura productiva se basa en negocios que no utilizan crédito bancario.

Las empresas españolas viven permanentemente bajo restricciones financieras debido al consumo crediticio exuberante de la economía madrileña

Una de las relaciones más inexplorades en el mundo del análisis económico es la relación entre el crédito bancario y el arxiconegut efecto capital. En este artículo exploraré la relación entre el PIB y el crédito bancario entre las Comunidades Autónomas y las provincias españolas. A pesar de que medir el efecto capital no es una tarea posible desde la perspectiva de la demanda, la distribución territorial del crédito bancario y su comparación con el PIB nos proporciona una idea bastante esmerada sobre el grado de injerencia política en la actividad económica así como su efecto, sea positivo o negativo. La literatura económica proporciona varias metodologías para medir esta relación y la conocida como Credit- tono-GDP ratio es la más sencilla para un artículo de estas características. Para facilitar la interpretación de los gráficos he construido un índice sintético que no es otra cosa que la productividad del crédito (PIB/Stock de crédito), muy parecido al Credit-tono-GDP ratio pero mucho más sencillo de interpretar. Hay que tener en cuenta que el stock de crédito se utiliza para financiar tanto consumo intermedio como final, por lo tanto es muy normal que, en valor absoluto, el stock de crédito sea mucho más grande que el PIB. Del que se trata es de averiguar cuánto crédito necesita consumir cada CCAA para lograr su PIB. En su día hice una primera aproximación a este tema tratando los depósitos bancarios y el ahorro. Este artículo es un complemento al anterior.

Este gráfico nos muestra la distribución del crédito bancario entre CCAA a diciembre 2016. Cómo se puede ver, Madrid, una economía de tamaño aproximadamente similar a la catalana, absorbe 10 puntos más de crédito bancario. Así pues, el efecto capital da la impresión de capturar intensivamente recursos financieros a expensas del resto de territorios. No es de extrañar que las empresas españolas tengan un tamaño reducido: viven permanentemente bajo restricciones financieras debido al consumo crediticio exuberante de la economía madrileña.

La evolución de la distribución del crédito bancario nos enseña una historia conocida. España ha sido siempre un país fuertemente centralizado, como se puede ver en el gráfico. Durante los años 60 el Banco de España empleaba adelantadas de crédito, es decir, le decía en cada banco donde y cuando tenía que abrir el grifo del crédito, práctica que inventaron los alemanes y que después emplearon Francia, el Canadá, el Japón o España. Cuando España hizo la transición hacia una democracia y una economía de mercado –más bien corporativista-, partió de unos niveles de crédito bancario fuertemente centralizados en Madrid y por eso no es extraño ver que en 88 Madrid representara el 31% del crédito de todo el Estado. Hasta el año 2004 esta proporción fue cayendo hacia su mínimo histórico, 22% el 2004 - una proporción bastante más pareciendo al peso de su economía, pero a partir de 2005, por culpa del proceso de centralización protagonizada por José Luis Rodríguez Zapatero, esta proporción inició otro golpe una escalada desde el 22% al 24,6% el 2011. Con los rescates bancarios de 2012 y el aumento de la re-centralización impulsada por Mariano Rajoy, la concentración del crédito bancario en Madrid ha pasado del 24,6% al 28,3% actual. El Grande Madrid ha resucitado.

He calculado la productividad del crédito (PIB/Stock de Crédito) a partir del Credit-tono-GDP ratio que se utiliza en la literatura de forma habitual (veáis por ejemplo Borio te al(2011) o Drehmann te al (2016)). El resultado es el que se ve a la Figura 3: la productividad del crédito madrileña es muy inferior a la del resto del Estado. Los territorios con productividad muy elevada, como Galicia y Ceuta-Melilla, apunta que son economías con fuertes restricciones creditícies. Es decir: cada euro de crédito concedido en estos territorios se transforma en fuerte crecimiento económico. Si miramos la cola, veremos que Madrid hace bajar mucho la media estatal. El sistema bancario español necesita reformas muy profundas porque la injerencia del sistema político madrileño sobre el bancario es bastante más elevado del que se reconoce abiertamente. Sólo esto puede explicar estas diferencias tan notables entre Madrid y el resto del Estado. No es extraño que la productividad madrileña sea tan elevada: Madrid genera a golpe de crédito casi el doble de output que el resto del Estado, cosa que se traduce en más actividad y salarios, garantizada por los depósitos del resto del Sido gestionados desde Madrid. De hecho, Madrid vive en una burbuja creditícia permanente desde hace 60 años como mínimo. Esta anormal concentración del crédito, probablemente debida al efecto capital, tiene efectos muy perniciosos para el resto de territorios. El motivo principal es que el sector bancario sufre una alta concentración - desde 2009 han desaparecido 87 bancos- y por lo tanto el factor proximidad, esencial en la concesión de crédito, desaparece, tal como está pasando en España o los Estados Unidos. España necesita separar su centro político de su centro financiero si aspira que los casos como Bankia o Popular no se vuelvan a repetir. Como resultado, mientras Madrid cada día necesita más y más crédito para mantener su peso dentro de la economía española, el resto de territorios cada día pasan más dificultades financieras que, en un momento u otro, provocará graves problemas de desertización y escasez de oferta monetaria.

Las afiliaciones a la banca (régimen general y autónomos) reflejan perfectamente toda la anormalidad del sistema financiero español. Mientras la banca se bate en retirada de toda la geografía española, Madrid vive su burbuja particular y aumenta mes detrás mas el número de empleados de banca, a pesar de que varios informes del Banco Central Europeo piden en los bancos españoles que cierren oficinas y reduzcan personal. Cómo he explicado otras veces, Cataluña necesita su sistema financiero propio, a pesar de que esta recomendación es extensible al resto de CCAA del Estado. Si el ritmo de concentración del crédito continúa aumentado a este ritmo, el PIB potencial de todo el que no sea Madrid empezará a reducirse fuertemente en unos pocos años, exceptuando aquellos territorios que tengan know-how para exportar.

La economía catalana necesita recuperar sus depósitos y la capacidad de creación de crédito

Las oficinas bancarias se reducen fuertemente en Cataluña a partir de 2013, cosa extraña si tenemos en cuenta que durante la expansión de la burbuja fue la CCAA con un crecimiento más moderado, en cambio, Andalucía, con un exceso de oficinas mucho más elevado y con una economía marcadamente menos sólida - y, por lo tanto, con menos beneficios potenciales- le cuesta mucho más realizar este ajuste. La economía catalana necesita recuperar sus depósitos y la capacidad de creación de crédito. No hacerlo es peligroso: el crédito que se concede a distancia siempre es menos productivo y en menor cantidad que aquel que emplea la proximidad como herramienta de gestión -esto no es discutible, puesto que ha sido demostrado varias veces y con metodologías diferentes-. El cierto es que si todo este exceso de crédito madrileño lo convirtiéramos en efectivo y lo cargáramos en trailers de 50 metros conseguiríamos el impensable: que las radiales madrileñas sirvieran por algo útil.