Tomás Navarro es un psicólogo que se dedica a la consultoría, la formación y la divulgación del bienestar emocional. Se autodefine cómo "un enamorado de las personas y de todo aquello que las personas sienten, piensan y hacen". En tres verbos: sentir, pensar y hacer. Vive entre Barcelona y Andorra y acaba de publicar Piensa bonito (Zenith, 2021) dedicado a su mujer Alícia. Entre sus obras también están Fortaleza emocional, Wabi sabi, Eras más fuerte de lo que crees y Kintsukuroi, entre otros. "Un psicólogo es tu fiscalista a la hora de tomar decisiones", asegura. Navarro también es psicólogo de la federación andorrana de esquí y reivindica que las mejores decisiones no llegan en plena competición, sino con calma y un semáforo en verde. "Digámonos cosas bonitas", escribía el periodista Carles Capdevila. Vale la pena parar y pensar en todo ello: "La gente tiene que entender que no hemos venido aquí a sufrir, sino a vivir. Somos lo que pensamos. No nos podemos creer todo lo que pensamos, pero tampoco lo podemos ignorar."
En el libro de Fortaleza Emocional propone el ejercicio de describirse en 10 adjetivos. ¿Cómo es Tomás Navarro?
Muy curioso y observador, valiente a pesar de que también tengo miedo, constructivo, receptivo, inquieto y no me gusta nada la rutina, conectado, sensible y empático, riguroso, respetuoso, detallista, perseverante, responsable, determinado, vital... También es muy importante el sentido del humor y es que merece la pena vivir la vida en positivo y con experiencias agradables. Cualquier decisión que tomo, pienso en mí y también en mi familia y todos aquellos que me rodean.
"El bienestar emocional es calma y falta de angustia. Está más cerca de la serenidad que de la excitación"
Empecemos por el bienestar emocional.
Mucha gente asocia el bienestar emocional con la excitación, pero no es esto. El bienestar emocional es calma, falta de angustia y serenidad. El bienestar emocional está mucho más cerca de la serenidad que de la excitación. Hay quién dice que el bienestar emocional es cuando vuelves de esquiar y te sacas las botas, pero en realidad es cuando llegas a casa después de esquiar y te relajas. El bienestar emocional se puede trabajar y aprender.
¿Cómo se trabaja y se aprende?
Cada día tenemos que incluir micromomentos de bienestar emocional. Siempre lo dejamos para las vacaciones de verano o de Navidad, pero esto son macromomentos. A lo largo del día hay muchas situaciones que nos quitan bienestar emocional, cómo por ejemplo cuando llevas a tus hijos a la escuela y llegas tarde o cuando no encuentras parking para aparcar tu coche. Tenemos que ir rellenando el bienestar emocional con pequeños momentos como tomar el sol, llamar a un amigo... Cada día se tienen que intentar buscar activamente estos momentos.
No ha sido fácil en tiempos de pandemia...
Tienes razón, ha costado más pero es precisamente cuando más tendríamos que buscar este bienestar emocional. Estábamos confinados y solo podíamos ver a nuestros amigos por una pantalla. Había quién me decía que no era lo mismo, pero yo respondía que al menos los podíamos ver y hacer un vermut a distancia. Cuando más exigente es la vida es cuando más necesitamos buscar este bienestar y no perder la perspectiva.
"Lo importante no son las lecciones de una crisis que por sí sola no nos enseña nada sino aquello que cadauno está dispuesto a aprender"
¿De esta crisis saldremos mejor o peor?
Depende de la persona. Lo importante no son las lecciones de una crisis que por sí sola no nos enseña nada sino aquello que cadauno está dispuesto a aprender. El egoísta aprenderá a ser más egoísta y el generoso aprenderá a ser más generoso. Cuando lo estamos pasando mal es el peor momento para aprender y decidir ya sea por nerviosismo, tristeza o angustia.
Así pues, ¿vale más la pena decidir en una etapa de bonanza que de crisis?
Sí, por supuesto. Nos tenemos que imaginar a nosotros mismos en un semáforo. Si está en verde entonces es el momento de tomar decisiones. Si está en rojo nos limitamos. En la federación andorrana de esquí siempre digo que no se tiene que tomar ninguna decisión durante la competición. Desde el despacho aplicamos algoritmos y explicamos que se tiene que decidir desde la calma. Cuando el semáforo está en rojo, tenemos que esperar a que se ponga en verde.
Desafortunadamente, hay decisiones en la vida que no esperan y hay que cruzar en ambar...
Un día me encontré a mi mujer medio muerta en la terraza de casa. Suerte que no me puse a llorar, sino que intenté reanimarla y lo conseguí. Empezó a convulsionar debido a un problema de salud, pero la pude reanimar. Nos dijeron que esto le podía pasar en cualquier momento y fue un gran motivo de angustia.
Cuando todo empezó a ir mejor, fui a la montaña a coger un poco de aire e hice un plan para intentar leer y encontrar un rato de calma cada día al atardecer. Cuando me saltaba la alarma que me avisaba que era la hora de la lectura, me costaba mucho dejar el trabajo a un lado pero me obligaba a mí mismo a seguir el plan que me había marcado por una cuestión de bienestar emocional.
¿Cuáles son los ocho errores que tenemos que evitar para liberar nuestra mente y tomar mejores decisiones para acercarnos a la vida que deseamos?
Pensamos siempre demasiado rápido pero para pensar bien necesitamos tiempo de calidad. Mucha gente pone la excusa de que no tenemos tiempo, pero te animo a mirar un día cuanto rato dedicamos a Instagram u otras redes sociales. Tenemos tiempo, pero no lo gestionamos bien. También pensamos de forma superficial y hay cosas que no se pueden explicar en poco tiempo y requieren profundidad. La diferencia entre una cosa ordinaria y una extraordinaria se encuentra en la gestión del detalle. Para llegar al detalle no puedes ser superficial. Nos limitamos mucho las alternativas cuando tenemos baja autoestima y creemos que una cosa no la podemos hacer cuando seguramente sí que podemos.
"Si el semáforo está en verde entonces es el mejor momento para tomar decisiones. Si está en rojo, nos limitamos"
También somos demasiado absolutistas. A una paciente le puso los cuernos su pareja y me dijo que nunca más se volvería a enamorar de un hombre. Le dije que repitiera esta afirmación, pero añadiendo un interrogante al final. "¿Nunca más me volveré a enamorar de un hombre?", se preguntó. Y ella misma respondió: depende. Cuando estamos mal hacemos afirmaciones muy críticas, pero no es el momento para hacerlo. De nuevo, tenemos que encontrar el momento de calma.
El psicólogo y Nobel Daniel Kahneman explica la toma de decisiones siguiendo el Thinking fast and slow (Piensa rápido, piensa lento).
Existe el proceso de pensamiento heurístico y algorítmico. El primero es el rápido y a más rapidez, más riesgo de error. El segundo es lento, analítico y más profundo. Cuando mi mujer convulsionó, tenía que tomar la decisión de reanimarla, llamar a la ambulancia y evitar que mi hija tuviera una experiencia traumática. ¿Qué hice? Le dije a mi hija que llamara a la ambulancia y reanimé mi mujer. El pensamiento profundo se puede entrenar para decidir cada vez más deprisa.
¿Creemos y después pensamos o pensamos y después creemos?
Copsamos la realidad con pocos segundos y después ya nos desconectamos. Antes de hacer esta entrevista y conocerme, seguramente ya tenías una imagen preconcebida de la psicología y de cómo puede ser un psicólogo como yo. No importa cómo sea yo porque tú ya te has hecho tu esquema y de hecho, lo que intento con el libro Piensa bonito es romper esta desconexión de la realidad.
"Tenemos tiempo, pero no lo gestionamos bien"
Esto es lo que acostumbra a pasar: desconectamos, creemos por experiencias o miedos y después ya deducimos, intuimos y analizamos a partir de nuestras creencias pero no de la realidad.
También buscamos a menudo reafirmar nuestro relato de vida.
Exacto, y ojalá rompamos con el esquema y conectemos más con la realidad. Yo hago entrevistas con distintos medios porque es la mejor manera de ver diferentes maneras de pensar y así también llegan estímulos y una perspectiva diferente a los lectores. En Twitter no sigues a aquellos que piensan diferente a ti, sino aquellos que reafirman aquello que tú piensas.
Volvamos a los hechos. Tenemos que tomar una decisión... ¿Cómo lo hacemos?
Hay un método: analizar el contexto, valorar las alternativas y las implicaciones a corto, medio y largo plazo. Normalmente nos movemos en el corto plazo. Analizar también si hay contaminadores como el miedo, el deseo o la comodidad y después pasar a la acción. Cuando tú vas a comprar lotería vas con el deseo de que te toque aunque sabes que estás tirando el dinero. Si lo analizas bien es una posibilidad entre millones. Tomamos decisiones e implicamos el deseo o el miedo. Intentemos tomar la decisión cuando el semáforo está en verde y con la perspectiva que nos puede dar un profesional. A nadie se le ocurre hacer la declaración de la renta sin consultar a un fiscalista. Así pues, un psicólogo es tu fiscalista para tomar decisiones. Es importante que nos dejemos ayudar. Tomar y revisar la decisión.
"El miedo, el deseo o la comodidad contaminan las decisiones"
¿Qué sesgos son los más habituales en la toma de decisiones?
Cuando la gente juega al parchís y pierde, pide cambiar el dado. Creemos que lo que hemos visto es más probable que vuelva a salir repetido y así aumentamos la frecuencia. Otro de los sesgos es el de la experiencia. Por ejemplo, no me ha ido bien con una pareja y por lo tanto, no me volverá a ir bien con una pareja que me recuerde a la anterior. También hay el sesgo del valor percibido.
Quédese con un aprendizaje o un consejo de vida.
La gente tiene que entender que no hemos venido aquí a sufrir, sino a vivir. Somos lo que pensamos. No nos podemos creer todo lo que pensamos, pero tampoco lo podemos ignorar. Si tú crees que no te publicarán un libro porque esto solo lo hacen los escritores consagrados, entonces no estaríamos tú y yo hoy aquí. Si tú crees que puedes cabrearte con tu familia sin que pase nada, te equivocas porque en el fondo estás condicionando cómo irá aquella noche o incluso, una separación. Tenemos que revisar muy bien lo que pensamos porque a menudo aquello que pensamos nos limita más que nos ayuda. Necesitamos un pensamiento que nos ayude y esto se puede aprender. Conozco a gente muy inteligente con una vida de mierda. No hay que ser inteligente para pensar bonito sino que hay que aplicar el pensamiento para que sea una ayuda, te resulte estimulante y te simplifique la vida.